Capítulo 138
Bianca permaneció en silencio, sus manos tensas sobre el volante mientras conducía. La atmósfera dentro del vehículo era tan densa que podría cortarse con un cuchillo.
Cuando el coche se detuvo frente al lujoso hotel en Cancún, Samuel prácticamente saltó del vehículo, su figura imponente irradiando una furia apenas contenida. Un empleado del hotel, reconociendo al instante al presidente del Grupo De la Garza, se apresuró a acercarse.
-Presidente De la Garza, ¿puedo ayudarle en algo…?–ofreció el empleado con una sonrisa
servicial.
-¡Lárgate! -rugió Samuel, causando que el pobre empleado retrocediera asustado.
Bianca, siguiéndole el paso con dificultad, informó apresuradamente:
-Está en la tercera planta, en la habitación 8302.
Samuel se dirigió al elevador con pasos firmes y decididos. Al llegar al piso indicado, comenzó a buscar el número como un depredador tras su presa. Sin embargo, al encontrarse frente a la puerta 8302, se detuvo abruptamente.
Justo cuando Bianca estaba por deslizar su tarjeta para abrir, Samuel se la arrebató con un movimiento brusco. Se quedó inmóvil frente a la puerta, su mano suspendida en el aire mientras dudaba.
Finalmente, tras tomar una profunda bocanada de aire, pasó la tarjeta. El sonido del mecanismo desbloqueándose resonó en el pasillo silencioso, pero al abrir la puerta, solo encontraron una habitación completamente vacía.
-¿Dónde están? -gruñó Samuel, su frustración evidente en cada línea de su rostro.
Bianca palideció visiblemente.
-Esto… ¡Ellos definitivamente estaban aquí! -tartamudeó-. Ya había investigado, ¡tenían que estar aquí!
-¡Investiga! -ordenó Samuel con voz cortante.
-Sí–respondió Bianca antes de salir corriendo para interrogar al personal del hotel.
Mientras tanto, Esther, al no lograr comunicarse por teléfono con Anastasia, optó por enviarle un mensaje para concertar un encuentro. No pasó mucho tiempo antes de que el sonido de pasos apresurados resonara en el pasillo.
-¿Qué pasa afuera? -preguntó Esther, frunciendo el ceño con preocupación.
-Puede ser que tu prometido haya enviado gente para atraparte en el acto -respondió Alfonso con una sonrisa enigmática.
Capitulo 138
-¿Qué? -Esther se sobresaltó, recordando súbitamente su registro en la recepción-. ¿Reservaste dos habitaciones?
Con la influencia de Samuel en Cancún, era obvio que descubriría su ubicación. Alfonso debió haber preparado dos habitaciones de antemano, haciendo que ella se registrara en la habitación equivocada.
-Ya que todo está arreglado, nos veremos la próxima vez -anunció Alfonso, levantándose con elegancia.
-¡Si tú te vas, qué voy a hacer yo! -protestó Esther.
-Señorita Montoya, qué curioso lo que dice -respondió Alfonso con una sonrisa maliciosa-. Si yo me voy, ¿qué más importa lo que usted haga?
Cuando Alfonso abrió la puerta para marcharse, el rostro de Esther se ensombreció completamente. “¡Este maldito tigre!“, pensó con rabia.
Alfonso salió al pasillo y se encontró cara a cara con Samuel, quien continuaba su búsqueda frenética.
-¿Qué pasa? ¿El presidente De la Garza ahora trabaja para la policía? -preguntó Alfonso con
sorna.
-¿Dónde está Esther? -demandó Samuel con voz gélida.
-¿La señorita Montoya? -Alfonso se volvió hacia su asistente con fingida confusión-. Jaime, ¿has visto a la señorita Montoya?
-No–respondió Jaime con firmeza.
-Mis hombres descubrieron que ella estaba aquí -insistió Samuel-, y que había reservado una habitación con el presidente Betancourt, así que mandé a alguien a verificar.
-Ya veo–respondió Alfonso con calma.
Con un gesto elegante, extendió su mano y Jaime le pasó la identificación de Esther, que Alfonso procedió a entregar a Samuel con una sonrisa enigmática.
212