Capítulo 469
Benjamín sonreía mientras explicaba: “Por supuesto, porque quiero adelantarme a los demás niños.”
“Piénsalo, si termino de repasar todo el contenido de la primaria de antemano.”
“Entonces, cuando esté en la primaria, tendré menos presión con mis estudios…”
Estas ideas, todas sugeridas por su tutor, le parecían muy lógicas a él.
Benjamín continuó: “Así, mientras los demás estén en la primaria, esforzándose en aprender, yo podría empezar a repasar los contenidos de secundaria y preparatoria. De esta manera, cuando llegue a esos niveles, todo me resultará más fácil.”
“¿Y los demás? Estarán amargándose estudiando en casa, ¿y yo?”
“No solo sabré todo lo que necesito, sino que también tendré mucho tiempo para disfrutar.”
Al escuchar a Benjamín, Penélope no pudo evitar pensar que tenía sentido lo que decía.
Ella sonrió y dijo: “Nuestro Benjamín ya está creciendo.”
Benjamín solo sonrió y, despidiéndose con la mano de Penélope, se dirigió hacia su habitación. Penélope observaba su figura alejarse.
Qué niño tan maduro.
Es una lástima que Ofelia y él tengan un destino tan breve juntos, de otra manera, cuando Ofelia envejeciera, él seguramente la cuidaría con todo su corazón.
Penélope sentía una tristeza indescriptible.
Parece que Ofelia no tuvo esa suerte.
Benjamín volvió a su habitación.
Encendió la luz.
Una pared entera estaba cubierta con pósteres de Ofelia, impresos especialmente por Benjamín.
Solo en esta habitación Benjamín sentía que su madre estaba con él, lo que hacía que su ánimo mejorara.
El profesor Pérez ya había estado en el dormitorio de Benjamín antes, pero aún así se sentía un poco incómodo. Se sentó al lado del escritorio de Benjamín diciendo: “Vamos, empieza con tus deberes.”
“Está bien.” Benjamín dejó su mochila, encendió su pequeña lámpara de escritorio y susurró
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suavemente: “Mamá, mamá.”
“Estoy aquí.”
La voz del pequeño robot colocado sobre el escritorio era idéntica a la de Ofelia, suave y tranquila, con un tono acogedor.
Al escuchar la voz de su madre, Benjamín sintió ganas de llorar.
Este robot había sido una costosa adquisición personalizada, con grabaciones de voz que su madre le enviaba habitualmente.
Cuando el vendedor escuchó las grabaciones, le dijo: “Tu mamá te ama mucho.”
Si.
Fue solo después de perder a su madre y escuchar una y otra vez esas grabaciones, que Benjamin pudo sentir cuánto amor había en las palabras de su madre hacia él.
Su madre siempre deseó lo mejor para él.
Deseaba que él comiera bien, que se vistiera abrigado.
Deseaba que él estuviera sano y salvo.
Con una sonrisa, Benjamín interactuó con el robot: “Voy a empezar a hacer los deberes.”
“Wow.” El tono admirado del robot era exactamente como el de Ofelia: “Nuestro Benjamín es increíble.”
Benjamín, orgulloso, infló el pecho: “¡Por supuesto que sí!”
El tutor, al ver esto, no pudo evitar suspirar.
Benjamín era realmente lamentable…
Solo podía interactuar con su madre de esta manera.
Sin embargo, Benjamín actuaba como si no se diera cuenta, colocando el robot frente a él.
De esta manera, sentía que su madre realmente se preocupaba por él, observándolo.
Benjamín se concentraba en sus tareas.
Lo que más deseaba ahora era estudiar diligentemente para, algún día, poder inventar una máquina del tiempo…
Para volver al momento en que su padre lo llevó a conocer a Amparo.
Y él, sin dudarlo, tomaría el lado de su madre.
Para que su madre, al dejar a su padre, no se quedara desamparada.
Ricardo regresaba a casa, reflexionando seriamente sobre su situación actual.
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Capitulo 469
Parecía que solo por un error, su vida había dado un giro drástico.
Una familia que antes era feliz y completa, de repente se desmoronó.
Su esposa e hijo ya no querían saber nada de él.
Ricardo se recostaba en el sofá, mirando fijamente al techo sin expresión alguna.
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