Capítulo 468
Al final de su relato, bajó la cabeza sin darse cuenta.
Penélope suspiró y levantó la mano para acariciar sus suaves cabellos: “Mi niño, recuerda que,
no importa lo que pase, siempre estaré de tu lado sin condiciones.”
Benjamín levantó la vista hacia Penélope, sintiendo de repente el impulso de llorar.
Asintió con fuerza: “Gracias, abuela. ¡Eres la mejor conmigo!”
Después de decir esto, Benjamín no pudo evitar sentirse confundido…
Si la abuela siempre había sido tan buena con él, ¿por qué antes no se sentían tan cercanos?
¿Tal vez era por culpa de la abuela materna?
Ella siempre decía delante de él que su madre era pobre, que la familia de su abuela paterna no tenía dinero, que eran parientes pobres.
Que ni su madre ni su abuela tenían la capacidad de ganar dinero, solo querían aferrarse a su familia como sanguijuelas.
Pero Benjamín también se dio cuenta en ese momento de los problemas en las palabras de su
abuela materna…
Recordaba que, cuando su madre y su padre estaban juntos, su padre tampoco tenía dinero.
Fue con el apoyo de su madre que su padre comenzó a ganar dinero poco a poco.
Pero…
Después de que su padre se hizo rico, parecía que su abuela materna había olvidado los tiempos difíciles que pasaron juntos.
Empezó a pensar que siempre habían sido ricos.
Y entonces comenzó a despreciar a su madre y a su abuela paterna.
Pero desde el principio hasta el final, su abuela paterna nunca había gastado su dinero.
Benjamín se dio cuenta de repente de que aquellos que hablaban mucho y sembraban discordia no necesariamente lo querían.
Y que aquellos que realmente lo amaban, no necesariamente hablaban mucho.
La sonrisa de Benjamín se ensanchó.
La empleada le pasó los platos y cubiertos: “¡Prueba mi cocina!”
Benjamín no se hizo de rogar: “¡Ya se me hace agua la boca!”
La mirada de la empleada estaba llena de indulgencia.
Al ver esto, el chofer preguntó apresuradamente: “Benjamín, ¿qué te gustaría comer? ¿Te sirvo
Capitulo 468
algo?”
Penélope, viendo que ambas estaban más entusiastas que ella, temiendo quedarse atrás y que Benjamín pensara que no lo amaba, se apresuró a decir: “Los niños deben comer una combinación de carne y verduras para estar saludables.”
“Toma un trozo de costilla grande.”
“Y también un poco de vegetales verdes.”
Benjamín, viendo su plato lleno de comida, sonrió y, por cortesía, también se levantó para servir a los demás.
La casa se llenó de risas y alegría:
Después de comer, Penélope quiso recoger los platos, pero el chofer se los quitó de las manos, diciendo: “Déjame hacerlo.”
Penélope lo miró sorprendida: “¿Por qué eres tan diligente?”
El chofer, un poco avergonzado, dijo: “La comida la hizo la empleada, si no lavo los platos, ¿no sería demasiado descortés?”
Penélope entonces retiró sus manos.
El chofer arregló los platos en la cocina, cubrió las sobras con film transparente y las guardó en el refrigerador, luego limpió la mesa.
Finalmente, barrió el suelo y, satisfecho, se dirigió a la cocina para lavar los platos.
Penélope, sentada sola en la sala, reflexionaba seriamente.
¿No había venido a cuidar de Benjamín?
¿Cómo terminó siendo cuidada por Benjamín en lugar de cuidarlo?
Casi no tenía que hacer ninguna tarea doméstica…
Pensándolo bien, Penélope sintió que no era correcto simplemente delegar y decidió buscar en línea si había lavavajillas para el hogar.
Comprar uno y usar la máquina para lavar los platos, así los demás tendrían menos tareas domésticas que hacer.
“Abuela, voy a mi habitación a estudiar,” dijo Benjamín, levantando su pequeña mochila.
Penélope preguntó incrédula: “¿Pero cuántos años tienes?”
Normalmente, los niños de la edad de Benjamín…
¿No están jugando?
¿Cómo es que él es tan diligente?
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Penélope preguntó en voz baja: “¿Por qué te pones tanta presión?”
Ella todavía pensaba que los niños de edad preescolar, siempre que se divirtieran, estaba bien.
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