Capítulo 23
Cuando Olga descolgó el teléfono y habló primero, quedó claro quién había ganado en esa batalla de voluntades. Federico soltó una risa fría diciendo: “Para lograr un divorcio sin problemas, inventaste un falso informe médico, Olga, eres una compléta embustera“.
Ella no se defendió, dejó su orgullo y dignidad a un lado una vez más: “Fue mi error, no debí engañarte con un falso informe médico. Aunque lleva el nombre de Zoraida, lo conseguí en el mercado negro. Zoraida no tiene idea de esto“.
“¿Zoraida no lo sabe?” Federico replicó con sarcasmo: “Ya he verificado con un organismo profesional, el informe no solo es auténtico, sino que todas las firmas de los médicos también
lo son“.
Olga sintió que no le quedaba ninguna salida. No importaba cuánto Federico la atacara o la presionara, èlla podía resistir, pero nunca permitiría que Zoraida sufriera por ayudarla.
Zoraida provenía de una familia de médicos y era la única hija de ellos, además, su abuelo y padre eran reconocidos ginecólogos en Bahía Esperanza, quienes tenían grandes esperanzas puestas en ella. Si eso llegaba a los tribunales y Zoraida era culpable, perdería su licencia médica, y su brillante futuro se arruinaría. Olga cargaría con una deuda de gratitud que nunca podría saldar. Eso no era lo que ella quería.
Comparado con el futuro de Zoraida, ¿qué importaba su propia humillación?
“Zoraida se vio arrastrada por mí, te suplico que retires la demanda, dirígelo todo hacia mí.” Su voz se quebró.
Federico se quedó en silencio al otro lado de la línea diciéndole:
“Si no quieres divorciarte, sigamos juntos. Si realmente quieres un hijo, me haré otra revisión el próximo mes y, si todo está bien, empezamos a intentarlo.” Olga trató de complacer al hombre al otro lado del teléfono.
En ese momento, solo tenía un pensamiento en mente: haría todo lo posible por proteger a
Zoraida.
“Olga.” Federico pronunció su nombre lentamente y con una risa cínica añadió: “Ayer querías divorciarte, hoy aceptas tener un hijo conmigo, ¿dónde están tu orgullo y dignidad?”
Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda y murmuró: “Todo es culpa mía, te suplico que retires la demanda, por favor no demandes a Zoraida“.
“Olga, ¿por qué crees que unas pocas palabras me van a convencer?” Después de decir eso Federico colgó.
El tono de llamada finalizó, dejando a Olga con los nervios a flor de piel. Federico nunca fue una persona con quien fuera fácil tratar; era conocido por su dureza en los negocios, astuto y rencoroso, y aquellos que lo habían engañado rara vez terminaban bien. Olga regresó a Hacienda Luna Luminosa sin siquiera quitarse el maquillaje. El enorme cuarto estaba vacío y
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Capítulo 23
Federico aún no había vuelto.
Después de llamar cuatro o cinco veces sin respuesta, Olga decidió encontrar el número de Rubén en la agenda y lo marcó. Al descolgar, Rubén la saludó respetuosamente diciendo “Señora“.
Ella escuchó claramente el sonido de un control de acceso y la voz de Federico hablando. Probablemente estaban en el auto juntos.
“Rubén, he estado llamando a Federico y no contesta. ¿Podrías intentar comunicarte con él?”
Rubén era un fiel confidente de Federico, así que Olga no podía permitirse ser descortés.
“Lo siento, señora, tampoco puedo contactar al vicepresidente Santos.”
Rubén mentía sin pestañear.
“Está bien.” Olga no quiso insistir y resignada dijo: “Cuando sepas algo de Federico, dile que me Ilame de inmediato“.
“Por supuesto.” Rubén colgó con una sonrisa.
Ella sabía que la demanda contra Zoraida era solo un medio de Federico para mantenerla atrapada en esa relación sin futuro, para controlarla, oprimirla y torturarla. Federico realmente amaba a Luciana, mantener a Olga en el puesto de Sra. Santos durante tres años solo había sido una venganza contra Nicolás y su hijo por sus antiguas maquinaciones.
Tres años antes, ella había sido una pieza en ese juego de manipulación, y Federico naturalmente no le haría la vida fácil. Cuando Zoraida no estaba involucrada, ella igual podía intentar luchar por sí misma.
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