Capítulo 36
Dicho eso, se llevó a Paola consigo.
Belén se quedó parada en su lugar, realmente divertida por la situación. Insistieron en que fuera sólo para hacer ese espectáculo, ¿qué necesidad había? Belén pensó en irse, pero como había prometido asistir, decidió entrar al salón privado de todos modos.
Todos la saludaron calurosamente al verla llegar. Paola, al ver a Belén rodeada de atención, mostró un destello de disgusto en sus ojos, pero rápidamente sonrió de nuevo y le dijo a Adán que iba al baño.
La ausencia de una persona no era un gran problema, Belén estaba constantemente siendo arrastrada a conversaciones, y aunque no estaba acostumbrada a tanta efusividad, no se
desanimó.
Un rato después, Adán de repente le lanzó su celular: “Paola te busca“.
Ese tono era como si le debiera millones.
Belén frunció el ceño: “¿Qué quiere de mí?“.
Adán chasqueó la lengua: “¿Por qué no contestas y te enteras?“.
Belén sintió una irritación aún mayor en su interior, pero aun así tomó el celular.
“Hola“.
“Belén, me llegó la regla, estoy en el baño y no puedo salir, ¿podrías traerme una toalla sanitaria? Gracias, Belén“.
Belén respiró hondo, estaba a punto de decir que podría pedirle al personal que se la llevera, pero Paola colgó de golpe.
Belén estaba atónita.
Considerando que al fin y al cabo todas eran chicas, Belén fue a pedir lo necesario en la recepción y se dirigió al baño.
“¡Belén, llegaste!“.
Al ver a Paola parada perfectamente bien en la entrada del baño, Belén frunció el ceño.
“Dijiste que no podías salir, ¿qué pasa?“.
Paola le sonrió levemente a Belén: “Claro que te estaba engañando“.
Belén maldijo por lo bajo “loca” y se dio la vuelta para irse.
De repente, Paola agarró su brazo, con una voz desgarradora: “¡No te vayas!“.
Belén pensó que Paola estaba fuera de sí, justo cuando iba a pedirle que la soltara, de repente
1/2
03:29 T
Capitulo 36
sintió un dolor agudo y punzante en la muñeca. Como si algo hubiera perforado su muñeca de repente.
“¡Ah!“.
Belén gritó de dolor y por reflejo sacudió la mano. En un “choque“, Paola de repente se golpeó contra la pared, golpeándose la cabeza con fuerza.
“¡Belén!“.
Antes de que Belén pudiera revisar qué le había pasado a su muñeca, fue empujada con fuerza y cayó al suelo sin poder esquivar, se torció el tobillo y el dolor en su muñeca y tobillo la hizo llorar.
“¿No te dije que si tenías algo en contra vinieras a mí directamente? Quieres destacar para tratar de llamar mi atención actuando diferente conmigo mientras maltratas a Paola a mis espaldas, Belén, ¡qué repugnante eres!“.
Belén, sorprendida, levantó la vista y, a pesar de las lágrimas que nublaban su visión, pudo ver claramente el desdén en el rostro de Adán.
“No fui yo, fue ella misma…“. Belén no soportaba ser difamada y empezó a explicarse, pero Adán la interrumpió impaciente: “¿Quieres decir que ella misma se lanzó contra tu mano? ¿Nos tomas por tontos?“.
De repente, Belén sintió que todo era una pérdida de tiempo.
Miró su mano, una herida sangrante marcaba su muñeca, y su tobillo estaba terriblemente
hinchado.
Adán, por su parte, sólo tenía ojos para su Paola.
Con esfuerzo, Belén se puso de pie, mirando fríamente a Adán.