Capítulo 5
Cuatro años después.
Entré por la puerta trasera de la panadeila, dejé las dos bolsos de harina y recibi un beso en la mejilla de la
señora Andersen.
Gracias, Amie. No sé qué haría sin ti me dijo felizmente..
Me alegra ayudar –respondi, y era la verdad. Las dos hermanas hablan sido muy buenas conmigo estos ú Itimos cuatro años. Me hablan ayudado a sentirme en casa en el pequeño pueblo, me presentaron a todas las personas adecuadas, según ellas, y se aseguraron de que saliera de mi apartamento para otras cosas además
de mi trabajo. A cambio, les ofrecía con gusto una mano con algunos de los trabajos más pesados. Las hermanas estaban envejeciendo, y me sentia mal por ellas trabajando tan duro. Mi fuerza no era ni de cerca la de un hombre lobo completo, pero era más fuerte que el humano promedio. Habin hecho las paces con ser un lobo latente; un hombre lobo que no tenia lobo, o donde el lobo era tan débil que no se manifestaba. Eso haci
a más fácil para mi vivir entre humanos.
-Tengo un regalo para ti en el mostrador de allá -me dijo la señora Andersen.
-No tenías que h hacerlo, gracias dije antes de hundir mis dientes en un danés aún tibio y suspirar de alegría.
Verte comer mis pasteles es un deleite dijo la mujer mayor con una cálida sonrisa. Haciamos esto todas las mañanas. Yo le traia la harina del almacén, ella me daba un regalo y un poco de su increible café, y yo
insistia en que no era necesario, y ella insistia en que si lo era.
–
-Tengo el turno de almuerzo, así que volveré antes de que oscurezca le dije mientras salía, sosteniendo el café para llevar.
-Que tengas un buen día, querida, y tal vez di que si si Jessie te invita a salir de nuevo
escuché antes de que la puerta se cerrara detrás de mi. Jessie era el soltero más deseado del pueblo, aunque eso no decía mucho en este lugar. Pero habia sido la estrella del equipo de fútbol de la secundaria. Era guapo, trabajador, tenia su propia granja que realmente daba ganancias y, en general, era un buen tipo. Jessie habia intentado coquetear conmigo desde que llegué hace cuatro años, pero a diferencia de las mujeres locales, yo lo rechazaba. No solo la primera vez, sino cada vez desde entonces. Se habia convertido en una broma en el pueblo, y sabía que la gente estaba apostando sobre cuándo finalmente cedería. Lo bueno de Jessie era que nunca se ofendia cuando lo rechazaba. Bromeaba al respecto tanto como cualquier otro y, con los años, nos
habiamos hecho buenos amigos.
Al entrar en el restaurante, fui recibida por Rich, el cocinero, y la señora Jones. Terminé el último sorbo de café de mi taza, cuidando de no derramar nada en mi uniforme verde menta.
-CeCe está casando los ketchups. ¿Podrías empezar con las servilletas? -preguntó la señora Jones.
-Claro–dije mientras salia a la parte delantera del restaurante para saludar a mi otra amiga. Si, durante mi tiempo en este pueblo, solo habla hecho dos amigas de verdad. Pero eran dos más de las que esperaba. CeCe era un año mayor que yo y más animada de lo que yo había sido nunca. Usualmente solo se necesitaba una mesera a la vez en el restaurante. Pero era temporada turistica, lo que significaba que seriamos dos. También significaba que teníamos que contratar a una tercera mesera temporal, ya que CeCe y yo no podiamos cubrir todos los turnos. Era un fastidio, ya que este año estábamos atrapadas con Dara. Dara no era una mala chica, usualmente solo era torpe, distraída y vivia más en su propia cabeza que en el mundo real. Para ser honesta, causaba más trabajo del que ayudaba. Pero la señora Jones decía que Dara necesitaba salir de la casa y entrar en el mundo real. Tenía una cosa por rescatar personas, como algunas mujeres mayores rescataban gatos callejeros, la señora Jones rescataba personas callejeras. No podía objetar, ya que ella me habla rescatado a
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- mi. También habia rescatado a CeCe, pero de una manera Ambas éramos leales a la mujer mayor, así que no objetábamos tener a Dara en el restaurante.
Qué alegría verte–dijo CeCe cuando me acerqué a ella. Nos abrazamos y volvimos al trabajo.
-¿Cómo fue tu viaje?-preguntó mientras comenzábamos.
