Capítulo 109
-Esta noche es la cena benéfica, acompañame.
Las palabras de Samuel flotaron en el aire como una orden más que una invitación. Esther sintió un cosquilleo de satisfacción al notar el ligero tono de ansiedad que se escondía bajo esa fachada autoritaria.
-¿Por qué no llevas a Anastasia?-preguntó Esther, frunciendo el ceño mientras evaluaba las verdaderas intenciones detrás de esta invitación inesperada.
-¿Así que quieres que lleve a Anastasia?
La voz de Samuel se tiñó de un descontento apenas contenido, sus ojos grises entrecerrados con sospecha.
Esther mantuvo su compostura, aunque por dentro disfrutaba de este pequeño poder que tenía
sobre él
-No es eso, solo pienso que la señorita Miravalle podría ser una pareja más adecuada para el presidente De la Garza -respondió con calculada indiferencia, saboreando cada palabra.
-¿Estás intentando alejarme de ti, Esther?-La pregunta de Samuel llevaba un tono de advertencia que en otro tiempo la habría hecho temibilat
“¿Qué dices, presidente De la Garza? -Esther dejó que una sonrisa sutil jugara en sus labios-. Nuestro matrimonio fue por negocios y es temporal, es normal que cada uno tenga su vida. Que te guste Anastasia no es ningún secreto en nuestro circulo. Entonces, ¿por qué me llevas? Cada palabra era como una aguja que se clavaba en el orgullo de Samuel. Esther podía ver cómo su mandíbula se tensaba, como sus dedos se crispaban ligeramente.
-Así que cada uno tiene su vida… -Samuel entrecerró los ojos, su voz gélida como el hielo-. Veo que tú y Gabriel se la pasan bastante bien.
-No como tú, presidente De la Garza, que incluso ya tienes un hijo con la señorita Miravalle.
El comentario casual de Esther cayó como una bomba en la habitación. La temperatura pareció descender varios grados, y el rostro de Samuel se convirtió en una máscara de hielo. Sus ojos grises, usualmente controlados, brillaron con una mezcla de furía y algo más… ¿culpa, quizás?
Esther sabia que había tocado un punto sensible. El tema del hijo siempre había sido un tabú para Samuel, un rumor que nadie se atrevia a mencionar en su presencia. La reacción de Samuel ahora, ese instante de vulnerabilidad en su máscara de control, confirmaba lo que siempre habla sospechado; los rumores tenían más verdad de la que nadie se atrevía a
admitir
-Presidente De la Garza, ya han llegado todos -anunció Bianca, entrando oportunamente. Tras ella, un equipo de maquillistas y estilistas apareció, cargando sus maletines profesionales.
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Capitulo 109
-Por favor, lleven a la señorita Montoya arriba para que se cambie -ordenó Samuel, su voz aún tensa.
-Sí, presidente De la Garza.
Bianca guio a Esther escaleras arriba, seguida por el equipo de belleza. Durante la siguiente hora, mientras la transformaban, Esther reflexionaba sobre el giro que habían dado los acontecimientos. En su vida anterior, esta noche había pertenecido a Anastasia. Ahora, el destino le ofrecía una oportunidad diferente.
Samuel consultó su reloj con impaciencia.
-¿Ya está lista? -preguntó, su pie golpeando rítmicamente el suelo.
-Sí, presidente De la Garza.
Bianca apenas se disponía a subir cuando Esther hizo su aparición, descendiendo las escaleras con gracia estudiada. El vestido azul lago se ajustaba a su figura como una segunda piel, la tela brillante capturando y reflejando la luz con cada movimiento. Su cabello castaño caía como una cascada de seda hasta su cintura, enmarcando un rostro que apenas necesitaba el toque del maquillaje para resplandecer.
Samuel quedó momentáneamente paralizado. Sus ojos grises recorrieron la figura de Esther con una intensidad que sorprendió a ambos. Era como si la viera por primera vez, descubriendo una belleza que siempre había estado ahí, oculta bajo capas de desesperación y anhelo no correspondido.
-Presidente De la Garza, este vestido realmente le queda muy bien a la señorita Montoya -comentó alguien del equipo-. La señorita Montoya es, sin duda, la dama más hermosa de Cancún que he visto.
Los comentarios sacaron a Samuel de su trance. Una conclusión incómoda lo golpeó: Esther siempre había sido hermosa, pero él había estado tan cegado por su obsesión con Anastasia, tan irritado por los intentos de Esther de imitarla y su constante presencia, que se había negado a verlo.
-Vámonos -ordenó con frialdad, dirigiéndose hacia la salida.
Mientras lo seguía, Esther recordó vívidamente cómo en su vida anterior, había sido Anastasia quien había acompañado a Samuel a esta misma cena. Aquella noche, la belleza de Anastasia había captado la atención de alguien importante. Una sonrisa enigmática curvó sus labios mientras arqueaba una ceja. Parecía que en esta vida, el destino había decidido favorecerla a
ella.
…
Mientras tanto, en la familia Miravalle, una noticia sacudía la tranquilidad de la noche.
-¿Qué? ¿Samu llevó a Esther a la cena benéfica?
El grito de sorpresa resonó en las paredes, presagiando una tormenta por venir.
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