Capítulo 21
Viviana entró con el pastel en las manos y se encontró con aquella escena.
Daniel colgó el teléfono con una expresión de furia que ella jamás le había visto antes, como si estuviera a punto de matar a alguien. Agarró su abrigo y se dirigió hacia la puerta apresurado.
–
-Daniel, a dónde vas? ¿Qué pasó?
-Tengo algo que hacer.
Con los ojos llenos de lágrimas, Viviana agarró su manga con fuerza.
-Pero…. acabo de terminar el pastel y ya te vas. Tú…
que algo
Sus ojos reflejaban una ternura infinita mezclada con una gran tristeza. Daniel sintió que a dentro de él se ablandaba por un instante.
-Está bien, pero de verdad tengo que irme. Lo siento, lo probaré la próxima vez.
Echó un vistazo al pastel, suspiró y finalmente tomó una cucharada; el dulzor se expandió en su boca, empalagoso y denso, por lo que frunció el ceño sin poder evitarlo.
Viviana se llenó de esperanza, pero al notar su expresión, volvió a adoptar una mirada inocente y como un cervatillo asustado, le preguntó con ilusión:
-¿Qué te parece?
-¿No le pusiste demasiado azúcar? -preguntó él con sinceridad.
Viviana se quedó perpleja.
-No, lo hice igual que siempre. Antes te encantaba así.
Daniel se quedó absorto por un momento, sin saber qué responder. ¿De verdad habia tenido ese sabor siempre? Sin embargo, en su memoria, parecia distinto.
Comparado con los que Carlota solía hacer, ese dejaba mucho que desear y no pudo evitar sentirse decepcionado. No, espera… ¿por qué estaba comparando a Viviana con Carlota?
Sacudiendo esos pensamientos, su tono se volvió más neutral.
-Debe ser porque comí demasiado rápido. Está bien, descansa, yo tengo que ocuparme de algo.
Dejó la cuchara sobre la mesa, tomó su abrigo y salió sin mirar atrás.
-¡Daniel…!
Por un momento, Viviana creyó que él se quedaría, pero no. Solo había probado una cucharada del pastel por compromiso, luego se marchó sin dudarlo. Maldita sea, ¿qué era tan importante como para hacer que se fuera de esa manera?
No podía ser, ¿algo relacionado con Carlota otra vez?
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Carlota escuchó el tono de llamada cortarse y sintió una profunda repulsión en su interior. Toda esa dulzura y encanto de Viviana le provocaban náuseas, ella jamás podría actuar así en
su vida.
Ofelia y las demás quedaron boquiabiertas tras escuchar lo que Carlota acababa de decir. Todos decían que se había casado con un viejo rico y que por eso había desaparecido durante tres años. Nadie habia sabido de su matrimonio y ni siquiera hubo boda. Decian que le daba tanta vergüenza que ni siquiera se habia atrevido a contarles la verdad a sus amigos.
Antes de que pudiera reaccionar, Rebeca bajó la voz con incredulidad. No entendia…. ¿su amiga no estaba divorciada? ¿Cómo se atrevió a hacer esa llamada?
-Carlota, ¿te volviste loca…?
Carlota le dedicó una mirada tranquila y como si todo estuviera bajo control, la tomó del brazo para apartarla un poco.
-Tranquila, sé lo que hago.
-Pero….
Aunque su esposo llegara, ¿qué podía hacer?
Después de todo, no era más que un hombre común y corriente.
Pasaron unos minutos y Ofelia, que esperaba con impaciencia con las piernas cruzadas, frunció el ceño, molesta.
-Carlota, ¿seguro que no estás fingiendo? ¿Acaso ese hombre siquiera existe? Llamaste a alguien al azar y dijiste que era tu esposo, ¿no será que solo intentas salir bien librada de esta? Carlota apretó los puños en silencio, la oficina de Daniel no estaba lejos de alli.
¿Por qué aún no llegaba?
¿De verdad no vendría?
¿Ni siquiera con esa amenaza se molestaría en aparecer?