-Estuvo bien–dije. Ayer había sido mi dia libre y les había dicho a todos que iba a salir a hacer turismo y relajarme. Lo que realmente hice fue conducir tan lejos como pude y aún asi regresar a tiempo para mi turno de hoy. El cumpleaños de mi madre era en un par de dias y eso significaba que le enviaba una postal. Usualmente solo decia que estaba bien y que esperaba que tuviera un buen cumpleaños. Hacia lo mismo para los cumpleaños de mi padre y mi hermano, asi como para el final del cielo lunar. Es como Navidad y Año Nuevo juntos para los hombres lobo. Conducía a pueblos remotos para que el envio no pudiera ser rastreado hasta donde vivía. No sabia si estaba siendo amable o cruel al enviar las cuatro postales cada año. Solo queria
que supieran que estaba bien. No necesitaban preocuparse. Y yo estaba bien. La vida tal vez no era perfecta, pero estaba bien. El dolor sordo seguia ahl en el fondo de mi estómago, pero había dejado de doler. O tal vez me habia acostumbrado al dolor. De cualquier manera, no me molestaba tanto ahora como al principio. Era un recordatorio de que estaba viva, era una sobreviviente y una luchadora. Habia construido mi vida desde
cero y estaba orgullosa de lo que tenia, aunque no fuera mucho.
-¿Has visto al bombón que acaba de sentarse en tu mesa?-me preguntó CeCe. Estábamos en medio de la hora del almuerzo y el restaurante estaba lleno de locales y turistas. Miré hacia la mesa a la que sabía que se referia, ya que era la única libre en mi sección. Mi cuerpo se congeló al verlo. Era un hombre lobo, todos mis sentidos me lo decian, y para colmo, era un Alfa. Mi boca se secó y mis piernas se negaron a moverse.
-CeCe, ¿podrías hacerme el favor de atender esa mesa por mi? Puedo tomar dos o tres de las tuyas a cambio. Incluso te cambio la de los cuatro niños–le pedí. Escuché la desesperación en mi voz.
-¿Estás segura, Amic? ¿Lo has visto? Delicioso–dijo.
-Todo tuyo -dije. No se equivocaba. El Alfa se veía como la mayoría de los Alfas, grande, fuerte, seguro de sí mismo. Combinalo con cabello rubio que parecía tener vida propia de una manera juguetona y ojos azules. profundos y tenias delicioso. Pero los Alfas eran problemáticos, especialmente para ml. Era el primer lobo con el que me encontraba desde que dejé la manada y no quería llamar más la atención de la necesaria. Sabia que él ya sabía lo que yo era. Si yo podia detectarlo en una habitación llena de humanos, él, con sus sentidos de Alfa completamente desarrollados, no tendría problema en notarme. CeCe se acercó a él y tomó su orden. La vi coquetear con él y él le sonrió educadamente. Hice mi mejor esfuerzo por ignorarlo y mantener mi distancia. Fue dificil ya que estaba en mi sección del restaurante, pero creo que hice un buen trabajo. Cuando
pago y se fue, me senti aliviada, no habia intentado hablar conmigo.
Te perdiste de ese. Guapo, agradable sin ser espeluznante y un gran propinador -dijo CeCe–¿Quieres que dividamos la propina? -preguntó luego. Negué con la cabeza. Ella se la había ganado y aunque la familia con cuatro niños no había dejado una gran propina, tampoco hablan sido tacaños. Con gusto sacrificaria la propina para evitarlo. El resto del día estuve en alerta máxima. Estaba nerviosa y seguia revisando para
asegurarme de que el Alfa desconocido no estuviera cerca de mi.
-¿Estás bien, querida?-preguntó la señora Jones mientras me preparaba para irme.
-Estoy bien, pero gracias por preguntar–le dije.
Pareces un poco… no sé dijo.
-Nerviosa ayudó Rich.
Si, esa es la
la palabra correcta estuvo de acuerdo.
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Estoy bien, solo que no dormi lo suficiente anoche. Iha a ir a casa y tomar una siesta. Estoy segura de que
lo mejorard–menti. Me daba una excusa para quedarme en casa.
Oh, pobre querida. Haz eso. ¿Quieres que envie a Dara con algo de cena?-preguntó la señora Jones. Realmente era una mujer maravillosa.
No, gracias, señora Jones, Lo aprecio, pero estaba deseando la cena que planeaba cocinar–le dije. Tantas mentiras en un solo dia, me darin dolor de estómago si continuaba asf.
Bueno, entonces, corre y llámame si necesitas algo.
Gracias, señora lones–dije y le di un abrazo. Me apresuré a casa y cerré la puerta detrás de mi. Sin Alfa. Estaba a salvo y él se iria del pueblo y todo volvería a la normalidad.