Capítulo 35
Aquellas palabras de advertencia surgieron de repente en su mente.
El pecho de Selena se agitaba con fuerza, y los mechones de cabello en su frente temblaban ligeramente por la ira que sentia.
Ella miraba fijamente a Gabriel, con una mirada que parecía querer destrozarlo en mil pedazos.
-Fuiste tú quien lo hizo?
Gabriel se enderezó ligeramente, cruzando las manos sobre sus piernas con una expresión imperturbable en el rostro, irradiando una arrogancia inigualable.
-¿Qué es lo que dices que hice? No entiendo de qué hablas.
-Silvia fue expulsada de la escuela. ¿Fuiste tú quien lo ordenó? -La voz de Selena sonaba como si las palabras salieran entre dientes. Gabriel, te advierto, no te metas con Beatriz y Silvia, o si no…
Entrecerró los ojos, dejando entrever un peligro en su mirada. Era solo la hija de una servidumbre, y aun así, Selena reaccionaba de esa manera.
Podía preocuparse tanto por extraños, pero trataba con frialdad a su propio hermano mayor. ¿Era eso justo?
Un sentimiento de injusticia creció dentro de él, y apretando los dientes traseros, preguntó:
-¿O si no qué harás?
Selena respondió con determinación:
-Me iré contigo al final.
El corazón de Gabriel se llenó de dolor.
-Soy tu hermano mayor. ¿Es así como me tratas?
Selena no respondió, pero sus ojos fríos lo decían todo.
Ambos se miraron fijamente, y el aire se cargó de una tensión palpable.
De repente, el sonido del celular rompió el silencio. Gabriel echó un vistazo; era Beatriz quien llamaba.
Curvó los labios hacia Selena y, bajo
expectante mirada, contestó la llamada.
Inmediatamente, la voz ansiosa y desesperada de Beatriz se escuchó.
-Señor, ayúdeme. En serio no tenía otra opción más que llamarlo. Le ruego que use las conexiones de la familia Romero para evitar que la escuela expulse a Silvia. Solo tengo una hija, la he criado con tanto esfuerzo, está a punto de graduarse de la universidad. Si la expulsan ahora, su vida se arruinará…
Gabriel escuchaba las súplicas de Beatriz, pero su mirada permanecía fija en Selena, observando cada una de sus
reacciones.
Las manos de Selena se cerraron involuntariamente en puños, clavando sus uñas en las palmas.
Beatriz ni siquiera sabía que el responsable de todo esto era Gabriel, y aún así, ingenuamente acudía a él en busca de ayuda.
Conociendo la verdad, Selena se sentía impotente para ayudar a Beatriz, y solo podía poner su esperanza en Gabriel una vez
más.
Selena habló con voz contenida:
-Ayúdala.
Gabriel arqueó una ceja y cubrió el auricular con la mano.
-La ayudaré si te disculpas con Marina. Si logras obtener el perdón de Cristian, la hija de Beatriz estará bien.
Los ojos de Selena se llenaron de lágrimas por la ira, pero no tuvo más remedio que ceder.
-Está bien, lo haré.
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Capítulo 35
Al verla ceder, Gabriel no dudó en decirle a Beatriz:
-Tranquila, tu hija estará bien.
Colgó el teléfono y se levantó.
-Te llevaré en mi auto.
-No es necesario, puedo tomar un taxi yo sola rechazó decididamente Selena.
-Conduzco más rápido -insistió Gabriel. Sin embargo, lo que Selena dijo a continuación fue como una bofetada que resonó en su rostro, sin dejarle ningún margen.
-Viéndote, me da náuseas.
Dicho esto, se dio la vuelta y se fue.
El rostro de Gabriel se sonrojó de rabia, y las venas en su frente latían visiblemente.
Intentó controlar su enojo, pero era imposible. En un arranque de furia, pateó el tazón de su bebida.
El tazón se volcó de inmediato, y el delicado vaso se hizo añicos en el suelo, salpicando la bebida y empapando la alfombra a su alrededor.
-¡Selena, no te pases! -gritó, mirando fijamente la figura de Selena que se alejaba.
No podía entender por qué, incluso cuando había mostrado debilidad ante ella, no podía ser como antes, obediente. ¿Por qué tenía que enfrentarse a él de esa manera?
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