Capítulo 30
Rosalía, al escuchar a Belén, dijo inmediatamente: “Bueno, vámonos, no queremos seguir estorbando aquí. Estoy harta de este ambiente“.
Belén, siendo arrastrada por Rosalía, le dio una palmada en la muñeca y sonrió levemente hacia Paola: “Lo siento, no podré unirme a ustedes para comer, sigan sin mí, no se preocupen por mí“.
Paola se tensó por completo.
Ella pensaba que después de su actuación, Belén se sentiría ofendida o incluso explotaría de ira. Después de todo, Rosalía parecía lista para matar a alguien.
Era imposible que Belén no mostrara ningún cambio de emoción.
¿Acaso realmente ya no le importaba Adán?
Adán pensaba lo mismo que Paola, observando cómo Belén mantenía una sonrisa sin fisuras, como si lo que había pasado no mereciera su atención y que realmente ya había pasado, así que se sintió extremadamente irritado y empezó a hablar con sarcasmo: “Belén, deja de actuar delante de mí, ¿crees que con eso te voy a invitar a comer con nosotros? Si no quieres ir, entonces no vayas, no es como si no tuvieras manos o pies, ¿vas a morir de hambre acaso?“.
Hablaba irónicamente, convencido de que Belén seguramente le contestaría, ya que siempre se preocupaba por lo que él comía, temiendo que comiera algo malo y le doliera el estómago.
Pensó que al decir eso, Belén entendería su intención, pero para su sorpresa, ella asintió, mostrando un fuerte acuerdo con sus palabras: “Exactamente, así que por favor no se preocupen por mí“.
Adán, al escuchar cómo Belén usaba la palabra “por favor” para distanciar claramente su relación, se tensó aún más: “¡Bien! ¡Recuerda lo que has dicho!“.
“¡No esperes que te invite a comer con nosotros en el futuro, no me culpes si no acepto!“.
Dicho eso, Adán rápidamente subió al auto con Paola. Con un fuerte golpe, la puerta del auto se cerró, y Adán, como si estuviera liberando su frustración, pisó el acelerador a fondo, dejando a Rosalía y Belén tragando el humo del escape.
“¡Maldición!“. Rosalía estaba aún más enfadada: “¿Qué le pasa a Adán?“.
Belén observó la dirección por la que se había ido el auto de Adán, y finalmente soltó la mano que había estado apretando.
Bajó la mirada, sintiendo una tristeza en el fondo de su corazón.
Las marcas de sus uñas en la palma de su mano eran muy evidentes, mostrando cuánto se había esforzado. Belén apretó la mandíbula, intentando controlar su respiración para no empezar a llorar.
“¿Todavía no puedo hacerlo? Parece que pretender que no me importa es aún más difícil que
1/2
03:28
Capitulo 30
perseguir sin dignidad a Adán“. Pensó ella.
Pero Belén no se arrepentía.
Realmente quería empezar a vivir por sí misma.
“Vamos a comer“.
Adán aceleró hasta los 200 km/h. Paola estaba tan asustada que se había puesto pálida. Pero en ese momento, no podía preocuparse por su miedo, sino que comenzó a temer profundamente a Belén. El hecho de que Adán se mostrara tan vulnerable por ella, significaba que Belén ocupaba un lugar más alto en su corazón de lo que ella había imaginado. No, no podía permitir que esos dos se reconciliaran. Esa era su oportunidad, ¡y tenía que
aprovecharla!