Capítulo 34
Rosalía le dijo: “¡Adán tendrá sus momentos de arrepentimiento!“.
Belén se mordió el labio, estaba a punto de enfatizar que “ya no tengo nada que ver con Adán“, pero sintió que insistir en ello sólo haría parecer que en realidad todavía le importaba mucho, así que al final no dijo nada.
Rosalía tampoco continuó hablando sobre Adán, y después de charlar un rato, Belén comenzó a recibir mensajes de familiares y amigos.
Rosalía se acercó a mirar, notando que la mayoría eran palabras cariñosas como “Gracias, querida Belén“. Eso sólo hizo que su curiosidad aumentara, y no pudo resistirse a preguntar: “Belén, no pareces alguien carente de amor, con tantas personas que te quieren y cuidan de ti. ¿Por qué decidiste perseguir a Adán?“.
¡Si al menos Adán la hubiera tratado bien! Pero claramente, Adán no era bueno con ella en
absoluto.
“Bueno…“. Belén recordó aquel terremoto de años atrás, y a esa persona que siempre estuvo a su lado dándole ánimos, no pudo evitar sonreír y sacudir la cabeza.
“Tuvo sus buenos momentos, sólo que probablemente él mismo los haya olvidado“.
Rosalía miró a Belén con curiosidad, queriendo seguir preguntando, pero al ver que Belén no estaba muy dispuesta a hablar, decidió dejarlo pasar.
“Vaya, estoy cansada, mejor vamos a descansar, mañana hay clases temprano“.
Belén asintió suavemente, justo cuando estaba por ir a lavarse y descansar, su celular vibró.
Lo revisó y vio un mensaje de Adán, quien había cambiado su número para enviarle un
mensaje.
“¿Compraste regalos para todos menos para mí? Belén, ¿cómo puedes ser tan infantil? Bueno, bueno, quiero ver cuánto tiempo puedes seguir desafiándome“.
Belén miró el mensaje por un momento antes de borrarlo sin expresión alguna, y se dirigió al baño a lavarse.
El agua tibia salía de la ducha, diluyendo el frío de su corazón.
“Adán, ¿qué te hace pensar que después de lo que me hiciste, sólo estoy enojada contigo?“.
Pensó.
Ella era una persona, no una máquina; su corazón había sido herido profundamente en el tiempo que pasó persiguiéndolo.
Adán, en su apartamento fuera del campus, recién salido de la ducha con una toalla envolviendo su cintura y el cabello goteando agua, se sentó ansiosamente en el sofá a revisar nuevos mensajes.
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Capitulo 34
Paola le había enviado un mensaje hace un minuto.
Adán lo deslizó sin mirar y se dio cuenta de que no había más mensajes.
No lo creía y refrescó varias veces, pero no encontró nada.
Miró en su bandeja de salida, el mensaje a Belén yacía ahí, junto a una bandeja de entrada. vacía, lo que hacía que el mensaje pareciera aún más desolador.
De repente, Adán se enfureció, sacó la segunda tarjeta SIM, la rompió y la tiró al basurero.
“¡Si puedes, entonces nunca más me contactes!“.
Adán se lanzó sobre la cama, no le importó que hubiera mojado el sofá, abrió las publicaciones en su celular y vio que todos estaban compartiendo los regalos que Belén les había dado.
Eran pequeños detalles sin mucho valor, pero Belén explicó con notas adhesivas por qué compró esos regalos y por qué los entregó, lo que hizo que esos padres, acostumbrados a los lujos y las rarezas, apreciaran esos regalos llenos de intención.
No se sabía quién empezó, pero pronto se convirtió en una cadena de publicaciones.
Adán vio que incluso sus padres recibieron regalos, excepto él, lo que le hizo ponerse aún más
furioso.
Algunos en el grupo incluso bromeaban inocentemente.
“Mi muro de publicaciones está lleno de regalos de Belén, hay que admitir que Belén es un encanto, es muy considerada con los mayores, no me sorprende que mis padres la adoren
tanto“.
“Ahora que todos hemos compartido, ¡el que no lo ha hecho es el más avergonzado!“.
“Jejeje, ese no soy yo, ¡yo tengo un regalo!“.
“Acabo de contar especialmente, de las más de veinte personas en nuestro grupo, sólo una persona no ha hecho publicaciones, ¿adivinen quién es?“.
Al leer eso, Adán lanzó su celular como si hubiera recibido una descarga eléctrica y,
cubriéndose la cara, soltó una maldición con todo su ser.