Capítulo 33
La sonrisa en el rostro de Jairo se congeló de repente.
No esperaba que Manuela hubiera llamado à Consuelo para que fuera.
Parecía que ella estaba decidida a romper definitivamente con Benjamín.
Ese maldito de Benjamín, al final había logrado que ella se alejara.
“Señor Jairo, lo siento mucho por las molestias que Benjamín le ha causado.” La voz de Consuelo era suave y educada, pero Jairo percibió otro tono en sus palabras, pues claramente, se estaba comportando como si fuera la pareja legítima.
Consuelo se acercó, intentando levantar a Benjamín mientras le decía: “Benjamín, te llevaré a
casa.”
Justo cuando iba a tocar a Benjamín, Jairo extendió la mano para detenerla, diciéndole: “Srta. Consuelo, siendo una mujer, podría ser difícil para usted llevarlo de regreso. Déjeme hacerlo a mí.”
Ese día había llevado a su chofer, por lo que llevar a dos hombres a casa no sería un problema.
El motivo de llamar a Manuela había sido para darles una oportunidad de estar juntos, pero como Manuela no la aprovechó, él tampoco permitiría que Consuelo lo hiciera.
Consuelo entendió claramente sus intenciones.
Estaba claro que al llamar primero a Manuela, Jairo no aprobaba la relación entre ella y Benjamín.
Aunque Consuelo quería enfrentarse a él, se contuvo y dijo suavemente: “Ya que estoy aquí, permítame ayudarle a compartir la carga.”
La voz de Consuelo era suave, pero su fuerza no lo era en absoluto. Con determinación, apartó a Jairo y levantó a Benjamín.
Jairo trató de recuperar a Benjamín, pero este apartó su mano, exclamando: “¡No me toques!”
Jairo apretó los dientes, pensando: ‘¡Vaya inútil! ¡Te lo mereces por no tener esposa!‘
¡Ya no le importaba!
Al ver que Benjamín estaba más cerca de ella, Consuelo sonrió con satisfacción, llevándolo
sola al auto.
Benjamín estaba tan borracho que no tenía claridad mental y murmuraba algo
constantemente.
El bar estaba lleno de ruido, y Consuelo no pudo escucharlo claramente, pero fuera de aquel lugar, finalmente escuchó lo que Benjamín murmuraba: “Manu, lo siento…”
La sonrisa en el rostro de Consuelo desapareció instantáneamente, y su expresión se volvió fría
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Capitulo 33
y aterradora.
Benjamín despertó al amanecer.
Conocía muy bien ese cuarto, era la suite del hotel donde se hospedaba Consuelo.
¿Cómo había llegado allí?
Mientras pensaba, la puerta del dormitorio se abrió, y Consuelo entró con un tazón de sopa de pollo.
“¿Despertaste? Justo preparé algo de comida, pruébala.” Comentó Consuelo, acto seguido colocó la bandeja en la mesa de noche, y levantando la sopa, dijo: “Te daré de comer.”
Benjamín tomó la sopa y sus labios se apretaron ligeramente, luego preguntó: “¿Anoche te ofendí de alguna manera?”
Consuelo entendió perfectamente, por lo que respondió: “No, llegaste y te dormiste.”
Ella sabía medir sus pasos, aún no había iniciado una relación formal con Benjamín, y una relación física precipitada solo lo alejaría.
Benjamín asintió, indicando que lo entendía.
Consuelo lo observó comer en silencio, y preguntó casualmente: “¿Por qué fuiste a beber anoche? ¿Tuviste algún problema?”
La mano de Benjamín que sostenía la cuchara se detuvo, y respondió despreocupadamente: “Algo de trabajo.”
La mano de Consuelo, que estaba en su regazo se tensó, después dijo: “¿En serio? No te presiones demasiado, es bueno relajarse de vez en cuando.”
“Sí.” Dijo Benjamín, después de unos minutos terminó de comer y pronto se fue del hotel.
Consuelo recogió sus cosas y también salió del hotel.
La noche anterior, había sospechado que Benjamín iría a buscar a Manuela, así que después de que él se fue, lo siguió en secreto y tal como sospechaba, el auto de Benjamín estuvo estacionado toda la noche frente al edificio de Manuela, y al amanecer, se dirigió a Desarrollo
Aurora.
Antes, Benjamín nunca le había mentido sobre algo relacionado con Manuela, pero ese día, sin embargo, lo había ocultado.
Eso indicaba que en algún rincón de su corazón, ya había surgido un sentimiento que no podía
confesar.
Quizás en ese momento solo era una pequeña semilla, pero si se dejaba sin control, tarde o temprano crecería hasta convertirse en un árbol gigante.
Consuelo no podía esperar más.