Capítulo 107 Pedir ayuda
Cuando Cecilia recobró el sentido, el hombre en el suelo ya guardaba silencio. Se inclinó rápidamente para tocarle la frente, que ardía aún más que antes. Se levantó en busca del botiquín, que permanecía en su lugar habitual, pero todos los medicamentos habían caducado. Natanael no había pedido a nadie que lo reabasteciera.
Sin más opciones, Cecilia tomó cubitos de hielo de la nevera, los envolvió en un paño y los usó para refrescarlo. Luego, encargó por Internet la entrega de algunos medicamentos.
Al intentar administrarle la medicina a Natanael por primera vez, este se negó a abrir la boca. No le quedó más remedio que añadir miel para que la tomara a regañadientes. Nadie hubiera imaginado que el legendario Natanael tuviera debilidad por lo dulce.
Inicialmente, Cecilia quiso trasladarlo al sofá, pero él pesaba demasiado y ella carecía de fuerzas suficientes. Así que lo dejó tendido en el suelo, bajó ligeramente la temperatura del aire acondicionado y lo cubrió con una fina manta.
Finalmente, agotada, sucumbió al sueño en el sofá.
Cuando los rayos del sol poniente acariciaron su rostro, Natanael logró abrir sus pesados párpados y se encontró en el suelo. Se frotó la cabeza y, al incorporarse, vio a Cecilia profundamente dormida en el sofá. Permaneció inmóvil un momento, observando la manta que lo cubría, la toalla húmeda a su lado y el montón de medicinas cercanas.
Natanael levantó la manta con cuidado, pero al ponerse de pie sintió un mareo. «¿Desde cuándo estoy tan terriblemente enfermo?», se preguntó.
-Por fin estás despierto -dijo Cecilia, despertándose al oír sus movimientos.
Al ver que Natanael había recuperado la conciencia y no estaba gravemente herido, Cecilia fue directa al grano:
-Considerando que hoy te he cuidado, por favor, perdona a Viviana, ¿sí? Ella lo hizo todo por mí. Me disculpo ante tu novia en su nombre. Lo siento.
Natanael, aún aturdido, no comprendía a qué se refería. «¿No había venido por el niño?», pensó.
-¿Quién es Viviana? -preguntó confundido.
Cecilia explicó:
-Mi amiga, Viviana Cazal, fue quien expuso el plagio de Estela en Internet. Me disculpo si eso molestó a tu novia, Estela. Pero te pido que tengas un poco de clemencia. En cuanto al post, lo eliminaré.
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4:51 pm
- GG.
Capitulo 107 Pedir ayuda
+5 Perlas
Fue entonces cuando Natanael recordó. Efectivamente, Estela lo había llamado ese mismo día pidiendo ayuda.
-Si eso no es suficiente, puedo emitir una disculpa pública–ofreció Cecilia.
Al ver que Natanael permanecía en silencio, Cecilia sintió un nudo en la garganta.
-Me disculpo no porque admita que fue una calumnia, sino por respeto a tu autoridad. Si decides no mostrar piedad, está bien, siempre que tu conciencia esté tranquila.
Cuando terminó de hablar, se dispuso a marcharse para idear otro plan. Natanael, luchando contra otra oleada de vértigo, dio un paso adelante y la sujetó firmemente por la muñeca.
-¿Cuándo he dicho que no te ayudaría? -cuestionó.
De repente, Cecilia sintió una fuerte amargura mientras lo miraba en silencio. Natanael sintió que ella casi lo sacaba de sus casillas.
-No me había percatado de que esa persona es tu amiga. Me pondré en contacto con el departamento jurídico -aseguró, y apretó con más fuerza la mano de Cecilia-. ¿Has venido aquí solo por este asunto?
Cecilia estaba confundida. «Aparte de esto, ¿qué otra cosa podría ser?», pensó. Si no hubiera sido por Viviana, no habría venido.
Natanael se rió amargamente. Hacía un momento se había preguntado si Cecilia había cambiado de opinión, si tal vez, al enterarse de la existencia del niño y verlo enfermo, había venido a cuidarlo. Inesperadamente, todo era por otra persona.
Cuando la miró fijamente, Cecilia se sintió totalmente incómoda.
-¿Podría contactar al departamento jurídico lo antes posible? Ahora vuelvo -dijo, retirando la mano y disponiéndose a marcharse.
Natanael, lleno de incredulidad, preguntó:
-¿Es así como se pide ayuda a alguien?