Capítulo 22
“Estoy dispuesta.” Ainhoa aceptó de inmediato, mirando sinceramente a la Sra. Lomeli y agradeciéndole: “Muchas gracias.”
“No es más que una palabra, pero como eres nueva, el puesto al que irás no será muy alto, debes estar preparada.”
“Entiendo que todo lo hace por mi bien.”
La Sra. Lomeli estaba muy satisfecha con la actitud de Ainhoa. La eficiencia de la Sra. Lomeli era alta, y pronto organizó el trabajo de Ainhoa, así que al día siguiente, Ainhoa fue al Grupo
Lomeli.
Sabía que su matrimonio con Marcelo no duraría mucho, y para evitar problemas futuros, le pidió al chofer de la familia Lomeli que la dejara una calle antes, caminando hasta el Grupo Lomeli. Al llegar al lugar, vio que los altos ejecutivos estaban formados a ambos lados de la
entrada.
“El Sr. Marcelo está por llegar a la empresa, prepárense todos.”
Apenas se dijeron esas palabras, una larga caravana llegó y se detuvo frente al Grupo Lomeli. Rápidamente, un Bugatti Veyron negro se abrió, y Oliver se apresuró a bajar la silla de ruedas. Marcelo, apoyándose en sus brazos, se sentó en la silla.
A diferencia de antes, cuando solía tropezar, esa vez Marcelo estaba muy firme. Aunque sus piernas no funcionaban bien y estaba en una silla de ruedas, emanaba una presencia fuerte y
segura.
Algunas jóvenes del Grupo Lomeli no pudieron evitar gritar emocionadas, diciendo cosas como “¡Qué guapo es, incluso en silla de ruedas!”
Ainhoa frunció el ceño. Anteriormente, le había tomado el pulso de Marcelo, y aunque estaba despierto, su estado de salud no era bueno, y no debería estar desgastándose mentalmente al dirigir el enorme Grupo Lomeli. Se suponía que los médicos de Marcelo le habrían advertido, pero si él seguía adelante, era su elección. Como dicen, es difícil aconsejar a quien no quiere escucharconsejos, así que no pensó intervenir.
Con indiferencia en su rostro, Ainhoa se disponía a ir al departamento de diseño cuando sintió una fuerte presión desde atrás, empujándola hacia adelante. En un abrir y cerrar de ojos, cayó en los brazos de Marcelo en su silla de ruedas.
Ese incidente los dejó a todos boquiabiertos. Los guardaespaldas de inmediato se pusieron en alerta, rodeándolos, como si cualquier movimiento en falso por parte de Ainhoa pudiera
costarle la vida.
“Es un malentendido, soy empleada del Grupo Lomeli.” Ainhoa intentó levantar la cabeza para explicar, pero un dolor agudo en el cuero cabelludo la hizo retroceder y su mejilla se pegó de nuevo contra el abdomen del hombre.
02:35
“¿Qué estás haciendo?” El rostro de Marcelo se oscureció al instante, y su voz salía entre dientes.
“Lo siento. Tu cremallera atrapó mi cabello. Estoy tratando de solucionarlo.” Ainhoa jalaba con fuerza, pero cuanto más lo hacía, más se enredaba el cabello, sin poder deshacer el nudo.
Con cada movimiento suyo, su rostro rozaba de un lado a otro.
La vena en la sien de Marcelo comenzó a palpitar y su expresión era terrible. En voz baja, le ordenó: “¡Mujer tonta, no te muevas más!”
Ainhoa detuvo sus movimientos de golpe. Ella también notó la reacción de Marcelo, la cual eral muy masculina. En el siguiente segundo, su rostro se tornó rojo como un tomate. Nunca en su vida había experimentado una situación tan embarazosa.
Justo cuando Ainhoa pensaba en arrancar la cremallera de Marcelo, sintió que la sujetaban por la cintura. Ainhoa intentó luchar, pero escuchó la amenaza de Marcelo: “¡Si quieres morir, sigue.
moviéndote!”
Los movimientos de Ainhoa se detuvieron de inmediato. Luego, en una postura extraña, fue llevada en brazos por el hombre, siendo llevada lejos.
02:36