Capítulo 44 No puedo dejarla escapar
Saúl vio a Cecilia, vestida con su fino camisón, completamente empapada. Estaba acurrucada en un rincón, con las manos y las piernas llenas de arañazos carmesí. Cerró rápidamente el grifo, tomó la bata y se la puso a Cecilia, protegiendo su figura sutilmente revelada.
-¿Estás bien?-preguntó con una voz que, aunque no era suave, sonaba algo débil a los oídos de Cecilia.
Cecilia tardó un rato en recuperar la compostura. Le miró, con los labios pálidos, y dijo:
-Estoy bien.
-Te llevaré al hospital–dijo Saúl, agachándose para levantarla, pero ella esquivó su intento y se mordió el labio con fuerza.
-No–respondió con firmeza-. Todos los hospitales de Tudela dependen de la familia Sotelo. Zacarías ya sabía que había vuelto. Si se entera de que me he drogado, iseguro que se lo dirá a Natanael! Si Natanael se entera de que le he echado algo en la bebida, será difícil que me acerque a él en el futuro…
Hacía más de cuatro años que había fingido su muerte. Si no hubiera sido por la táctica de Calvin, no habría podido ocultárselo a Zacarías. Ahora que Calvin estaba ausente, si ella iba al hospital, la gente de allí informaría sin duda a Zacarías de inmediato. Por eso Cecilia decidió ocuparse ella misma.
Antes de entrar, Saúl vio el vino derramado en el salón e inmediatamente comprendió la mayor parte de la situación. Sus cejas se fruncieron ligeramente.
-Pero tu cuerpo… -comenzó a decir.
-¿Podrías traerme unos cubitos de hielo? -le interrumpió Cecilia.
-Claro–respondió Saúl, dirigiéndose al frigorífico de la cocina.
Echó una bolsa de hielo en la bañera y el frío penetrante hizo que el cuerpo de Cecilia se sintiera mucho mejor. Saúl le acercó el botiquín.
-Gracias -expresó Cecilia con sincera gratitud.
Saúl no pronunció palabra. Se dirigió a la puerta, esperando en silencio, mientras informaba a Calvin de que todo iba bien. Después de que Cecilia hubiera colgado la llamada de Jonás, este se preocupó de que pudiera haberle ocurrido algo y llamó a Calvin para informarle, Cuando Calvin intentó contactar con ella, nadie respondió. Así que envió a Saúl a ver cómo estaba.
Una hora más tarde, el efecto de la medicación desapareció. Después de aplicarse algunos
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Capitulo 44 No puedo dejarla escapar
เจ
+5 Perlas
medicamentos, Cecilia se puso ropa limpia y salió del cuarto de baño. Saúl seguía esperando
fuera.
-Siento las molestias de esta noche, deberías descansar–le dijo, con voz apenas por encima de un susurro.
-De acuerdo -respondió Saúl, lanzándole una mirada antes de darse la vuelta y salir por la puerta.
Cuando se marchó, Cecilia se dio cuenta de que ya era tarde. Así que envió un mensaje de voz a Marta para hacerle saber que estaba a salvo.
Mientras tanto, Natanael no podía conciliar el sueño. Estaba en el balcón, dando caladas a un cigarrillo, con la mente llena de escenas de lo que acababa de ocurrir con Cecilia. La encantadora figura de la mujer apareció ante sus ojos. Natanael tenía la garganta
inexplicablemente seca, sumido en sus pensamientos. Inconscientemente, el cigarrillo se le había consumido hasta los dedos antes de volver a la realidad.
Tras pasar toda la noche sin dormir, Natanael llegó a la empresa a primera hora de la mañana siguiente. Como de costumbre, Mason le informó sobre el trabajo. Natanael escuchaba distraído, cuando de repente preguntó:
-¿Ha llegado Cecilia?
Mason se sorprendió por un momento y luego negó con la cabeza.
-He oído que estaba enferma y se ha tomado el día libre.
«¿Enferma?», pensó Natanael.
-No la pierdas de vista, recuerda, no podemos dejarla escapar en absoluto -ordenó Natanael con severidad.
-Entendido respondió Mason.
Cuando Mason se fue, se encontró con Estela, que estaba inmaculadamente vestida con ropa de diseño personalizado.
-Sr. Sánchez, ia quién no podemos dejar escapar? -preguntó Estela con curiosidad.