Capítulo 6
Ella esbozó una sonrisa fria y trató de incorporarse a pesar del dolor en su cuerpo, pero un punzante dolor en el vientre la detuvo. Su cuerpo sequia débil tras el reciente aborto, además, habia estado demasiado ocupada ese día y parecía que incluso se olvidó de tomar los antibióticos.
-Yo no hice nada.
-¿Crees que no te escuché? ¿Qué acabas de decirle a Viviana?
Los ojos color ambar de Daniel destellaban con furia.
Las palabras que acababa de escuchar eran simplemente impensables. Había captado cada una de ellas, sin perderse ni un solo detalle. Aún no podia creerlo, esa mujer tenia una lengua afilada y no se guardaba nada. ¡Se atrevía a decir cualquier cosa sin ningún reparo!
Carlota sonrio con palidez.
Claro, Viviana era la mujer que él amaba. Si ella se quejaba con una voz tierna diciendo que algo le dolía, eso tendría más valor más que mil explicaciones de Carlota. Por ende, apretó los dientes y dijo:
-Entonces, ¿qué esperas para llevarte bien lejos a la mujer que tanto amas? Yo conozco todos tus retorcidos gustos en la cama. Si no te alejas ahora, tal vez se me escape algún detalle… y no creo que a tu querida Viviana le haga mucha gracia escucharlo
El rostro de Daniel se tornó sombrio.
-Carlota, eres la mujer más descarada que he conocido.
-Ja… No tengo dinero, ni a nadie, tampoco un trabajo. ¿De qué me sirve tener dignidad?
El dolor en su vientre seguía retorciéndose como una tormenta implacable. Lo único que quería era que esa pareja de desgraciados desapareciera de su vista cuanto antes.
Daniel la miró fijamente, como si en ese momento, la estuviera viendo por primera vez. Finalmente, dejó escapar un suspiro. Ya qué, de todos modos, se divorciarían al día siguiente y nunca más tendría que verla, por lo que sosteniendo a Viviana, paso de largo junto a ella.
Carlota permaneció sentada en el suelo, observando las miradas de las empleadas de la tienda. No supo cuánto tiempo pasó hasta que finalmente reunió fuerzas para recoger la ropa, los zapatos y los bolsos que había dejado esparcidos.
¿Qué dinero le llevaría a Ainhoa?
Se sentía completamente perdida, pero en ese momento, no tenía otra opción.
Cuando llegó a casa, se encontró llamando a Gerardo. Pensó por un momento y luego dijo:
-Gerardo, ¿hay algún diseño que pueda hacer ahora? Necesito dinero con urgencia. Si hay algo prioritario, puedo empezar
de inmediato.
Del otro lado, Gerardo vaciló un instante antes de responder:
-De hecho, hay uno… Lo necesitan con urgencia, pero es un diseño bastante complejo. Dudé en aceptarlo porque me preocupaba que no pudiéramos manejarlo.
-Déjame intentarlo.
Gerardo creó rápidamente un grupo de chat. Pero cuando los clientes se enteraron de que Carlota era una novata, expresaron su escepticismo abiertamente.
-Hemos preguntado a varios estudios reconocidos y ninguno se atrevió a aceptar este proyecto. ¿Estás segura de que puedes hacerlo?
-Déjenme intentarlo -respondió Carlota-, Mañana por la mañana les tendré un boceto. Si les convence, podemos hablar del adelanto.
Los clientes no confiaban del todo, pero aceptaron a regañadientes.
Después de recibir la introducción y requerimientos del proyecto, Carlota se tomó un momento para analizarlo y enseguida se puso a trabajar.
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Capítulo 6
Pasó la noche en vela.
Al amanecer, finalmente terminó el boceto y lo envió. Luego, agotada, se desplomó sobre la mesa y se quedó dormida. Cuando despertó, ya eran las ocho y media. Se levantó de golpe y revisó el grupo de chat, había mensajes nuevos.
¡Maldición! ¿De verdad hiciste esto tú? ¿Seguro que eres una novata? ¡Esto es increíble! Tengo que llevar tu diseño directamente con nuestro director. ¡Es una obra maestra digna de un diseñador de talla internacional!
Carlota suspiró de alivio. Afortunadamente, después de tantos años, todavía no había olvidado lo esencial.
Apurada por salir, recogió sus cosas y se dirigió al registro civil. Justo cuando bajó del taxi, de repente sintió un mareo
intenso.
-Alguien se ha desmayado!
Escuchó a alguien gritar. Cuando volvió a abrir los ojos, ya estaba en el hospital.