Capítulo 467
Se sentía terriblemente oprimido en su interior.
Las lágrimas caían una a una.
Estrellándose contra el suelo.
La vista de Ricardo también se volvía borrosa poco a poco; se secaba las lágrimas con la mano, temiendo perder de vista a Ofelia.
Benjamín regresó a casa.
“¿Ya volviste?” Penélope, al escuchar el sonido de la puerta, corrió inmediatamente a darle la bienvenida con una sonrisa en el rostro.
Al ver la sonrisa en el rostro de su abuela, Benjamín sintió una extraña emoción brotar en su
interior.
Desde que sus padres se divorciaron, nadie había mostrado tal entusiasmo hacia él.
Benjamín estaba conmovido y no quería decepcionar a su abuela, así que respondió con franqueza: “Sí, he vuelto.”
Penélope tomó la mochila de Benjamín y le dijo: “Hoy preparé el caldo yo misma, y el resto de los platos los hizo la tutora.”
“Ella cocina realmente bien.”
“Mientras cocinaba, yo estaba allí, mirando…”
Penélope reflexionó: “No sé qué pasa, pero los mismos platos, preparados por ella, parecen más sabrosos.”
Benjamín disfrutaba de este tipo de convivencia, vivir con familiares, aunque no había muchos temas de conversación, siempre había charlas casuales.
Preguntó sorprendido: “¿En serio?”
Sin dudarlo, Penélope respondió: “Claro, pruébalo y verás.”
Benjamín corrió al baño, se lavó las manos y se sentó junto a la mesa, observando los platos llenos de color, aroma y sabor.
Abrió los ojos asombrado y expresó: “¡Hace mucho que no disfruto de una comida tan rica!”
“Cuando mamá estaba, siempre se preocupaba por lo que me gustaba comer. Al volver de la escuela, siempre había en la mesa mis platos favoritos.”
“Pero desde que papá y mamá se divorciaron…”
“Cuando papá no estaba, Amparo aunque cocinaba, no me dejaba comer.”
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“Hubo veces en que Amparo simplemente salía a comer con su hijo, dejándome solo en casa.”
“No tenía nada que comer, solo podía consumir lo que quedaba en el refrigerador.”
“Terminé en el hospital con una gastroenteritis.”
“Amparo incluso le dijo a papá que era mi culpa por ser glotón…”
“Y papá me regañaba.”
La primera vez que experimentó estas situaciones, le pareció injusto, no había hecho nada malo…
¿Cómo podría Amparo distorsionar la verdad así?
Benjamín se dio cuenta más tarde que Amparo podía hacer esto y salirse con la suya principalmente porque papá la consentía.
No importaba lo que hiciera, papá siempre la perdonaba.
¿Y su actitud?
A papá realmente no le importaba.
Al principio, Benjamín estaba triste y frustrado, sin saber cómo enfrentar estas situaciones.
Parecía que no importaba lo que hiciera, estaba mal.
¿Explicarse?
Papá no escuchaba.
¿Presentar pruebas?
Papá tampoco las miraría.
Benjamín se sintió reprimido durante mucho tiempo, hasta que se mudó y dejó de tener contacto con ellos.
Solo entonces se dio cuenta de que su vida comenzaba a mejorar gradualmente.
Ya no tenía que preocuparse por volver a casa y enfrentar acusaciones infundadas.
Ni por quedarse sin comida.
Por eso, Benjamín valoraba mucho sus días actuales.
Penélope, preocupada, preguntó: “¿Cómo es que no me contaste esto antes?”
Frente a la preocupación de su abuela, Benjamín sintió una calidez en su corazón y explicó: “Porque en ese momento se lo dije a papá.”
“Pero él simplemente no creyó en mis palabras.”
“Pensé que, siendo uno de los seres más cercanos a mí en este mundo…”
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“Si él no estaba de mi lado, entonces seguramente nadie más me creería.”
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