Capítulo 470
Salvador permaneció en silencio un buen rato antes de comenzar a relatar con calma: “A los veintiocho años, me diagnosticaron una enfermedad terminal. Perdí todo mi cabello, mi cuerpo se debilitó, y perdí el control de mis necesidades. Al principio, ella estuvo a mi lado, inquebrantable, pero no pudo soportar hasta el final y me dejó. Aurora, después de conocer la verdad, ¿Aún piensas que estoy destinado a estar con ella?”
El corazón de Aurora ardía como si estuviera en llamas. Las venas de sus ojos se tiñeron de un rojo vivido y las lágrimas comenzaron a brotar sin control.
No podía aceptar que su querido Salvador, a quien había protegido y valorado tanto, tuviera ese desenlace.
Las lágrimas cayeron sin cesar.
Salvador intentó secar sus lágrimas, pero fue una tarea imposible.
Solo podía abrazarla fuertemente: “No te pongas triste. Al menos en esta vida, podemos intentar cambiar nuestro destino.”
Aurora escondió su rostro en su pecho, mojándolo con sus lágrimas.
Cuando logró calmarse un poco, le advirtió con firmeza: “Desde ahora, debes dejar el alcohol, el tabaco, desvelarte y la tristeza.”
Salvador aprovechó el momento para decir: “Siempre que estés a mi lado, cuidaré de mi salud por ti.”
La joven rompió en llanto: “Nunca más te dejaré.”
Víctor, al entrar en la habitación, se quedó paralizado al ver a Salvador y Aurora abrazados y llorando.
Valeria, llevándose a Víctor, dijo: “Vámonos, no debemos interrumpir.”
Pero Víctor, con picardía, se dio la vuelta: “¿Quieres ese anillo de compromiso que compraste en Melbourne?”
Esa broma disipó la atmósfera de tristeza.
Aurora se sonrojó.
Salvador, molesto con Victor por arruinar el momento, lo miró con enajo: “Lárgate.”
Victor huyó rápidamente.
Salvador tomó de la mano a Aurora y salieron. Al verlos, Victor y Valeria adivinaron que ellos habían formalizado su relación.
Los tres celebraron con alegria
Justo en ese momento, el timbre sonó, rompiendo el clima festivo.
Capitulo 470
Andrés corrió a atender y recibió un paquete.
Al abrirlo, encontraron una invitación.
La familia Hidalgo invitaba a Salvador a la fiesta de cumpleaños de Daniela.
La invitación incluía tres entradas.
Sosteniendo la invitación, Salvador miró a Aurora con cariño: “¿Vendrás conmigo?”
“La señorita Hidalgo probablemente no quiera verme allí. Si voy, podría arruinar su fiesta de cumpleaños. Es mejor que no vaya.”
Salvador, frustrado, dijo: “Si tú no quieres ir, entonces yo tampoco tengo razones para asistir.”
Aurora, con total seriedad, le dijo: “Salva, debes ir. En esta fiesta de cumpleaños, quizás la señorita Hidalgo quiera hacer pública su relación contigo. Pero si no la amas, debes aclarar las cosas con ella y terminar con sus esperanzas.”
Salvador asintió: “Tienes razón.”
El viernes por la noche, la fiesta de cumpleaños de Daniela no escatimó en gastos.
El evento se llevó a cabo en la familia Pizarro, donde las reuniones familiares suelen contar con la presencia de amigos y familiares muy cercanos.
Entre los invitados estaban las tres generaciones de la familia Nolan, Isaac y su esposa representando a la familia Córdoba, los ancianos del matrimonio Montalbán, y otros nobles de
renombre.
Cuando Salvador llegó a la puerta de la familia Hidalgo, causó un gran revuelo.
Daniela, acompañada de sus sirvientes y luciendo un vestido espléndido, salió a recibirlo..
“Salva, ¿Por qué tardaste tanto? Te he estado esperando.”