Capítulo 33
Daniel frunció aún más el ceño al escuchar aquello.
Carlota sí que tenía agallas; ya estaban divorciados y aun así el abuelo seguía preocupándose por ella.
¡Hasta a él, su propio nieto, le daba celos el cariño que su abuelo le tenía a Carlota!
-Yo también lo decidí -dijo Leonardo con firmeza-. Si realmente se divorcian, entonces tendré que hacer algunos cambios en mi testamento. Voy a dejarle una parte de mi herencia a Carlota.
-Abuelo -Daniel ya no pudo contenerse-, ¿le va a dejar parte de la herencia a ella? ¡Si solo ha estado en nuestra familia por tres años!
-¡Maldito mocoso! -Leonardo también perdió la paciencia. Agarró lo primero que tuvo a la mano y comenzó a lanzárselo a Daniel-. ¿Cómo pude tener un descendiente como tú? ¡Si Carlota fuera mi nieta, todo sería mejor! No fuiste capaz de protegerla, y ya es bastante que no te haya echado de la familia Zelaya. Pero, ¿todavía te atreves a cuestionarme? ¡Voy a cambiar mi testamento! ¡Hace un momento aún pensaba dejarte algo, pero ahora he decidido que todo lo tuyo se lo daré a Carlota! ¡Ese dinero es mío, y se lo doy a quien yo quiera!
Daniel terminó siendo expulsado de la casa.
Por su parte, Carlota no tenía idea de lo que había pasado, solo supo que Daniel salió de la mansión de los Zelaya con muy mala cara. Ya en casa, se enteró de que el abuelo había estallado en furia y que, al parecer, incluso le había hecho un chichón en la cabeza a Daniel, por lo que no pudo evitar soltar una risita y en el fondo, sintió calidez en su corazón.
El abuelo realmente la trataba muy bien. Lástima que, de todos modos, tenía que divorciarse. Aunque, quizá algún día, cuando su bebé naciera, podría contárselo en secreto al abuelo. Ese pensamiento la hizo reafirmar su decisión de proteger a su hijo.
Mientras tanto, Viviana observaba a Daniel, quien la había acompañado de regreso, en su rostro se reflejaba una preocupación genuina.
-Daniel, ¿te pasó algo? Te ves muy molesto.
-No es nada, mejor descansa.
No parecía tener ganas de hablar mucho.
-Pero…
Antes de que pudiera decir algo más, Daniel se marchó y ella apretó los puños con fuerza.
¡Todo era culpa de Carlota! Seguramente se había puesto de acuerdo con Leonardo para humillarla a propósito. Pero no importaba, Daniel pronto se divorciaría de esa mujer y para entonces, perdería hasta su última carta. Tarde o temprano, todas las humillaciones que había sufrido ese día, se las devolvería con creces.
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01:10
Al día siguiente, Carlota llegó al apartamento que Gerardo había preparado para ella, el lugar nc era grande, pero sí limpio y acogedor, lo cual la dejó satisfecha. De ahora en adelante viviría sola, sin sirvientes ni ayuda, por lo que un espacio pequeño sería más fácil de mantener ordenado.
-Hoy mismo puedes mudarte. Si necesitas algo más, solo dime.
Dijo Gerardo con una sonrisa.
-Gracias, Gerardo. Está perfecto así.
-Vamos al supermercado a comprar algunas cosas esenciales. Imagino que no es conveniente traer cosas de la casa de tu exmarido, ¿verdad?
Por supuesto que no. Además, la mayoría de los muebles de allá eran demasiado grandes para ese apartamento. Una lástima por el sofá y la cama que había escogido con tanto esmero en su momento, y ni hablar de los artículos de uso diario. El mayordomo siempre compraba lo mejor y más caro, pero allí se verían fuera de lugar.
Junto a Gerardo, bajó al supermercado y compraron algunas cosas, como era de esperarse, tomó todas las bolsas sin dudarlo. Sin embargo, ninguno de los dos se dio cuenta de que alguien los observaba.
-Oye, Daniel, ¿esa no es tu esposa? -Alfredo le dio un codazo a su amigo-. Mira, está comprando cosas con otro hombre… y él la está cuidando bastante bien.
Daniel desvió la mirada y vio a Carlota junto a Gerardo.
Los dos hombres habían ido a una pequeña empresa llamada Diseño Innovador para hablar con su director sobre un famoso diseñador. Sin embargo, antes de siquiera entrar, se toparon con aquella escena.