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Capítulo 177
Jordana volvió a casa después de un paseo, se duchó, se secó el cabello y al salir del baño, notó que había una almohada extra en la cama.
No necesitaba pensarlo mucho, era la almohada de Lorenzo.
Ya era tarde y el aire llevaba un toque de frescura. Jordana encendió la luz nocturna y se acurrucó bajo las cobijas para dormir.
Las cortinas estaban entreabiertas, permitiendo ver las luces dispersas sobre el río, semejantes a estrellas al amanecer.
Normalmente, ella se dormía en cuanto su cabeza tocaba la almohada. Pero esa noche, se encontró inquieta, dando vueltas en la cama, con una sensación de ansiedad sin motivo aparente.
De repente, el sutil chirrido de la puerta al abrirse rompió el silencio.
Alguien entró en la habitación oscura, se acostó a su lado y mientras el aroma a madera invadía sus sentidos, el brazo del hombre se extendió hacia ella.
En ese instante, ella sintió cómo su corazón, antes inquieto, encontraba una clama inesperada. Fue entonces, como si una luz se encendiera en su mente, cuando comprendió la fuente de su inquietud: había estado esperando a Lorenzo.
Jordana levantó la mirada; la luz nocturna emitía un brillo cálido y tenue, suavizando los rasgos de Lorenzo, dándole un aire más tierno.
Normalmente, Jordana se quedaba dormida rápidamente en sus brazos, pero esa noche, el sueño se le escapaba.
Su mente era un torbellino de pensamientos, revolviéndose sin cesar:
¿Acaso Lorenzo también sentía algo por ella?
Lorenzo permanecía quieto, probablemente ya dormido y Jordana cambió de posición con
cuidado.
Entonces, escuchó su voz, ligeramente ronca.
“¿Qué pasa? ¿Acaso no puedes dormir?”
Jordana murmuró una respuesta suave.
Lorenzo preguntó con dulzura: “¿En qué estás pensando?”
Después de dudar un momento, Jordana improvisó una pregunta.
“Estaba pensando qué ropa ponerme mañana. Después de todo, es la primera vez que voy a conocer a tus amigos, ¿debería vestir algo más formal?”
Esta era una de las preocupaciones que tenía, sintiendo la importancia de conocer a los
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amigos de Lorenzo.
Lorenzo esbozó una suave y ligera sonrisa.
“Solo vístete como siempre. Eso no es algo de lo que debas preocuparte, sino algo que ellos deberían pensar. Al fin y al cabo, tú eres la Sra. Galván.”
Su mirada era tierna y llena de cariño. “Pero me alegra que me des tanta importancia.”
El hecho de que ella valorara tanto conocer a sus amigos significaba que también lo valoraba a
él.
Jordana se rascó la cabeza, sintiéndose un poco avergonzada.
“De acuerdo,” respondió, casi como un susurro.
La sola idea de que esos amigos la llamaran Sra. Galván la hacía sentir una calidez y especial sensación en el rostro y una alegría inexplicable en el corazón.
Casi sin darse cuenta, se llevó las manos a la cara y por un momento, se le ocurrió un término que describía perfectamente cómo se sentía: ilusionada.
Se dio cuenta de lo maravilloso que era estar enamorado.
Incluso los pequeños y sutiles vínculos entre dos personas podían ser descubiertos y magnificados.
“¿Tienes más preguntas?”
Después de pensar un poco, Jordana preguntó de nuevo:
“Entre los amigos que veremos mañana, ¿hay alguno que haya crecido contigo o con quien tengas un vínculo especial?”
Era mejor informarse de antemano.
Si los había, era importante saber cómo eran.
Algunas amistades del pasado, si no tenían claro su lugar, podían convertirse en una amenaza para la relación.
Como Noemí, por ejemplo, era un claro ejemplo de una persona a evitar.
Sus palabras eran cautelosas, pero estaban llenas de un deseo de exclusividad hacia él.
Lorenzo esbozó una ligera sonrisa mientras su mirada, oscura como la noche, se suavizó al
mirar a Jordana.
En su mirada se reflejaba una calidez infinita. Su pequeña mariposa, finalmente, estaba prestándole atención. Ella no podía ver la expresión de Lorenzo, pero sí escuchó su ligera
sonrisa.
“Tranquila, no hay una persona similar. Y si la hubiera, ahora que estoy casado, mantendría mi distancia, sin acercarme demasiado a ella.”
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Capitulo 177
Jordana se quedó pensativa.
Ahí se dio cuenta de lo diferentes que podían llegar a ser las personas.
Con Álvaro, las cosas nunca habrían sido de esa manera.
De lo contrario, no habría tenido esos enredos con Noemí, jugando a la ambigüedad y convirtiendo una relación en un campo de batalla entre dos mujeres.
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