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La Falsa Muerte 1

La Falsa Muerte 1

Capítulo

-Señorita Loyola, lamento informarle que su fecha de fallecimiento está programada para el quince del próximo mes. Será un accidente automovilístico. Por favor, firme aquí para confirmar

Esmeralda Loyola sostenía el bolígrafo entre sus dedos temblorosos, sus ojos recorriendo con meticulosa atención las líneas del documento que le había entregado el Centro de Servicios de Muerte Fingida. El papel, de un blanco casi cegador, parecía burlarse de la tormenta que rugía 

en su interior

-Brrr- 

El zumbido de su celular irrumpió como un latigazo en el silencio. Era Valentín Espinosa, su esposo. Ella dejó el bolígrafo con suavidad sobre la mesa y deslizó el dedo por la pantalla para contestar. Al otro lado, una voz impaciente atravesó la línea

-¿Qué pasa que no estás en casa? ¿Qué vamos a comer Pablo y yo

-¡Y mi ropa de ayer sigue sucia en el cesto

-¿Sigues enojada porque llevé a Pablo al cumpleaños de Jazmín? Llevamos años casados, Esmeralda, ¿y todavía te pones celosa por estas cosas

Esmeralda apretó los labios hasta que el color huyó de ellos, forzando una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Su mirada se detuvo en la marca rojiza que la aguja había dejado en el dorso de su mano, un eco de la soledad que la había abrazado en el hospital la noche anterior. Con fiebre abrasadora y el cuerpo rendido, había marcado el número de Valentín, esperando 

que 

él la rescatara. Pero él, en cambio, había preferido llevar a su hijo a una fiesta

Quizá no valgo tanto como imaginé, pensó, mientras las palabras de su hijo resonaban en su memoria: Mami, ¿puedes no arruinar el día? Hoy es el cumpleaños de Jaz“. 

-¡Esmeralda! ¡Contéstame, carajo

La voz de Valentín cortó sus pensamientos como un látigo. Ella inhaló profundo, dejando que el aire llenara sus pulmones como si pudiera apagar el fuego que la consumía, y respondió con una calma gélida

-Antes de , tampoco te morías de hambre, Valentín. Y meter la ropa en la lavadora es tan fácil que hasta Pablo podría hacerlo

-¡Cómo te atreves

Sin darle tiempo a terminar, Esmeralda colgó y alzó la vista hacia el empleado frente a ella, cuyos ojos destilaban una mezcla de lástima y comprensión muda

-Perdone la espera. Ya firmo

Con un trazo firme, casi liberador, dejó su nombre en el papel

444 

02:56 

Capitulo 

La puerta de la casa se abrió con un leve crujido, y el aroma cálido de una cena recién hecha envolvió a Esmeralda al cruzar el umbral. Sus pasos vacilaron, sorprendida. Desde que Pablo tenía tres años, Valentín había despedido a la cocinera, insistiendo en que solo la comida de Esmeralda era digna de su mesa. Así habían pasado dos años, con ella entre sartenes y ollas, sin descanso

Mientras se preguntaba si él habría cedido y contratado ayuda, Jazmín Varela emergió de la cocina. Llevaba el cabello recogido en un moño desenfadado y el delantal de conejitos que Esmeralda solía usar, ahora ceñido a su cintura como si le perteneciera

-¿Esme, ya llegaste

Jazmín le dedicó una sonrisa deslumbrante y giró la cabeza hacia la cocina

-¡Valentín, apúrate con la sopa! ¡Esme está aquí

Esmeralda se quedó inmóvil, el asombro robándole el aliento. ¿Valentín cocinando? Él, que siempre había despreciado la cocina por el humo y el desorden, que la obligaba a bañarse varias veces tras preparar la cena para borrar cualquier rastro de grasa antes de acercarse

Y entonces lo vio. Valentín salió con una olla humeante entre las manos, la camisa blanca arremangada hasta los codos, sin la chaqueta impecable que solía definirlo. Por un instante, parecía el esposo ideal de una pintura doméstica

-Es increíbledijo Esmeralda, dejando el bolso sobre una silla con un movimiento lento, mientras una risa seca escapaba de su garganta—. Cualquiera diría que ustedes son la familia perfecta

Valentín frunció el ceño, su expresión endureciéndose como si hubiera mordido algo amargo

-No solo descuidas a tu hijo, sino que llegas con sarcasmos. La maestra del kínder dijo que ni siquiera fuiste por Pablo. ¿Qué haces todo el día como madre

-Si no fuera por Jazmín, que lo recogió y preparó la cena, el niño estaría con el estómago vacío

Esmeralda lo miró fijamente, una sonrisa helada curvando sus labios

-¿Y acaso lo tuve yo sola? ¿No es también tu hijo, Valentín

-Valentín, ya cálmate -intervino Jazmín, su voz suave pero firme, como quien apacigua a un animal inquieto

Pablo, que jugaba con sus carritos en un rincón, se acercó corriendo con los ojos muy abiertos

-Papá, no quiero que mamá me recoja más. Prefiero a Jaz, ella me compra helados

Esmeralda inclinó la cabeza hacia su hijo y le sonrió con una dulzura quebradiza

-Perfecto, pequeño. Entonces no te recogeré más. Y ya no me digas mamá

-Papȧ, Jaz, ¡miren cómo se puso mamá! ¡Me da miedo

02-56 

Capítulo

El niño se aferró a la pierna de Valentín, y Esmeralda, con el corazón latiendo en un compás roto, dio media vuelta para no derrumbarse frente a ellos

La Falsa Muerte

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Score 9.9
Status: Ongoing Type:
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