Capítulo 25
Carlota se encogió de hombros sin entender nada.
-¡Carlota!
vála
Desde atrás, se escuchó la voz emocionada de Rebeca, quien se acercó corriendo, la tomó del hombro y comenzó a sacudirla con fuerza.
-¿Qué está pasando aquí? ¿Ese es tu esposo? ¿Daniel es tu esposo?
Por un instante, Carlota había olvidado completamente a su amiga.
Rebeca habia estado conteniéndose todo ese tiempo. Desde que Daniel entró, ella se quedó con la boca abierta, mirando todo con incredulidad, como si su concepción del mundo se hubiera derrumbado por completo.
-¿No me dijiste que tu esposo era una persona común y corriente? ¿Este es tu estándar de “comun“?
Si Daniel era un hombre “comun“, ¿entonces qué quedaba para los demás?
Al ver la expresión exagerada de Rebeca, Carlota solo pudo llevarse la mano a la frente y suspirar.
-Bueno… lo siento, no te había dicho la verdad, pero es que tampoco sabía cómo explicarlo. Además, independientemente de lo que haya habido entre Daniel y yo, nos vamos a divorciar.
-¿Pero cómo terminaron juntos? ¡Me lo ocultaste muy bien por tres años!
-Vamos adentro, te lo contaré con calma.
Ahora que la Casa del Sabor les había ofrecido la comida gratis, no podían desperdiciarla.
Después de lo ocurrido, los meseros parecían haber cambiado de actitud por completo.. Atendian a Carlota y Rebeca con una deferencia exagerada, casi como si quisieran alimentarlas directamente con sus propias manos.
Rebeca no pudo evitar suspirar.
-Definitivamente, el mundo de los ricos es otra cosa. ¡Los meseros de la Casa del Sabor siempre eran con nosotras!
Carlota terminó de contarle su historia con Daniel, y Rebeca, indignada, golpeó la mesa.
-No puedo creer que Daniel sea ese tipo de persona. Jamás lo hubiera imaginado.
Carlota suspiró.
-Da igual. Fui yo quien pensó que podía alcanzarlo, que podia estar con él.
Al escuchar ese tono de resignación, Rebeca suavizó su expresión y la consoló en voz baja.
-Bueno, bueno, te entiendo. ¿Quién podría resistirse a un hombre así? Rico y guapo, es el tipo
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Capitulo 25
de persona que parece sacada de una fantasía. Antes, cuando lo veía en la televisión, no me parecía tan increíble, pero ahora que lo vi en persona, ¡madre mía, es como un sueño!
Enseguida se dio cuenta de que lo que dijo no estaba bien y sacudió la cabeza.
-No, no, no, espera. ¡Pero si es un desgraciado! ¿Cómo pudo embarazar a otra mujer? Olvidalo, Carlota, al menos lo disfrutaste tres años, asi que no saliste perdiendo.
Carlota no pudo evitar soltar una carcajada, y bueno, Rebeca no estaba del todo equivocada.
-¿Por qué no tomamos una copa para celebrarlo? -sugirió Rebeca-. ¡Mi mejor amiga ha estado con Daniel Zelaya, eso merece un brindis!
De manera instintiva, Carlota miró su vientre y rápidamente rechazó la idea de beber.
-Mejor no. Tengo trabajo que hacer y si me emborracho, ¿qué voy a hacer mañana?
-Está bien, está bien.
Más tarde, recibió una llamada de Gerardo.
¿Por que te fuiste sin hacerte la cirugía?
-Ya no la necesito, fue un error del hospital. En realidad, no estoy embarazada.
-¿En serio? ¿Cómo pudieron cometer semejante error?
-Ya no importa. Oye, Gerardo, ¿puedes ayudarme a encontrar un departamento para rentar? Me divorcié y no tengo dónde quedarme.
-Por supuesto. Cerca de mi empresa hay algunos departamentos en renta, te quedaría muy cerca tanto de la oficina como de mi casa.
-Gracias, Gerardo.
Al día siguiente, Carlota llegó a la empresa de Gerardo.
-Dicen que contrataron a una diseñadora de la nada. ¿Quién sabe de dónde salió?
-¿No será la amante del Sr. Loredo? La vi entrar a su oficina y la verdad, es bastante guapa.
-No me digas eso. Si es así, nos espera un infierno.
Carlota ni siquiera había entrado al edificio cuando ya estaban hablando de ella. Mientras tanto, en su oficina, Gerardo le entregaba los documentos.
-Con respecto al proyecto que aceptaste, los clientes quedaron muy satisfechos con tus bocetos y ya te han enviado el adelanto. Aquí está el contrato, échale un vistazo. También decidieron que tú te encargues del diseño final.
Carlota lo meditó un momento.
-Por ahora, no puedo firmar con mi nombre. ¿Podría hacerse a nombre de la empresa?
Aún no había terminado de desligarse de Daniel y legalmente, seguía siendo la Sra. Zelaya. Si
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alguien se enteraba, quién sabe qué clase de habladurías podrían surgir. Lo único que quería en ese momento era divorciarse en paz.
Por supuesto, no hay problema. Déjame revisar el contrato por ti.
De verdad, muchisimas gracias, Gerardo–le agradeció Carlota con sinceridad.
¿Pero qué dices? Si desde hace tiempo sabia que te habías casado con un desgraciado, debiste haber venido a buscarme antes.