Capítulo 239
Sin duda, ella hizo algo y rescató a Laura con una contraofensiva inesperada.
Raquel aún no había colgado el teléfono cuando Camila ya había escuchado la voz de Alberto. – Raquelita, ¿dónde estás ahora con el presidente Alberto?
-Nosotros…
-¡Raquelita, ya vi el auto del presidente Alberto!
En ese momento, se oyó el sonido de unos golpeteos en la ventana; Camila había llegado y estaba tocando el cristal.
Raquel no esperaba que Camila estuviera tan cerca. Aunque la película oscura y cara del auto impedía ver lo que ocurría dentro, la aparición repentina de Camila la sorprendió. En ese instante, Raquel seguía sentada sobre Alberto, los dos en una postura algo comprometida.
Fue entonces cuando la voz grave y ronca de él resonó: -Raquel.
Él la llamaba por su nombre.
Raquel lo miró. -¿Qué pasa?
-Suéltame.
-¿Qué?
Los ojos de Alberto se dirigieron hacia abajo, donde sus delgadas y firmes piernas blancas aún estaban fuertemente envueltas alrededor de su cintura. Después de la sorpresa, Raquel había reaccionado instintivamente, apretándolo más.
Alberto tragó saliva con dificultad. -Las piernas, suéltame, están demasiado apretadas.
El rostro de Raquel se sonrojó al instante. Rápidamente soltó sus piernas y se deslizó hacia el asiento del copiloto. Luego abrió la puerta del auto y gritó: -¡Camila!
-¡Raquelita! -Camila, feliz, tomó la mano de Raquel-. ¡Laura está bien! Vamos rápido a la estación de policía a buscarla.
-Está bien, tomemos un taxi.
-¿Taxi? ¿Para qué? Vamos en el auto del presidente Alberto.
Raquel intentó rechazar la idea, pero Camila ya había abierto la puerta trasera y la empujó
dentro.
Camila miró al hombre en el asiento del conductor. -Presidente Alberto, ¿serías tan amable de llevarnos a la estación de policía?
Capitulo 290
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El deseo en los ojos de Alberto había disminuido considerablemente, recuperando su habitual aire distante y claro. Bajó la ventana del auto, dejando que el fresco viento nocturno entrara, y arrancó el automóvil de lujo rumbo a la estación de policía.
—Presidente Alberto, ¿te sorprendió que tu estrella, Nahia, haya cambiado su testimonio y liberado a Laura?
Camila, ahora especialmente crítica con Alberto, habló con tono afilado.
En el rostro arrogante de Alberto no se reflejaba ninguna emoción, aunque sí estaba sorprendido.
Nahia realmente había cambiado su testimonio.
Camila, orgullosa, continuó: -Todo esto fue gracias a que Raquelita envió un mensaje a Nahia antes de ir a Grupo Díaz a buscarte. Ese mensaje asustó tanto a Nahia que hizo que cambiara su testimonio.
¿Un mensaje?
Alberto levantó la mirada, mirando a Raquel a través del retrovisor. -¿Qué decía ese mensaje?
Raquel lo miró.–El mensaje decía que el presidente Alberto me pidió que fuera a rogarle.
El presidente Alberto me pidió que fuera a rogarle.
Esas pocas palabras lo decían todo. Nahia lo entendería al instante.
Alberto sonrió con los labios ligeramente curvados. Entonces, resulta que ella fue a Grupo Díaz a buscarlo solo para que Nahia lo viera.
No es de extrañar que haya estado demorando tanto durante todo el camino; estaba esperando a Nahia.
¡Esta mujer!
-Presidente Alberto, ¿Raquelita no es inteligente?
Bah.
Alberto dejó escapar una risa baja y áspera desde lo más profundo de su garganta. Esta vez, había sido convertido en una ficha en sus manos.
Ella lo usó para convertir la situación de pasiva a activa, una contraofensiva desesperada.
Alberto levantó la mirada con indiferencia y volvió a mirar a Raquel. -Es inteligente.
él
Su tono despectivo al decir “inteligente” no sonaba como un elogio, sino más bien como una burla.