Capítulo 31
Ella estaba totalmente sin palabras.
“¿Sigues queriendo que te recuerde el día en que desperté y te encontré quitándome los pantalones?”
“¿O prefieres que te muestre las cámaras de seguridad donde te lanzaste a mis brazos?”
Ainhoa se ruborizó. Que Marcelo revelara su pasado de esa manera la dejaba sin palabras, pero el tono burlón del hombre también le molestaba un poco. Con un suspiro, y una expresión de sinceridad absoluta, dijo: “Sr. Marcelo, admito que hice todas esas cosas, pero fue por el cariño que te tengo, como cuando ves a un perro grande y bonito y no puedes evitar acariciarlo.”
La expresión de Marcelo cambió al instante y le preguntó molesto: “¿Me estás llamando perro?”
“Ves, Sr. Marcelo, vuelves a malinterpretarme. Solo es una metáfora, como si fueras un perro.” Dijo Ainhoa con total sinceridad: “Si algo te ha llevado a un malentendido, es mi culpa. Por favor, disculpame.”
Marcelo la miró fijamente antes de soltar una carcajada: “¿Perro? Ainhoa, ¿acaso tu afición es
vestirte…”
Su mirada recorrió a Ainhoa de arriba abajo, y con un gesto en sus labios, añadió: “¿Tan provocativa?”
Ainhoa siguió la mirada de Marcelo por su propio cuerpo y respondió: “Está bien, dado que solo estamos tú y yo aquí, no hay de qué preocuparse.”
La sonrisa de Marcelo se tensó ligeramente y en el siguiente instante, con un movimiento brusco, tiró de Ainhoa hacia la bañera.
Ainhoa, tomada por sorpresa, ya había caído bajo el control de Marcelo antes de que pudiera reaccionar. Se quedó rígida un momento, instintivamente queriendo resistirse, pero al levantar la mano, recobró la cordura. No debía actuar impulsivamente. Relajó su cuerpo y miró a Marcelo preguntándole: “Sr. Marcelo, ¿ya tuviste suficiente diversión? Si es así, déjame ir.”
Marcelo la miró fijamente mientras le decía: “Estás demasiado tranquila para estar bajo un
hombre.”
Ainhoa sonrió con sinceridad: “Es que el Sr. Marcelo es alguien en quien se puede confiar.”
“¿Me estás provocando otra vez? Ainhoa, realmente eres inteligente, pero aún muy ingenua. Un hombre tiene muchas maneras de obtener lo que quiere de una mujer y de atormentarla.”
Mientras hablaba, Marcelo se inclinó hacia Ainhoa, sus manos estaban firmemente en su cintura, y con un gesto brusco, desgarró la tela que apenas cubría su cuerpo.
El rostro de Ainhoa cambió de inmediato y justo cuando iba a hablar, sus labios fueron sellados. Marcelo la besó. No, aquello no era un beso, era un mordisco, con una mirada fría,
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Capitulo 31
como la de un depredador acechando a su presa.
Ainhoa se puso rígida, los vellos de su cuerpo se erizaron. Ya no pudo contenerse y justo cuando estaba a punto de actuar, Marcelo la soltó.
En el instante en que se liberó, Ainhoa salió de la bañera apresuradamente, su pijama empapado estaba pegado a su cuerpo, delineando su figura esbelta como si fuera una segunda piel. Tomó una toalla cercana y se cubrió diciéndole: “Sr. Marcelo, si no hay nada más, me retiro,”
Antes de que terminara de hablar, Ainhoa ya se había dado la vuelta sin dudar.
Marcelo la observó mientras se alejaba, lamiéndose la sangre del labio, con una expresión indescifrable. Si no se había equivocado, Ainhoa había intentado atacarlo. En otras palabras, Ainhoa no era una mujer indefensa y desvalida.
Pero se suponía que era solo una hija abandonada por la familia Sosa.
Marcelo tomó su teléfono y llamó a Tristán: “Investiga a Ainhoa.”
“¿No habíamos investigado ya todo sobre ella?”
“No es suficiente, quiero todos los detalles.” Hizo una pausa y agregó: “Que la división secreta se encargue.”