Libro 2❘ La Vida Fabulosa de Jay: Capítulo 28
Evan
Finalmente, dejé el apartamento de Jay y volví a mi habitación en la casa de la alberca. No quería dejar a Jay, pero sabía que tenía que hacerlo.
Nunca me había sentido tan satisfecho como ahora. El placer que sentí al tener sexo con Jay fue increible. Definitivamente nunca sentí este tipo de placer o satisfacción cuando tenía sexo con mujeres. Estaba deseando hacer más cosas con Jay.
Cuando me meti en mi cama, me sentí solo. Deseaba que Jay aún estuviera a mi lado y que
todavía estuviéramos en abrazos desnudos.
Cuando me desperté, era domingo y sé que mi mamá insiste en que siempre tengamos un desayuno familiar los domingos. Cuando todos estábamos en casa de la universidad, sin importar qué, todos alrededor de la mesa para el desayuno del domingo era una regla que
mamá no permitía romper.
Me levanté, me vestí y fui a la casa principal. Al entrar en la cocina, ahí estaba mi mamá, preparando la masa.
-¿Waffles? —le pregunté.
-Sí, creo que estación de waffles. ¿Puedes llevar las diferentes frutas a la mesa por mí,
cariño? -me preguntó.
-Claro -dije mientras abría la nevera para agarrar los tazones de fruta que había cortado allí.
-Así que, solo tú y yo ahora. ¿Cómo fue tu cita? -susurró mi mamá.
Giré la cabeza desde la nevera para mirarla y dije:
-Fue realmente agradable, mamá. Realmente la disfruté.
-¿Jay se divirtió? -preguntó mi mamá.
-Estoy seguro de que él también la disfrutó mucho le dije sonriendo.
Mi mamá me miró y luego dijo:
-Ok, tengo la sensación de que esta conversación ya no es apta para todos los públicos con ese comentario. Sigo siendo tu madre y no quiero que expliques nada más. Mantengamoslo como si fuera una cita agradable. -Mi mamá se rio.
Me acerqué a ella y le di un beso en la cabeza. Mi mamá era bajita, media 1.63 metros. Yo,
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mis hermanos y mi papá la superábamos en altura porque todos medíamos más de 1.83
metros.
-Te quiero, mamá – le dije.
Ella me sonrió y respondió:
-Yo también te quiero, cariño.
Llevé la fruta a la mesa. Para entonces, Adam estaba entrando en la cocina y mi mamá le
gritó:
-Crema batida, salsa de chocolate y caramelo.
Adam agarró las cosas y las llevó a la mesa donde puse la fruta.
Mi papá entró en la cocina después y fue directamente hacia mi mamá, abrazándola por
detrás.
-Estás haciendo mi favorito, supongo que es seguro decir que te hice muy feliz anoche comentó con picardía.
-Ah, hombre, papá, ¿en serio? -se quejó Adam.
-Oye, ya son todos adultos y están fuera de casa, se me permite se rio mi papá.
Mi mamá lo miró y le sonrió.
-Chispas de chocolate.
Mi papá le dio un toque en la nariz y asintió.
-Con gusto.
Fue a uno de los armarios y sacó una bolsa de chispas de chocolate.
-¿Por qué tengo la sensación de que “chispas de chocolate” es una palabra en clave para ustedes dos? -pregunté con suspicacia.
Mi mamá resopló y mi papá sacudió la cabeza mientras pasaba junto a mí en su camino al comedor para dejar la bolsa en la mesa.
Sí, esa era su palabra en clave para algo. Tampoco quería saber más. Viéndolos juntos, me di cuenta de que quería la relación que ellos tenían. Llevaban casi 29 años juntos y aún actuaban como adolescentes enamorados.
Habían tenido altibajos en su relación a lo largo de los años, pero siempre habían sido sólidos en su amor el uno por el otro. Eso era lo que esperaba poder conseguir. ¿Quizás Jay era con
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quien eso podía suceder?
-Evan, ve a despertar a tu hermano perezoso -ordenó mi mamá.
Austin aún no estaba en la cocina. Siempre era el último en levantarse. Era el juerguista, se
quedaba despierto toda la noche y podía dormir todo el día.
Subí las escaleras a la habitación de Austin y, efectivamente, allí estaba, dormido en la cama.
Me acerqué y lo toqué.
-Amigo, despierta -le insistí mientras lo sacudía.
-Mami, cinco minutos más -murmuró.
-¿Mami? No soy mami. ¿Qué eres, como de cinco años? -le solté, tocándolo de nuevo.
Austin se incorporó en su cama después de que continué sacudiéndolo.
-¡Estoy despierto, maldita sea! -gruñó.
-Es domingo -le recordé.
-¿Y? Oh, mierda, el desayuno familiar… Ugh–protestó, dejando caer su cuerpo de nuevo en el
colchón.
-Baja, mamá está haciendo gofres y casi termina -le dije.
-¿Mierda, mamá y papá están besuqueándose ahí abajo entonces? -preguntó con fastidio.
-Un poco–respondí.
-Genial… -bufó Austin y luego me miró con curiosidad-. Así que, ¿fue la primera cita
anoche? ¿Cómo te fue?
-Fue muy bien. Fue muy satisfactorio -afirmé.
Austin levantó las cejas.
-¿Tan bien? Tengo curiosidad, pero no quiero preguntar.
