Capítulo 7
Camelia regresó a Villa Amanecer, ya cerca de la madrugada y notó que la luz de la sala estaba encendida; Roque había vuelto. Dejó las llaves del auto, se colocó unas pantuflas y se adentró en su hogar, pero apenas había dado unos pasos cuando se detuvo bruscamente. Su corazón, que había estado inquieto toda la noche, se desplomó al instante, cayendo en un abismo sin fondo.
Roque había bebido de más otra vez; su cuello estaba rojizo hasta la cara, inclinando su cuerpo sobre el sofá de manera torcida. Dana estaba sentada a su lado, rodeando su cuello con ambos brazos, recostándose en su pecho y besándolo lentamente. Con los ojos cerrados y las manos colgando a los lados, Roque parecía estar dormido, sin reaccionar a sus avances.
Al bajar del auto, Camelia había pisado un par de charcos por accidente, por lo que sus zapatos quedaron completamente empapados. El frío se coló hasta sus huesos, haciendo que temblara y casi perdiera el equilibrio..
Se quedó paralizada por unos segundos, luego se acercó, agarró a Dana del cuello de su ropa y la arrastró hacia arriba con fuerza.
Sin el apoyo de Dana, Roque cayó sobre el sofá, frunciendo el ceño como si se sintiera incómodo.
¡Slap!
Camelia levantó la mano y le dio una bofetada a Dana.
“¡Ah!” Sorprendida y dolorida, Dana se tocó la cara, mirando a Camelia con incredulidad. “¿Cómo te atreves a golpearme?”
Siendo la hija consentida del presidente del Grupo Pionero, criada con una cuchara de oro en la boca, siempre había sido el centro de atención en todas partes, nadie se había atrevido a tratarla mal.
En sus treinta años, esa era la primera vez que recibía una bofetada.
Sacudiendo su mano un poco adormecida por el esfuerzo, Camelia replicó: “Así que te presentas a mi casa en plena noche para seducir a mi hombre y, ¿crees que no debería golpearte?”
Con voz aguda, Dana preguntó: “¿Seducir? Roque me ama a mí, estamos enamorados, yo…”
“El problema no es si hay amor o no, sino de moral y decencia“, la interrumpió Camelia, “solo dime, ¿Roque te ha dicho claramente que soy su novia?”
Dana frunció el ceño, admitiendo que sí lo había hecho, pero rápidamente agregó: “¡Pero eso pronto cambiará!”
Tratando de mantener la calma, pero con una sonrisa fría, Camelia continuó: “¿Pronto? Así que admites que aún no hemos terminado y aún sin ser la oficial, tienes el descaro de venir a mi casa a provocarme. ¿Qué problema hay en darte una lección?”
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Capítulo 7
Señaló a Roque, todavía borracho. “Te aprovechas de que mi novio está borracho para venir a seducirlo a nuestra casa, podría llamar a la policía.”
Tocándose la cara aún en shock, Dana la miró con odio. Era la primera vez que recibía una bofetada y el dolor en su rostro se mezcló con una furia vengativa.
“¿Qué te hace creer que tienes derecho a actuar así?” Desafió a Camelia con una mirada venenosa, como si estuviera dispuesta a todo.
“Camelia, ¿siempre has pensado que, en tu relación con Roque, yo soy la intrusa que llegó para destruir tu hogar?”
Camelia encontró la pregunta absurdamente obvia. “Tu autoevaluación es bastante precisa.”
Dana soltó una risa fría. “Camelia, ¡la intrusa aquí eres tú!”
Ella se sintió ofendida y la miró como si estuviera loca.
Entonces, Dana reveló: “Roque nunca te habló de nuestro pasado, ¿verdad? De hecho, nos conocemos desde niños.”
Camelia, que estaba a punto de buscar una escoba para echarla, se detuvo al escuchar eso. ¿Desde niños?
Nadie le había mencionado eso antes, realmente no tenía idea.
Y Dana no mentía; de hecho, conocía a Roque desde la infancia.
La madre de Roque había sido su profesora de baile, enseñándole desde primaria hasta la secundaria, hasta que Dana se fue al extranjero y se cortó el contacto.
Ella tenía un talento natural para el baile, pero sus calificaciones escolares eran bajas. Roque, por otro lado, siempre había sido el primero de su clase. Al enterarse, el abuelo de Dana a menudo le pedía a la profesora Yasmín Juárez que trajera a Roque para ayudarla con sus estudios. Así, desde la secundaria hasta la preparatoria, Roque la ayudó con sus estudios y aunque sus calificaciones mejoraron, fracasó en los exámenes de ingreso a la universidad, porque se había enamorado joven.
Se involucró con un chico problemático de otra clase, que no tenía interés en los estudios. La noche antes del examen, la llevó a una cita y la convenció de quedarse en un hotel, por lo que se despertó tarde al día siguiente, perdiéndose el examen.
Para evitar que siguiera viéndose con ese chico, su familia decidió enviarla al extranjero. Enfurecida con ellos, Dana pasó años sin volver.
Naturalmente, Dana no sería tan tonta como para contarle a Camelia sobre esa humillante historia de amor juvenil. Ella tenía algo aún más cruel que decirle a Camelia, algo que podría desgarrar su corazón.
“Roque siempre me ha amado.”
Ese día, Dana lucía un abrigo de cachemir color café, totalmente vestida con marcas de lujo.
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Los diamantes en sus aretes brillaban intensamente, hasta su maquillaje era llamativo y colorido.
Se acercó al sofá, se inclinó para tomar su bolso, de donde sacó una carta y luego se dirigió hacia Camelia, abriéndola y entregándosela. “Está es una carta de amor que Roque me escribió el día antes de que me fuera al extranjero.”
En aquel entonces, Dana no sentía nada por Roque, porque él era simplemente un empollón que solo sabía estudiar, de pocas palabras, sin gracia ni humor, nada parecido a esos chicos malos que siempre la halagaban con palabras dulces, llevándola a carreras de auto, a beber, pelear y a buscar emociones por el mundo. Además, a ella no le gustaba estudiar, y el hecho de que Roque fuera un tutor la irritaba mucho, ya que él representaba todo lo que ella detestaba. Así que, cuando recibió la carta de amor el día antes de partir, se burló de él, diciéndole que no tenía ninguna oportunidad, sin siquiera leer lo que decía la carta antes de tirarla.
No fue hasta el fin de semana pasado que supo lo que decía esa carta. Aquel día, al saber que Roque y Camelia irían al cine, y sin poder pensar en una excusa para arruinar sus planes, fue a buscar a Yasmín.
Yasmín siempre había tenido un cariño especial por ella, así que planeó hacer que la mujer engañara a su hijo para que volviera a casa en el momento justo. Fue entonces cuando, sin querer, descubrió la carta de amor.
Yasmín le dijo que, después de que ella se fue, Roque recuperó la carta, también le dijo: “Dana, en realidad mi hijo nunca te ha olvidado, siempre te ha estado esperando.”
Lo que Dana dijo después, Camelia no lo escuchó claramente, solo miraba fijamente esa hoja de papel delgada frente a ella, con una expresión distante. El papel se había vuelto de color amarillo con el tiempo, pero se había conservado bastante bien, permitiendo leer claramente el
escrito.
En el estudio de Roque había muchos libros viejos, con anotaciones hechas por él durante su época de secundaria y Camelia los había leído. Había visto cómo escribía en su época de secundaria, cuando su letra era ordenada y meticulosa, no como ahora, que su trazo era firme y seguro, con una serenidad que escondía una fuerza impresionante.
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