Capítulo 4
Durante años, nadie se había dado cuenta de su relación.
¿Cómo se había enterado esa joven sin cerebro?–
Manuela retrocedió dos pasos y con una sonrisa radiante en su rostro, dijo: “Entonces es
cierto.”
Anteriormente, había visto por casualidad a Omar y a una secretaria salir juntos en el mismo auto de la empresa, y dado que Omar nunca escatimaba en quejas sobre su esposa, había llegado a esa conclusión, más no esperaba haber acertado.
¡Benjamín realmente sabía cómo elegir a su personal, pues sus asistentes eran igual de despreciables que él!
“¿Qué…?” Omar se quedó perplejo, pero pronto reaccionó y exclamó: “¡Me estabas sonsacando!”
Manuela dejó de sonreír, y sus ojos se volvieron fríos cuando dijo: “Entonces, ¿me dejarás entrar? ¿O prefieres que toda la empresa se entere de tu aventura con la secretaria?”
Omar reprimió su frustración y dejó pasar a Manuela.
Antes de entrar, ella le recordó “amablemente“: “Por cierto, no olvides confesárselo a tu esposa, si no, yo misma se lo contaré.”
Independientemente de si ella decidía quedarse o marcharse, al menos merecía saber la
verdad.
Omar apretó los dientes con rabia, y las palabras salieron de él con dificultad: “Lo sé.”
Manuela no se molestó en discutir más con él y empujó la puerta de la oficina del presidente para entrar.
La oficina estaba bien insonorizada, por lo que Benjamín no había oído nada de lo afuera y pensó que era Omar quien entraba.
que sucedía
Cuando levantó la vista de los documentos y vio el rostro de Manuela, su expresión se ensombreció un poco más, y cuestionó: “¿Cómo entraste?”
“Por la puerta.” Respondió Manuela, luego se dirigió al sofá y se sentó, cruzando sus largas y blancas piernas, reclinándose con pereza en el reposabrazos del sofá.
Tal vez por tener un cuerpo de un par de años más joven, su temperamento también había vuelto un poco a la juventud, atreviéndose a mostrar su descontento con Benjamín.
“Te esperé toda la mañana en el ayuntamiento, ¿por qué no viniste? El tiempo del Sr. Benjamín es valioso, pero yo tampoco estoy desocupada.” Comentó Manuela.
Al escuchar eso, el frío en los ojos de Benjamín se tiñó de algo diferente, mirándola fijamente, como si quisiera ver dentro de su alma para confirmar si decía la verdad.
16.0
Capítulo 4
No creía que realmente hubiera ido al ayuntamiento, ya que pensaba que el asunto del divorcio era solo un truco más para llamar su atención, el mismo viejo y torpe truco de siempre, pero, en comparación con el pasado, esa vez, su actuación había mejorado significativamente, pues realmente parecía querer divorciarse.
Una ola de irritación inexplicable surgió en su interior y pensando que era simplemente ella quien lo había enfadado de nuevo, no le dio importancia.
Él habló, con una voz fría y distante: “¿No estás desocupada? ¿Ocupada con qué? ¿Planeando tu próximo berrinche?”
Manuela se burló: “¿Yo haciendo berrinches? Es evidente que tú no mantienes la ética masculina, siempre estás pensando en otra mujer y engañándome emocionalmente, pero resulta que
ahora me culpas a mí. La boca del Sr. Benjamín es realmente experta en tergiversar la verdad.”
El rostro de Benjamín se ensombreció aún más y la secretaria, que sostenía unos documentos, se secó el sudor silenciosamente mientras pensaba que después de unos días sin verla, ¿cómo era que la joven Manuela se había vuelto tan hábil con las palabras?
Ser capaz de dejar sin palabras al Sr. Benjamín era un logro único de Manuela.
¿Quién más tendría el valor de hacerlo?
Al ver a Benjamín, siempre tan altivo, sin palabras para refutar, Manuela no se sintió en absoluto satisfecha, pues sus palabras no eran más que una victoria pírrica.
Aunque había decidido cortar lazos con Benjamín, no podía simplemente exponer su doloroso pasado sin sentir un mínimo de dolor.
Manuela respiró profundo y sin querer perder más tiempo en palabras innecesarias, dijo: “El ayuntamiento abre a las dos, vámonos, después habrá mucha gente.”
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