Capítulo 59 Proceso de selección del hombre
Al amanecer del día siguiente, alrededor de las cinco, Cecilia despidió a Viviana en la puerta. Antes de salir, Viviana estaba excepcionalmente nerviosa.
-Ceci, ¿qué tal estoy? -preguntó.
Ella tenía una base estupenda, con ojos almendrados y cara ovalada. Era amable e innegablemente adorable.
-Muy guapa -respondió Cecilia.
-Es bueno saberlo. Sabes, la mera idea de verle me pone increíblemente nerviosa y emocionada. Tengo mucho miedo de que me rechace…
-No lo hará–la consoló Cecilia-. Nuestra Viviana es tan hermosa, ¿cómo podría alguien rechazarte?
Viviana asintió. Tras verla marchar, Cecilia regresó a su habitación.
-Mami -Jonás se había despertado.
-¿Te hemos despertado? -Cecilia se agachó para preguntar.
Jonás no respondió, en cambio preguntó:
-Mami, ¿el señor Ernesto, al que la señora Cazal desea conocer, es una buena persona?
Después de pensarlo un poco, Cecilia dijo:
-Sí, para la señora Cazal, es sin duda una persona maravillosa.
Recordó la época universitaria en la que había conocido a Ernesto. Era considerado el rompecorazones de su clase, increíblemente guapo. Por desgracia, sus circunstancias familiares distaban mucho de ser ideales. Viviana y Ernesto estaban juntos, una pareja que a primera vista parecía especialmente bien avenida. Era una pena que sus familias fueran tan diferentes.
-Mamá, ¿crees que el señor Rejala es bueno para ti? —preguntó Jonás.
Sorprendida, Cecilia respondió:
-Por supuesto, el señor Rejala siempre ha sido bueno con nosotros.
-Mami, una vez que volvamos a casa, deberías decirle que sí al señor Rejala. Claro, puede que tenga muchas mujeres hermosas a su alrededor, pero tú eres igual de despampanante. Y aunque pueda haber peligro en su mundo, creo que él te mantendrá a salvo.
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Capitulo 59 Proceso de selección del hombre
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Cecilia se quedó sin palabras al ver la cara de su hijo, una versión más pequeña de la de Natanael, llena de seria concentración. Después de un largo rato, levantó la mano y despeinó cariñosamente a su hijo.
-¿No me pediste una cita a ciegas anoche?
Jonás suspiró.
-He calculado las probabilidades. La probabilidad de que encuentres pareja con éxito es de una entre un trillón.
Cecilia estalló en carcajadas.
-Tonto.
La cara de Jonás enrojeció.
-Mamá, tienes que hablar en serio. Aunque las posibilidades sean escasas, aún hay esperanza. Hoy te acompañaré en tu inspección -declaró, sin dejar lugar a discusión.
Era la primera vez que Cecilia se enfrentaba a una situación así. Estaba sustituyendo a su mejor amiga en una cita a ciegas e incluso había traído a su propio hijo. La niñera había salido y a Cecilia no le gustaba dejar a Jonás solo en casa. Por eso les pidió a él y a Saúl que la siguieran de cerca, con cautela.
Viviana solo le había entregado una tarjeta de visita, junto con la dirección del lugar de encuentro acordado. Cecilia no se molestó mucho en arreglarse. Simplemente se puso una máscara y salió por la puerta.
En el Jardín Imperial, un restaurante privado de lujo diseñado a medida, Cecilia estaba a punto de entrar cuando una dama de la alta sociedad elegantemente vestida salió furiosa, irradiando ira por todos sus poros.
-¿Quién se cree que es? No tiene modales. ¿De verdad se cree que es una especie de príncipe? ¿Cómo se atreve a cambiar de candidato cada diez minutos?
Confundida, Cecilia entregó la tarjeta de visita a la recepcionista cuando la dama se marchó.
La recepcionista de la entrada tomó la tarjeta de visita y luego dirigió su mirada hacia Cecilia.
-Srta. Cazal, usted había concertado una cita para las nueve de la mañana, pero ahora son las ocho y cuarenta y siete. Tendrá que esperar a que termine la cita a ciegas de la señorita López para poder entrar.
Fue entonces cuando Cecilia se dio cuenta de que la cita a ciegas era esencialmente un proceso de selección del hombre. La familia Cazal tenía una gran influencia en Tudela, y resultó que la persona con la que Viviana había quedado era alguien con suficiente estatus
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Capítulo 59 Proceso de selección del hombre
como para hacerla esperar en la cola.
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Cecilia era consciente de que muchas de las personas influyentes y poderosas de Tudela eran, de hecho, miembros de misteriosas familias de la capital que se habían trasladado allí discretamente. Ese comportamiento era bastante típico en ellos. Eso funcionaba bien. Le permitiría levantarse y marcharse muy pronto.
En menos de diez minutos, rechazaron a otro miembro de la alta sociedad, que salió enfurecida y desconsolada. Con una conducta de cortés diversión, la recepcionista se volvió hacia Cecilia y le dijo:
-Señorita Cazal, ahora le toca a usted.
Cecilia captó su gama de expresiones pero no le dio importancia. Todo el restaurante estaba reservado para ese día. El hombre con el que debía encontrarse para la cita concertada estaba solo, pero al entrar Cecilia se encontró con el chirriante sonido de burlas y risas de un grupo de hombres jóvenes y privilegiados.