Capítulo 191
Montserrat ya conocía perfectamente a Olimpia. A pesar de que esta última era la madrastra de Esther y la actual señora del Grupo Montoya, Montserrat solo mantenía las apariencias y era cortés con ella por obligación. Sin embargo, después del comportamiento indecoroso del hijo de Olimpia la noche anterior, simplemente no tenía interés en lidiar con ella.
-Señora Olimpia -preguntó Montserrat con voz gélida-, ¿cuánto dinero quiere pedir prestado? -No mucho… solo, solo noventa millones–respondió Olimpia con falsa modestia.
Al escuchar la cifra, Montserrat se quedó pasmada. “¿Noventa millones?“, pensó indignada. “¡Qué descaro!”
-Señora, sé que para la familia De la Garza, que es grande y rica, noventa millones no es nada… -continuó Olimpia con tono suplicante-. Pero por favor, tenga compasión de mí. Nuestra familia realmente está pasando por una situación difícil, si no, no habría venido a pedirle.
La verdad era que Olimpia estaba desesperada por recuperar una preciosa perla, ya que el dueño había advertido que subiría el precio en dos días. “¡Y entonces ni con ochenta millones podrían recuperarla!“, pensaba con angustia.
-Señora Olimpia, realmente tiene un apetito de león, pidiendo noventa millones así como así -respondió Montserrat con desdén-. ¿Realmente cree que el Grupo De la Garza es un cajero automático para la familia Montoya?
Montserrat, quien ya estaba insatisfecha con el comportamiento reciente de Esther y lo ocurrido la noche anterior, definitivamente no estaba dispuesta a ser la tonta que le prestara semejante cantidad a Olimpia. Sin más, colgó el teléfono sin dejarle ningún margen de dignidad.
Al ver que la llamada había terminado, Olimpia se quedó en shock. “¿Me colgó?“, pensó
atónita.
Cuando la realidad de que Montserrat no estaba dispuesta a prestarle dinero la golpeó, el rostro de Olimpia se ensombreció. “¿Qué vamos a hacer ahora?“, se preguntó desesperada.
Si Montserrat no le prestaba el dinero, ¡su única opción sería pedir un préstamo! Pero ningún banco normal le prestaría noventa millones a una ama de casa de una vez. A’menos que…
recurriera a un usurero.
…
Mientras tanto, en la familia De la Garza, Esther acababa de ser escoltada por Bianca. No había pasado mucho tiempo desde su partida, solo dos días.
La empleada doméstica la saludó con mucho respeto, a lo que Esther simplemente asintió con la cabeza, Esta vez, solo venía buscando un poco de paz, ya que Saúl pronto sería dado de alta y ella no quería tener que ver su cara todos los días.
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Capítulo 191
-Señorita Montoya, ya hemos preparado todo aquí para usted -informó la empleada con diligencia. Si necesita algo, solo díganoslo. El presidente De la Garza ya nos ha dado instrucciones; haremos todo lo posible para proporcionarle lo mejor.
-¿En serio? -preguntó Esther, arqueando una ceja.
-¡Por supuesto que sí!
-Eso es excelente -respondió Esther, fingiendo dificultad en su voz-. Siempre pensé que el ambiente de mi habitación de invitados era un poco deficiente; me gustaría mudarme a la
habitación más interna.
-¿Ah? la empleada parpadeó confundida.
-Y en cuanto a la decoración de la habitación, prefiero algo más simple y elegante. La decoración anterior era demasiado empresarial para mi gusto -continuó Esther con naturalidad.
Sus ojos brillaron con malicia mientras agregaba:
-La verdad es que no me gusta para nada cocinar, cada vez que cocino me siento mal, así que no pienso prepararle comida a Samuel. Además, ahora soy estudiante, y el estudiar es lo más importante para mí. Así que en este periodo, Samuel no puede impedirme ir a la escuela, no puede limitar mi libertad personal ni criticar todo lo que hago, y mucho menos acercarse
demasiado a mí.
Con cada palabra que Esther pronunciaba, el rostro de Bianca se ponía más pálido. Cuando terminó su discurso, la asistente estaba tan atónita que no pudo articular palabra.
En ese preciso momento, detrás de Esther, se escuchó de repente la voz de Samuel.
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