Capítulo 27
Belén se detuvo de golpe.
En el fondo, maldijo su suerte.
No esperaba encontrarse con Adán y Paola justo abajo del dormitorio de chicas.
Con lo grande que era la universidad, ¿acaso no tenían otro lugar para demostrar su amor?
“¿Belén?“.
Rosalía, la compañera de cuarto y buena amiga de Belén, la miró sorprendida al verla detenerse de repente: “¿Por qué te detuviste? ¿Olvidaste algo?“.
Belén ocultó su molestia y sonrió a Rosalía: “No es nada, de repente recordé algunas cosas, mejor vámonos al aula“.
Como era el primer día de clases, Belén no quería llegar tarde.
Aunque la universidad era más libre que la secundaria, la especialidad de Belén era una de las más prestigiosas, y los profesores eran reconocidos en su campo, con un carácter bastante difícil, restaban puntos por cualquier cosa, y algunos estudiantes habían reprobado hasta el punto de graduarse años más tarde.
Belén no quería ser una de ellos. Aunque no le gustaban las finanzas, siendo la única hija en su familia, tenía responsabilidades que no podía eludir.
“Hoy la primera clase es con el profesor Exterminador“.
Rosalía no era de San Gregorio, sino que vino de la Provincia de Comala para estudiar en la universidad. Las chicas de allí solían ser muy directas. Al conocer a Belén, Rosalía se sintió atraída por ella de inmediato, diciendo que le gustaba su dulzura y que complementaban perfectamente sus personalidades, convirtiéndose así en amigas inseparables.
Belén se llevaba bien con todos gracias a su cortesía innata, aunque eso a veces le había costado ser aprovechada.
Desde que Rosalía se unió a ella, aquellos que querían tomar ventaja de ella se lo pensaban dos veces, y Belén estaba muy agradecida por ello, convirtiéndose en verdaderas amigas.
El profesor Exterminador era el apodo que Rosalía le puso al profesor de economía.
Ese profesor, que apenas cumplió cincuenta, parecía haber entrado en la menopausia con su mal genio y su afición por dar sermones. Era riguroso en los conocimientos básicos, pero tendía a extender sus clases y no permitía llegadas tarde ni salidas tempranas. Rosalía lo llamaba el “exterminador de los que se duermen en clase“.
Al principio, Belén pensaba que era un poco inapropiado, pero terminó acostumbrándose al apodo.
“Entonces, debemos apurarnos, o el profesor Exterminador nos hará pagar“.
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Capítulo 27
Al ver a Belén, normalmente calmada, apresurándose, Rosalía no pudo evitar burlarse: “El profesor Exterminador realmente se merece su fama“.
Belén escuchó el tono burlón en su voz y estuvo a punto de sonreírle, pero de repente Rosalía frunció el ceño y miró a lo lejos con el rostro lleno de ira.
“¿Esos no son Adán y Paola? ¿Adán la trajo a la universidad?“.
Como buena amiga de Belén, Rosalía sabía cuánto le gustaba Adán a Belén.
Con ira en sus ojos, Rosalía estaba lista para confrontar a Adán y Paola directamente.
“Y yo que pensaba que hoy llegaste temprano porque Adán, que siempre solía dormir hasta tarde, había cambiado por miedo a que te castigaran por llegar tarde, como aquella vez que casi te llamaron la atención. ¿Y resulta que Adán, en lugar de preocuparse por si llegarías tarde, fue a buscar a Paola? ¿Se volvió loco o qué?“.
La familia de Rosalía, que estaba en la Provincia de Comala, era bastante conocida, y su temperamento explosivo la hacía intocable en la universidad. Aunque Adán y sus amigos eran corteses con ella, Belén sabía que no les importaba realmente la familia de Rosalía y que si quisieran, podrían hacerle la vida imposible a alguien.
Belén no quería que su amiga tuviera problemas por su causa, así que rápidamente la detuvo.
“¡Rosalía, cálmate! Te explicaré todo sobre esto“.