Capítulo 42 Una visita sorpresa
Los dedos de Cecilia se tensaron involuntariamente. Natanael notó su rigidez y cubrió su delicada mano con la suya. Su beso fue dominante y apresurado a la vez. Cecilia mantuvo la espalda rígida, reprimiendo con fuerza los sentimientos indescados que brotaban en su interior. «Eli y Jonás siguen esperando a que vuelva», pensó. Al final, decidió seguirle la corriente, preguntándose si podría quedar embarazada. Mientras ese pensamiento cruzaba su mente, le respondió torpemente.
Natanael hizo una breve pausa, sus cejas severas se relajaron rápidamente. Se desabrochó los botones de la camisa y el cinturón. El fresco aroma de Cecilia, recién salida de la ducha, llenaba el aire, impregnando sus sentidos. El ritmo de su corazón se aceleró
involuntariamente. Incapaz de contenerse por más tiempo, la colocó suavemente en el sofá del salón, quitándole la bata.
El puño de Cecilia se apretó aún más. No se atrevía, o tal vez no quería mirar a Natanael. En su lugar, se quedó mirando la cálida luz sobre su cabeza. Incontrolablemente, en su mente resonaban innumerables fotos íntimas de Natanael que Estela le había enviado en el pasado. Las palabras que Estela pronunció una vez resonaron en su mente:
-¿Alguna vez te dijo Natanael que te quería, Ceci? A mí me lo decía todo el tiempo.
Podía sentir la cálida piel del hombre cada vez más cerca. Sus labios carmesí se separaron ligeramente al preguntar:
-Señor Rotela, ¿no teme que la señorita Rojas se ponga celosa y le cause problemas si seguimos así?
Las palabras desalentadoras de Cecilia en el último momento hicieron que Natanael se detuviera en seco. Su mirada era fría como el hielo mientras exigía:
-¿De verdad vas a seguir haciéndote la tonta conmigo, Cecilia?
Cecilia recogió la bata que se le había caído a un lado, utilizándola para protegerse.
-No tengo ni idea de lo que estás hablando -afirmó.
Al verla, Natanael no pudo evitar recordar aquella noche de hacía unos años, un recuerdo que tenía muy arraigado en la memoria. Se le hizo un nudo en la garganta y su mano volvió a posarse sobre el rostro ligeramente pálido de Cecilia, acercándose lentamente.
-¿Por qué has vuelto esta vez? -le preguntó.
Cecilia llevaba huyendo más de cuatro años y ahora había vuelto de repente. No la creería si le dijera que no tenía segundas intenciones. Su corazón latía con rapidez, temerosa de que Natanael se enterara de lo de sus dos hijos. Forzó una sonrisa y dijo:
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Capítulo 42 Una visita sorpresa
+5 Perlas
-Señor Rotela, ¿está usted paranoico? Si bien es cierto que usted es rico y poderoso, a mí tampoco me faltan fondos. He vuelto esta vez únicamente para ayudar a los que, como yo, nacieron con discapacidades.
Temiendo que no la creyera, Cecilia incluso se quitó el audífono y se lo mostró.
-Has dicho que me conoces, entonces deberías saber que nací con una discapacidad auditiva -explicó.
Natanael se quedó mirando el audífono en la palma de su mano, en silencio. Poco a poco, se fue acercando a ella, lo suficiente como para oír la respiración y los latidos del corazón del
otro.
-Ya que dices no conocerme, ¿por qué no me cuentas qué han estado haciendo Calvin y tú estos últimos cuatro años? -preguntó Natanael. Su respiración era agitada y sus cálidas exhalaciones rozaban el rostro de Cecilia.
Cecilia casi podía oír los latidos de su corazón. Se tragó el sentimiento de humillación pasada y lo encaró de frente.
-Señor Rotela, ile fascina tanto mi pasado porque le gusto?
A Natanael se le encogió el corazón. Y sin más, le soltó la mano bruscamente.
-Lo estás pensando demasiado -respondió.
Cecilia sabía desde hacía tiempo que Natanael no tenía corazón. Ella lo había perseguido durante más de una década, pero él nunca había sentido nada por ella. ¿Por qué iba a ser diferente ahora? Sin embargo, era mejor que ella no le gustara. Así podría irse con Jonás y Elías sin sentirse culpable.
El teléfono de Cecilia sonó de repente con una videollamada. Sin duda era uno de sus hijos que llamaba a esa hora. Cecilia se zafó del abrazo de Natanael y se puso la bata. Tomó el teléfono y cortó la llamada.
Natanael observaba atentamente cada uno de sus movimientos.
-Una llamada de spam -declaró Cecilia, antes de volverse hacia él-. ¿No ibas a contarme cómo nos conocimos? Voy a por vino y nos tomamos nuestro tiempo para hablar.
Decidió arreglar las cosas rápidamente. De ese modo, podrían marcharse inmediatamente al extranjero. Después de hablar, Cecilia se dirigió rápidamente hacia el segundo piso. Descorchó el vino que había preparado antes, junto con un paquete de medicamentos y un kit de recogida de muestras médicas.