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A Reina Novela 143

A Reina Novela 143

Capítulo 143 

La voz de Clara flotó en el aire, ni muy alta ni muy baja, cayendo como dardos precisos en los oídos de Samuel. El rostro del empresario se ensombreció mientras un recuerdo indeseado cruzaba por su mente: aquellos días en que Esther lo seguía fielmente, y él respondía con las mismas palabras cortantes que ahora recibía

Al notar la presencia de Samuel, Clara esbozó una sonrisa desafiante

-Presidente De la Garza, Esther viene aquí a estudiar -declaró con un tono mordaz-. ¿Cuál es el sentido de venir a la escuela una y otra vez? ¿Acaso viene a ser tutor

Esther observó a Samuel, que se erguía frente a ella como una torre de autoridad. Sus 

delicadas cejas se fruncieron en un gesto de genuino descontento

-Presidente De la Garza, esto de seguirme así no está bien -pronunció cada palabra con deliberada precisión. ¿No tiene otra cosa qué hacer? Todo el día solo sabe cómo buscarme problemas, ¿no se da cuenta del enfado que esto causa a los demás

Aquellas palabras tan familiares golpearon a Samuel como un espejo de su propio pasado, deformando aún más su expresión. Esther lo recordaba todo vívidamente: ella, trotando sobre tacones altos para alcanzarlo, mientras él la dejaba atrás con cruel indiferencia

Esther, una chica como tú siguiéndome así, ¿ya no te queda dignidad? ¿No tienes otra cosa qué hacer? ¡Todo el día solo sabes cómo buscarme problemas! ¿No te das cuenta del enfado que esto causa a los demás?” 

En aquellos días, ella solo podía escuchar sumisamente, conformándose con vislumbrar su figura desde lejos antes de huir como una sombra asustada

Una sonrisa irónica se dibujó en sus labios al recordar su antigua sumisión. Era casi poético cómo, en tan solo unos días desde su renacimiento, los papeles se habían invertido por completo

-Esther, ¡sabes por qué vine a buscarte! -la voz de Samuel resonó con frustración contenida

Ella ladeó la cabeza, componiendo una expresión de genuina perplejidad

-¿Cómo voy a saber por qué vienes a buscarme? -cuestionó con fingida inocencia-. Con tanto alboroto, los demás aún tienen clases. Presidente De la Garza, no puede ser tan desconsiderado solo porque es el inversor de esta escuela, ¿verdad

-Sí -intervino Clara, alimentando perfectamente la tensión del momento-. Acabo de ver que muchas personas en la escuela ya están muy molestas. Se están quejando de que ni siquiera pueden tener una clase decente

Samuel apretó la mandíbula, conteniendo una ira que amenazaba con desbordarse

-Te dije que me prepararas el desayuno -gruñó-. ¿Dónde estabas

-Presidente De la Garza -respondió Esther con una calma estudiada-, en casa hay una 

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Capítulo 143 

empleada doméstica, no me paga un salario, ¿con qué derecho exige que le prepare el desayuno? -hizo una pausa calculada-. Además, soy una estudiante, necesito asistir a la escuela, ¿acaso el Presidente De la Garza no lo sabe? Y aún así pregunta dónde estaba

-¿Ah ? -los ojos de Samuel brillaron con un destello peligroso, como si hubiera encontrado una grieta en su armadura-. ¿Vienes a la escuela, o te fuiste a un hotel con Alfonso

Clara contuvo el aliento ante la acusación, lanzando una mirada cómplice a su amiga

¡Bien hecho!, parecían decir sus ojos

Esther frunció el ceño, su rostro una máscara de indignación controlada

-Presidente De la Garza, hable con pruebas -exigió-. ¿Quién le dijo que me fui a un hotel con Alfonso

-En el NIZUC Resort & Spa hay registro de hospedaje tuyo y de Alfonsocontraatacó él-. ¿Me vas a decir que no fuiste a un hotel

-Mi identificación se perdió hace días, puede verificarlo -respondió ella con serenidad-. ¿Así que solo por escuchar eso vino a confrontarme? ¿Investigó bien el asunto? ¿O acaso, nos encontró in fraganti

El tono de Esther destilaba un desprecio sutil que no pasó desapercibido

-Yo-Samuel titubeó, consciente de que su investigación había sido superficial. Paula lo había asegurado, y el registro existía, pero más allá de eso… 

-Por lo visto, el presidente De la Garza tampoco tiene pruebas -concluyó ella-, así que mejor ya no nos detenga, que tenemos que ir a clase

Cuando Esther hizo ademán de marcharse, Samuel extendió su mano, atrapando su brazo en un agarre firme. Ella bajó la mirada hacia donde sus dedos se cerraban sobre su piel, sus ojos brillando con un destello de advertencia

-Presidente De la Garzapronunció cada palabra con deliberada lentitud-, por favor, tenga en cuenta el decoro. No es como si hubiera firmado un contrato de servidumbre con la familia De la Garza

Sin más palabras, se liberó de su agarre y se alejó con paso firme, llevando consigo a Clara, dejando a Samuel de pie en el pasillo, con la mano extendida hacia el vacío y el eco de sus palabras resonando en su mente

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