Capítulo 82
Mario cambió su expresión por una de queja: -Raquelita, no debí haber venido a buscarte, no debí haberte avergonzado. Lo único que importa es que estés bien. Ahora me voy al campo.
Mario dio la vuelta y comenzó a marcharse.
-¡Espera! -Carlos llamó a Mario.
Mario se detuvo.
Carlos miró a Raquel con ira y la acusó: -Raquel, ¿acaso no eres humana? ¡Él es tu padre adoptivo, y tú lo rechazas!
Los otros jóvenes ricos, al escuchar esto, se unieron en su desaprobación hacia Raquel: Raquel, ya de por sí tu origen no es bueno, pero ¿cómo puedes ser tan egoísta y fría? ¡Te da asco la pobreza y solo te importa el dinero! 1
—¿Cómo fue que el presidente Alberto se casó contigo? ¡Eres un defecto!
Todos comenzaron a criticar a Raquel.
Ana, que estaba junto a Carlos, sonrió complacida.
Laura quiso hablar, pero Raquel la sujetó por el brazo.
En ese momento, María se acercó. Miró a Raquel con una falsa sonrisa y le dijo: —Raquelita, la verdad es que esto es culpa tuya. Mario es tu padre adoptivo. Deberías llevarlo de vuelta a casa.
María y Ana sabían que Raquel no iba a contar lo que Mario había hecho. La mayoría de las jovenes, cuando son heridas, tienden a ocultarlo. Solo lo soportan en silencio.
Este erà el cruel plan de María: quería que Mario siguiera acosando a Raquel toda su vida. Quería que Raquel viviera por siempre en la oscuridad.
Raquel miró a María con ojos claros, fijos en su rostro: -¿Lo trajiste tú?
María no dijo nada.
Raquel sonrió levemente, pero su mirada seguía fría: -Así que… Tú lo sabías todo.
María la había dejado en el campo, sin importarle, sin hacer nada por ella.
Raquel había pensado que tal vez María no lo sabía.
Pero hoy, ya estaba segura. María sabía todo.
María estaba completamente al tanto de lo que había vivido Raquel en el campo, de todo lo que había sufrido.
Capitulo 82
Laura miró a María con furia y, temblando de indignación, comenzó a gritarle: -¡Así que tú sabías todo! ¡Y todavía trajiste a este bastardo para repugnar a Raquelita! ¿Qué tipo de madre eres? ¡No solo eres parcial, eres peor que un animal! ¡Las cosas malas que haces, los dioses lo verán y te castigarán, mala mujer!
María, al ser insultada de esa forma por Laura, se puso visiblemente incómoda.
Ana se adelantó: -Raquel, ¿ahora tienes razón en rechazar a tu padre adoptivo?
Carlos y los otros jóvenes ricos también se acercaron, poniéndose del lado de Ana: – Raquel,
no deberías hacer esto.
Raquel, con una mirada helada y decidida, dijo: Laura, vamos.
Laura, dándoles una mirada llena de desprecio, siguió a Raquel mientras se alejaban.
Ana, satisfecha, sonrió y dijo a Carlos: -Carlos, ¿cómo es que Raquel puede ser así? Su padre adoptivo la crió, y ella ni siquiera tiene gratitud.
Carlos, con cara de desdén, respondió: Anita, tú eres tan pura y buena. Si Raquel tuviera, aunque sea una milésima parte de tu bondad, todo sería diferente. Ahora voy a contarle esto a Alberto y a Ramón. Estoy seguro de que también se van a deshacer de Raquel.
Ana sonrió y mostró los dientes: -Carlos, eres lo mejor.
Carlos se rió: -Yo solo estoy esperando para asistir a la boda de Alberto y Anita.
Carlos y los otros jóvenes ricos se fueron, dejando a Ana llena de satisfacción. Hoy había conseguido lo que quería.
María miró a Mario. Este seguía mirando en la dirección por donde Raquel había desaparecido, con una expresión lasciva.
María sonrió maliciosa: -Mario, si te importa tanto Raquel, entonces haz algo para
conseguirla. No me digas que no puedes, después de todo, hace diez años Raquel te dejó tu ojo destrozado.
Mario soltó una risa fría: -La venganza por este ojo la cobraré en Raquel. No te preocupes, tengo un punto débil de Raquel bajo mi control. Ella no se atreverá a desobedecerme.
