Capítulo 19 

Olga seguía pensando que considerando los dos millones de dólares al año en tarifas publicitarias, que los dos mil dólares del traje podían esperar. Cuando se enteró de que Federico había terminado toda cooperación con la cadena de televisión, se sintió completamente desilusionada. 

Ese matrimonio opresivo y desesperado necesitaba un punto final. En la firma de abogados encontró a uno especializado en casos de divorcio. Se apellidaba Peña, tenía más de cuarenta años, era conversador y equilibrado. Después de escuchar las demandas de Olga, en menos de una hora ya había redactado la demanda de divorcio. 

Olga discutió con el abogado Peña cómo proceder legalmente. 

Al salir de la firma, fue al hospital a ver a Zoraida y obtuvo un informe falsificado de biopsia de nódulo maligno. Esa noche había una sesión de capacitación en el hospital y Zoraida no podía salir, así que tuvieron que cancelar su cena. 

Zoraida le entregó a Olga el regalo de cumpleaños que había preparado, el cual era un broche de la marca Lago Esmeralda. Era una camelia blanca adornada con pequeños diamantes, sencilla y elegante, bastante acorde con el estilo de Olga. 

“Veinticinco años ya, Olga, espero que pronto dejes atrás a ese maldito y renazcas.” Dijo 

Zoraida mientras la abrazaba, conmovida. 

Olga se sonrojó, apoyó su rostro en el hombro de Zoraida y murmuró: “Todo irá mejor.” 

Ese día era su cumpleaños, y hasta el momento, ese era el primer saludo que recibía. Por supuesto, era muy probable que fuera el único de cumpleaños de este año. 

Por la tarde, después de grabar un programa de entrevistas, Olga fue a ver dos pequeños apartamentos. Ambos eran de una habitación, una sala, una cocina y un baño; después de pensarlo, eligió en la Zona Residencial Oasis. Estaba en el séptimo piso, orientado al sur, con cincuenta y seis metros cuadrados, lo suficiente para una sola persona. 

El complejo estaba compuesto principalmente por villas y grandes apartamentos, sus residentes eran adinerados, además de que tenía buena vegetación y seguridad, el alquiler era un cincuenta por ciento más caro que un apartamento común. Las únicas dos torres de apartamentos estaban en las esquinas este y oeste. El apartamento que eligió estaba cerca de la puerta este, lo que hacía sus desplazamientos muy convenientes. Pagó un año de alquiler, y al recibir las llaves y la tarjeta de acceso al complejo, Olga de repente tuvo la idea de comprar una casa. Pero al considerar los saldos de sus cuentas bancarias, esa idea se desvaneció rápidamente. De cualquier manera, al menos ya tenía un lugar donde quedarse. 

Empezó a planear cómo lograr que Federico firmara el divorcio sin problemas. En ese momento, Federico acababa de terminar una reunión de alto nivel de tres horas. Al entrar a su oficina, vio un florero de vidrio en su escritorio con algunas lilas a punto de florecer. 

“¿Te gusta?” Luciana colocó una taza de café recién hecho frente a él diciéndole: “No duermes 

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Capitulo 19 

bien, las lilas son relajantes.” 

“Llévatelo.” Federico abrió un montón de documentos gruesos y comenzó a firmarlos, mientras su voz carecía de cualquier calidez. 

Luciana se quedó perpleja por un momento, pero rápidamente llevó el florero afuera. Cuando regresó, Federico no levantó la cabeza antes de darle una orden de salida. 

Ella se quedó allí, sonriendo ligeramente mientras le decía: “En realidad, no confías en mí. Olga dice que fui yo quien dejó el dinero falso, y tú lo creíste. Anoche, solo me diste una salida. elegante.” 

“Fuera.” La voz de Federico era más alta de lo habitual. 

Luciana sabía cómo leer el ambiente, entendía que insistir solo empeoraría las cosas, así que dijo con suavidad y moderación: “Iré a ocuparme de otras cosas. Recuerda beberte el café, si se enfría, ya no sabrá bien.” 

El sonido de los tacones se alejó, Federico dejó caer su pluma y los documentos, y se paró frente a la ventana panorámica, mirando hacia el suroeste. La televisora Bahía Esperanza estaba por allí, y desde su perspectiva podía ver vagamente la alta torre de televisión. Él estaba esperando una llamada. Más precisamente, estaba esperando las suaves palabras de la mujer, porque en momentos de ansiedad, bajaría sus estándares. 

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