Capítulo 200
Samuel se quedó completamente pasmado al ver a Esther con ese estilo rebelde punk. Sus ojos grises se dilataron involuntariamente ante la transformación radical de su ex prometida.
La chaqueta corta dejaba ver un top que revelaba su ombligo, mientras unos shorts ajustados de mezclilla negra acentuaban sus curvas. Las medias negras completaban ese atuendo impactante, haciendo que sus largas piernas resultaran imposibles de ignorar. Su figura curvilínea capturaba inevitablemente todas las miradas.
-¿Por qué… estás vestida así? -preguntó Samuel, su voz más ronca de lo habitual.
En su mente seguía viva la imagen de la antigua Esther, siempre con sus faldas elegantes y conservadoras, representando la gracia de una dama de sociedad. Pero esta nueva versión…
-No es nada, la verdad me encanta vestirme así, es súper fresco -respondió Esther con un tono deliberadamente seductor mientras se acercaba a él con pasos calculados.
La tela delgada del top insinuaba la suavidad de su piel alabastrina. Su cabello castaño caía como una cascada sobre uno de sus hombros, emanando un encanto magnético. Cada movimiento era una invitación al pecado, su cintura esbelta y su piel blanca como la porcelana desafiaban cualquier intento de mantener la compostura.
Esther se sentó frente a Samuel con estudiada casualidad. La garganta de él se secó instantáneamente, y a pesar de ser temprano, el ambiente se había vuelto sofocante.
El recuerdo del beso del día anterior asaltó su mente, haciendo que su inquietud aumentara
exponencialmente.
-Presidente De la Garza, ¿qué te pasa? -preguntó ella con fingida inocencia.
Su maquillaje, más intenso que de costumbre pero magistralmente aplicado, la hacía lucir radiante y seductora sin rozar lo vulgar.
-No es nada -masculló Samuel, desviando la mirada con esfuerzo.
Esther frunció el ceño, confundida. “¿No se supone que a Samuel le disgustan las mujeres que se muestran tan abiertamente?“, pensó desconcertada. “¿Por qué está reaccionando diferente? ¿Me habré quedado corta? Pero esto es lo más atrevido que puedo imaginar… ¿Debería ser más directa?”
Samuel se levantó abruptamente como si hubiera recibido una descarga eléctrica.
-¡Esther, ya basta! -espetó con frialdad antes de salir precipitadamente de la casa De la Garza, sin siquiera probar el desayuno.
“¡Funcionó!“, pensó Esther con satisfacción mientras daba un sorbo a su agua. Se levantó con paso decidido, pero la niñera la interceptó con expresión preocupada.
-¡Señorita Montoya! ¿Va a salir así? -preguntó alarmada.
-¡Claro que sí! -respondió Esther con una sonrisa triunfal.
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Capítulo 200
“No solo hoy“, pensó, “sino también mañana. ¡Hasta que Samuel no aguante más!”
Mientras tanto, en el aeropuerto, un hombre con sudadera blanca, pantalones cargo, gorra de béisbol y mascarilla negra emergía entre la multitud.
A lo lejos, sus fans ya lo esperaban con entusiasmo.
-¡Liam Montes! ¡Liam! ¡Te amo! ¡Como los ratones aman el arroz! -gritaban algunas.
-¡Liam, te amo! ¡Eres el número uno! -coreaban otras.
Liam se ajustó la visera de la gorra, ocultando aún más su rostro. Aprovechando un momento de confusión, se escabulló hacia una furgoneta negra que lo esperaba.
-Liam, todavía tienes compromisos pendientes, deberías descansar… -comenzó su manager.
-Cancela todo lo interrumpió Liam con firmeza-. Ve al Instituto de Negocios Clinton.
-¿Qué? -el manager quedó perplejo.
“¿De la nada quiere ir al INC?“, pensó desconcertado.
Una hora después, la furgoneta se detenía frente a las imponentes puertas del Instituto de Negocios Clinton.
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