-¿Qué? -repliqué.
-Es raro. No sé si debería preguntarte… titubeó, jugueteando con su manta.
-¿Qué? Solo pregunta -lo animé.
-¿Es diferente a estar con una mujer? -inquirió finalmente.
-Sí, lo es. Me sentí más a gusto anoche con él. Nunca sentí eso con una mujer -admití.
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Austin asintió lentamente.
-Entiendo eso. No entiendo el atractivo que tienes por estar con un chico porque no me atraen los chicos, pero solo tenía curiosidad por saber cómo era diferente.
Me reí y le respondí:
-Está bien, lo entiendo. No hay problema en que me preguntes. Es lo mismo, el sexo es sexo, pero para mí fue mejor.
-Me alegra que lo hayas disfrutado y que haya sido una buena cita -dijo Austin con una
sonrisa.
-Gracias. Ahora vístete o mamá subirá aquí enseguida -le advertí.
-Mierda, ok, ok, dile que ya bajo -aceptó con resignación.
Finalmente, Austin apareció en el comedor. Todos nos sentamos y comenzamos a desayunar.
-Stephen, ¿no tienes algo que quieras decirles a nuestros hijos? -dijo mi mamá, dirigiéndole una mirada a mi papá.
-Sí, bueno, chicos -comenzó mi papá mientras tomaba un bocado de su gofre. Tragó y nos miró-. Los tres ya son adultos, lo cual no puedo creer.
-Lo sé, parece que fue ayer cuando estaba embarazada de Evan -recordó mi mamá con
nostalgia.
Mi papá le sonrió antes de continuar:
-Bueno, con los tres entrando ahora en la vida adulta, significa que puedo empezar a disfrutar más tiempo con su mamá y trabajar menos. Ustedes saben que en algún momento se harán cargo de la empresa y yo podré retirarme.
-Lo sabemos, papá. Evan va a ser tu reemplazo como CEO, yo seré el CFO y el hermanito de
allá será el VP. Lo sabemos, lo sabemos -intervino Austin mientras se llenaba la boca con
gofres.
-Listillo -refunfuñó mi papá. Sí, bueno, quiero involucrarlos más ahora que los tres están de vacaciones y técnicamente ya son universitarios. Así que mañana, vístanse para la oficina.
Los tres van a ser pasantes.
-Antes de que empiecen a quejarse, papá dejó la mejor parte para el final. También recibirán
un cheque de p**o. Así entenderán lo que se siente ganar dinero en lugar de solo esperarlo –
añadió mi mamá.
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-¿En serio? ¿Me vas a pagar esta vez por traerte café? -preguntó Austin, divertido.
-Harás más que solo traer café, Austin. Quiero que empiecen a aprender sus posiciones – aclaró mi papá-. Evan estará conmigo. Austin, vas a estar con Ted aprendiendo cómo trabaja un CFO. Y Adam, sé que quieres ser abogado, así que pensé en ponerte en el departamento legal para que entiendas cómo funciona el derecho corporativo.
-Me gusta esa idea, papá. Keira va a trabajar con mamá en su negocio -comentó Adam.
-Adulador -se burló Austin, lanzándole un arándano.
-¡No lances la fruta! ¡Los arándanos manchan, Austin! -exclamó mi mamá.
-Lo siento, al menos Ted es divertido para conversar -respondió Austin encogiéndose de
hombros.
-Austin, no es una fiesta. Quiero que te lo tomes en serio -le advirtió mi padre.
-Papá, lo haré. Tranquilo, vamos. Me va bien en la escuela, soy presidente de mi fraternidad. No te preocupes -replicó.
-Con lo que te haces el tonto, admito que es sorprendente lo bien que te va comentó mi
padre.
Austin se encogió de hombros y respondió:
-Es un don, qué puedo decir.
-Cariño, creo que lo que papá quiere decir es que nunca sabemos qué tan serio eres con las cosas. Te tomas todo con calma -añadió mi mamá.
-Mamá, papá. Está bien. Me divierto y soy serio al mismo tiempo, vean -afirmó, sentado allí
con una sonrisa tonta en el rostro, sin moverse.
-¿Estás seguro de que es mi hijo? ¿El hospital no lo confundió con el hijo de otra persona? preguntó mi papá a mi mamá, riendo.
-Se parece a ti, Stephan, así que sí, estoy segura de que ese bobo es de tu semilla -soltó mi mamá entre carcajadas.
-Ah, mamá, ¿tenías que decir eso? -gimió Austin.
-Escuchen, ya no son unos niños. Sé que los tres probablemente podrían enseñarnos
algunas cosas a su papá y a mí. Así que acostumbrense, finalmente puedo divertirme con mi
esposo sin que uno de ustedes me interrumpa -expresó mi mamá con satisfacción.
Los tres gemimos en la mesa.
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-Mamá, eso es asqueroso–protestó Adam.
-Bueno, ella tiene razón. Es agradable no tener que cuidar lo que digo. ¿Chispas de
chocolate, querida? -bromeó mi papá.
-Ah, hombre, eso es un código. Ahora nunca volveré a ver las chispas de chocolate de la
misma manera -me quejé esta vez.
-Bienvenidos a la adultez cuando sus padres se están convirtiendo en nido vacío -concluyó
mi mamá con diversión.
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