Capítulo 134
Lorenzo nunca había sido de las personas que insistían, pero aquel día mostró una determinación inesperada.
Jordana, finalmente, se movió lentamente hacia el borde de la cama.
Con una figura esbelta y las orejas ligeramente enrojecidas, se sentó de espaldas a Lorenzo, con una actitud obediente y delicada.
Lorenzo la miró con una ternura fluida como el agua.
Al secarle el cabello, colocaba disimuladamente el dorso de su mano frente a los mechones.
De esta manera, podía sentir de forma inmediata la temperatura del aire y evitar quemar a Jordana.
El viento era templado y suave, y los movimientos de Lorenzo, llenos de delicadeza.
Jordana, que inicialmente tenía la espalda tensa y se mostraba algo reservada, empezó a relajarse, cerrando los ojos y disfrutando de la comodidad.
El sonido zumbante del secador no le resultaba molesto, sino que le transmitia una sensación de tranquilidad, aquella paz de los días serenos.
De repente, encontró muy agradable el hecho de estar con Lorenzo, sintiendo una sensación cálida y segura por dentro.
En Aguamar, la familia Soler se reunía alrededor de la mesa para cenar.
Solía ser una ocasión llena de alegría y armonía para la familia Soler, pero aquella noche, el ambiente estaba inusualmente tenso y nadie hablaba.
Fue Petrona, con su voz clara y cristalina, quien rompió el silencio.
“Hoy mi hermana fue invitada de forma especial a un popular programa de variedades y afirmó que una obra que había ganado un premio, la cual una celebridad reclamaba como suya, era en realidad algo que ella había creado a los nueve años.
Ahora, las críticas en internet no paran, todos dicen que mi hermana está exagerando.”
Petrona lo comentó como si fuera algo sin importancia.
Ignacio frunció el ceño y dijo: “Jordana cada vez se comporta peor.”
Verónica, con calma, cortaba su filete con elegancia, sin alterar su expresión y simplemente soltó una carcajada.
“No es la primera vez que hace algo tan vergonzoso.”
Roque, en silencio, seguía comiendo sin expresar ninguna palabra.
Capitulo 134
Ahora se daba cuenta de que Verónica e Ignacio tenían prejuicios contra Jordana.
A pesar de que Petrona solo estaba relatando un hecho sin mayor importancia, Verónica e Ignacio se unieron a los críticos de Jordana.
La gente ajena no sabía que Jordana tenía un talento excepcional para la pintura, algo que tanto Verónica como Ignacio conocían bastante bien.
“Ya terminé.”
Dijo Máximo, dejando sus cubiertos sobre la mesa y se marchó.
Petrona miró hacia donde Máximo había salido y luego a Roque, que seguía comiendo en silencio, y mordió su labio inferior.
Ignacio suspiró.
Había pensado que, con Jordana cortando lazos con la familia, Villa Mariposa volvería a la tranquilidad.
Sin embargo, no esperaba que, tras la partida de Jordana, la mansión se volviera aún más
caótica.
Cada vez que regresaba a Villa Mariposa, sentía un dolor de cabeza insoportable.
Verónica se mostró disgustada.
Desde aquel incidente, Máximo parecía una persona completamente diferente. Ya no hablaba con ella, su madre, como antes, ni mostraba la misma actitud obediente.
Esos últimos días, salía temprano y regresaba tarde, apenas había comido en casa. Esa noche, después de tanto tiempo, era la primera vez que cenaba en la mansión, pero al final todo terminó en un escándalo.
Verónica se sentía cada vez más decepcionada.
Máximo siempre había sido obediente y ella lo había considerado el sucesor del Grupo Rubín.
Ahora era evidente que Máximo se había alejado de ellos por culpa de Jordana, mostrando su
insatisfacción.
Verónica no pudo evitar preguntarse si tal vez era hora de buscar a otro sucesor para el Grupo
Rubín.
Máximo ya había regresado a su habitación.
Tras cerrar la puerta, instintivamente sacó su móvil con la intención de llamar a Jordana para ver cómo se encontraba.
Con todo lo que estaba pasando, Jordana se encontraba sola y necesitada de apoyo y cariño.
No podía seguir ignorándola como en el pasado, cometiendo el mismo error de forma continua.
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Capitulo 134
Pero después de buscar durante un buen rato en su lista de contactos, no logró encontrar el nombre de Jordana.
Tardó un rato en darse cuenta de que nunca había añadido a Jordana a su lista de contactos.
Por suerte, se acordaba del número de su teléfono. Después de marcar una serie de números familiares, hizo la llamada.
Nadie contestó.
Fue en ese momento cuando Roque entró por la puerta.
Máximo, como si estuviera aferrándose a un trozo de madera flotante, se acercó rápidamente a Roque y le agarró la mano.
“Roque, ¿puedes intentar llamar a Jordana a ver si puedes comunicarte con ella?”
“Claro.”
En realidad, Roque había estado queriendo llamarla estos días para disculparse, pero no lo había hecho por orgullo.
Ahora que Máximo se lo estaba pidiendo, sacó su teléfono con eficiencia y rápidamente buscó el número de Jordana en sus contactos para llamarla.
El sonido del “tut tut tut” resonó por un buen tiempo en la habitación vacía, hasta que finalmente, una voz mecánica y fría respondió:
“El número que ha marcado no está disponible en este momento. Por favor, intente llamar más tarde.”
Roque nunca solía llamar por segunda vez a un número que no atendieran.
Sin embargo, ese día hizo una excepción y volvió a llamar.
Por segunda vez.
La llamada no se conectó; era obvio que su número había sido bloqueado.
Roque, conocido por su temperamento volátil, sorprendentemente no se enfadó esta vez, sino que se quedó parado con el teléfono en la mano, algo atónito.
Máximo se sentía desgarrado por dentro.
Jordana no era despiadada, pero había sido capaz de ser implacable con ellos, hasta el punto de no querer contestarles ni siquier el teléfono. Probablemente no quería volver a escuchar sus voces ni verlos nunca más.
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