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Capítulo 32
Capítulo 32
-¡Cállate! -Luis se levantó de un salto de su asiento, temblando de ira, y se acercó rápidamente a Selena, dándole una bofetada sin previo aviso.
-Pum!–
La bofetada fue tan fuerte que Selena cayó sobre la mesa del comedor. Su plato se estrelló contra el suelo, haciéndose
añicos.
Su rostro se hinchó al instante, y su labio se rompió, dejando que la sangre brotara lentamente, goteando sobre el mantel blanco, creando una imagen impactante.
El oído derecho, ya con problemas auditivos, quedó completamente sordo por el impacto, y su cabeza zumbaba como si un enjambre de abejas volara alrededor.
¿Dolió esa bofetada?
Para Selena, realmente no dolió.
Después de todo, en la cárcel ya estaba acostumbrada a ser golpeada.
Pero que no doliera no significaba que no guardara rencor.
Selena giró la cabeza con una expresión fría. Luis tenía el rostro lleno de furia, sin una pizca de afecto paternal; Donía mostraba una expresión de dolor, pero no hacía ningún esfuerzo real por intervenir; Gabriel fruncía el ceño, con una mirada de complicidad que rápidamente se transformó en indiferencia; Carla, por su parte, no podía ocultar la satisfacción maliciosa que brillaba en sus ojos.
Todos los años de resentimiento acumulado en su corazón estallaron como un volcán en ese momento.
Selena, con ambas manos, volteó violentamente la mesa frente a ella.
Se oyó un fuerte “¡Crash!“, y los cubiertos y la comida se esparcieron por el suelo, creando un caos total.
Luis y Donia retrocedieron unos pasos ante el repentino acto, y Carla gritó de miedo.
-¡Selena, estás loca! -gritó Gabriel.
-¿Con qué derecho me tratan así? -Selena gritó con la voz rasgada-. ¿Qué hice para merecer este trato?
Sus lágrimas brotaron, mezclándose con la sangre de su boca y cayendo por sus mejillas.
Donia dio un paso al frente, intentando sujetar a Selena, pero ella la apartó con fuerza.
-Selena, cálmate, somos una familia, ¿no podemos hablarlo tranquilos? ¿Por qué tiene que llegar a esto?
Luis, con los ojos enfurecidos, señaló a Selena y la reprendió:
-¡Eres una hija desagradecida! ¿Qué derecho tienes de comportarte así? ¡Mira cómo estás! Eres la vergüenza de la familia
Romero.
Carla se escondía detrás de Luis, murmurando:
-Hermana, no lo hagas, todo es mi culpa, todo es mi error, por favor, no te enojes.
Selena no podía escuchar lo que decían; solo veía sus bocas abriéndose y cerrándose, mostrando ira, decepción, o lástima…
Era como un animal acorralado, gritando desesperadamente, pero sin escuchar ni siquiera el sonido de su propia voz.
Tropezando, comenzó a salir, pero la visión se le volvió borrosa, sintiéndose mareada.
Con su última pizca de fuerza trató de mantenerse en pie, pero su cuerpo no respondía, y cayó de rodillas, desplomándose hacia adelante.
-¡Selena! Gabriel corrió hacia ella, y en el último momento, la atrapó en sus brazos.
Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía a Selena con cuidado.
-Hace un momento estaba bien, ¿qué pasó? -Donia sollozaba, totalmente perdida.
Luis bufó con desprecio.
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Capítulo 32
-La conozco bien, no tiene otra habilidad que la de fingir y actuar.
-¡Basta!-Gabriel grito, con las venas de la frente marcadas-. Selena está inconsciente, y ustedes siguen con sus comentarios frívolos. A veces me pregunto si Selena realmente es hija de ustedes. -Dicho esto, cargó a Selena y subió rápidamente las escaleras.
Luis casi saltó de la rabia.
-Si no fuera mi hija, ni siquiera tendría la oportunidad de hacer berrinches frente a mí.
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