Capítulo 179
Al deshacerse de sus inquietudes, Jordana se sumió en un sueño profundo y reparador.
Al día siguiente, después de desayunar, ella subió a su habitación para cambiarse de ropa. Cuando bajó, llevaba una falda de un suave tono mostaza que combinaba con un suéter blanco. Los colores brillantes resaltaban su belleza: la luminosidad de su mirada y la frescura de su sonrisa, hacían que su rostro se embelleciera como si fuera una flor de durazno en plena primavera. Sus zapatos de tacón fino y su figura esbelta y grácil capturaron la atención de Lorenzo, quien no pudo apartar la mirada.
Al sentir la intensidad de esa mirada, Jordana le preguntó con cierta incomodidad, “¿Qué te parece? ¿No te gusta cómo me veo?”
Aunque Lorenzo le había sugerido que se vistiera cómodamente, ella sentía que la ocasión era especial y no podía permitirse ser descuidada. Lorenzo, después de un momento, respondió con una voz cálida: “A ti todo te queda bien. Pero el lugar al que vamos hoy requiere una caminata; no se puede llegar en coche.”
Al escuchar la palabra “caminata“, Jordana comprendió que su atuendo no era el más adecuado sin necesidad de más explicaciones. Subió a cambiarse a un conjunto deportivo de color gris claro y se puso zapatos planos antes de salir.
Lorenzo no exageraba, realmente tenían que subirse a una montaña.
Al detener el coche, Jordana vio ante ella una imponente montaña, cuya cadena montañosa se perdía en la bruma. Reconoció el lugar: era una de las montañas más famosas de Aguamar, llamada Montana del Sol Dorado, conocida por estar frecuentemente oculta entre las nubes.
La Iglesia de la Luz Celestial, situada en la montaña, era un lugar de peregrinación famoso, especialmente entre aquellos que buscaban bendiciones para encontrar su pareja ideal, lejos de relaciones tóxicas. Jordana había visitado este lugar anteriormente, pero solo para dibujar en soledad. También visitó la iglesia, aunque no pidió nada en particular. En ese momento, era demasiado joven para entender lo que eran relaciones. Lo que sí le había fascinado era el milenario ginkgo biloba de la iglesia.
Sin embargo, esta vez no visitarían la Iglesia de la Luz Celestial, sino que se dirigirían a “Finca Luz de Luna” a medio camino de la montaña para una comida.
Habían quedado en encontrarse al pie de la Montana del Sol Dorado para subir juntos. Jordana y Lorenzo fueron los primeros en llegar. El otoño estaba en su apogeo, con un aire fresco que despejaba el lugar de turistas.
Mientras Jordana admiraba el paisaje, vio acercarse un Porsche que le resultaba familiar, del cual descendió con energía Otilia.
Jordana asintió en reconocimiento y presentó a Otilia a Lorenzo.
Desde pequeña, ella había tenido un círculo social bastante limitado, prefiriendo el silencio a la socialización excesiva. La única con quien realmente había conectado era Otilia.
1/2
Capítulo 179
Entre risas y conversaciones, el resto de los invitados fue llegando.
El primero en aparecer fue un hombre vestido con una sudadera negra, pantalones deportivos y una gorra, protegiéndose del sol con unas gafas de sol, era Romeo, su antiguo pretendiente en una cita a ciegas.
Romeo, joven y lleno de vitalidad, saludó desde lejos, “¡Hola!”
“Hola, soy Jordana…“, comenzó ella, pero antes de que pudiera terminar, Romeo interrumpió con una sonrisa amistosa.
“No hace falta que te presentes, Sra. Galván, Lorenzo ya nos ha contado todo sobre ustedes en las redes sociales.”
Jordana había pensado que el encuentro sería un poco incómodo, pero la actitud despreocupada de Romeo disipó cualquier sensación tensa.
Se notaba la buena relación que había entre Otilia y Romeo; en su presencia, Otilia se mostraba desinhibida y alegre, sin rastro de la compostura que usualmente mantenía.
Poco después, llegó un auto marca Red Flag, del cual descendió un hombre de apariencia suave y culta, con gafas de montura dorada. Su presencia era como la de una espada afilada, imponente y digna de respeto, aun teniendo una belleza tranquila y elegante.
Jordana notó de forma sensitiva que, en cuanto este hombre bajó del coche, Otilia a su lado se puso derecha como una alumna de primaria y las risas desenfrenadas se detuvieron de pronto. Sin embargo, no pensó mucho en ello. Después de todo, la llegada de un extraño siempre provocaba un cierto grado de reserva y artificialidad.
Lorenzo, sin prisa pero sin pausa, presentó a los dos. “Este es Hernán Juárez, un amigo de toda la vida.”
2/2