Capítulo 135
La paciencia de Samuel se estaba agotando mientras observaba a Paula, que aún no respondía su pregunta:
-¿Dónde está Esther? -repitió con un tono cortante.
Al notar su expresión severa, Paula se apresuró a responder:
-Yo… yo ya le iba a decir, presidente De la Garza. Por favor, no se enoje.
-Habla.
-Acabo de ver que mi prima y el presidente Betancourt se fueron juntos mientras decía esto, Paula no perdió la oportunidad de exagerar la situación-. De verdad, mi prima… ¿cómo se atreve? Esto es una escuela, ¿cómo va a andar así con el presidente Betancourt? Mucha gente los vio y empezaron los chismes… -hizo una pausa dramática-. Yo solo quería decírselo en privado al presidente De la Garza para evitar que se sintiera mal… Por favor, no se enoje con mi prima, a lo mucho fue un poco imprudente… ella realmente tiene buenos sentimientos hacia
usted.
El rostro de Samuel se ensombreció visiblemente. “¿Buenos sentimientos?“, pensó con amargura. Si tuviera buenos sentimientos, ¿cómo podría Esther irse así con Alfonso? ¡Y encima delante de todos, tomados de la mano!
La imagen mental de esa escena apenas le permitía contener la ira que bullía en su interior. “¿Esta Esther realmente entiende cuál es su lugar?“, se preguntó, apretando los puños.
Paula, notando el evidente disgusto en el rostro de Samuel, supo que había logrado su objetivo. -Presidente De la Garza… -continuó con voz suave-. Lo digo por el bien de ambos, esperando que haya menos malentendidos entre usted y mi prima. No se enfade, tal vez el presidente Betancourt tenía algo importante que decirle.
Era obvio para cualquiera que Alfonso había venido especialmente a la escuela durante el día para buscar a Esther. La expresión de Samuel se tornó gélida. Todos sabían que desde que Alfonso llegó a Cancún hace unos días, nunca había hablado voluntariamente con nadie, mucho menos de manera tan cercana con una mujer. Esto solo demostraba cuán especial era Esther para él.
-Puedes bajar del auto -ordenó Samuel con frialdad.
-Presidente De la Garza… -Paula intentó decir algo más, pero Bianca ya había abierto la puerta trasera.
Paula solo pudo morderse el labio y descender del vehículo.
Después de que Bianca subió al auto, al ver la expresión severa de Samuel en el espejo retrovisor, no pudo evitar preguntar:
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Capitulo 135
-Presidente De la Garza, ¿y ahora qué hacemos?
-Buscar–los ojos de Samuel destellaron con frialdad-. Que revisen todos los registros de los hoteles. ¡Quiero saber dónde fueron Esther y Alfonso!
-Sí, presidente De la Garza.
Mientras tanto, dentro del Hotel NIZUC Resort & Spa, Esther observaba cómo Alfonso entregaba su identificación en el mostrador.
-¿Qué? ¿Me llamaste temprano en la mañana para venir a registrarnos en un hotel? -Esther casi se ríe de la frustración-. Presidente Betancourt, ¿está bromeando?
-Es solo el registro, no tiene nada que ver con alojarnos -respondió Alfonso con tono indiferente-. Aquí podemos hablar más tranquilamente, sin ser descubiertos.
-Pero… –“¿Pero no es esto muy propenso a malentendidos?“, pensó Esther, conteniéndose mientras guardaba su identificación en el bolso.
-El presidente Betancourt también tiene lo suyo Comentó con sarcasmo apenas velado-. En el extranjero es de los que ni siquiera siguen la ley, y aun así sabe hacer un registro de entrada.
Esther lo observaba sin disimulo, preguntándose cómo alguien como Alfonso, un hombre con dinero, poder y un vasto imperio, terminaría rendido ante los encantos de Anastasia.
Probablemente al percatarse de su mirada escrutadora, Alfonso se detuvo abruptamente.
La respiración de Esther se tensó.
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