Capítulo 469
Daniela siempre había sido una enamorada de la belleza, y solo con ver la apariencia de Salvador, quedó completamente embelesada. En ese momento, al enterarse que su estatus era tan distinguido, su fascinación por él aumentó aún más.
Asintiendo con vigor, dijo: “Papá, no te preocupes. Haré lo que sea necesario para conquistarlo.” Joaquín se mostró muy complacido: “Daniela, mientras no te rindas con él, al final seguro será tuyo. El adivino dijo que en tu vida pasada fueron marido y mujer, y en esta vida el destino aún no se ha cumplido. Seguramente se casarán muy pronto.”
Al escuchar eso, Daniela mostró una sonrisa tímida y encantadora.
Salvador, Víctor y Andrés, pasaron la mañana ocupados con la adquisición del Grupo Córdoba y por la tarde regresaron a la empresa para elaborar el informe de cierre. Después de un día ajetreado, se hicieron las seis de la tarde.
“Señor, ya es hora de cenar. ¿Qué tal si voy al restaurante más cercano a pedir algo?” Sugirió
Víctor.
Pero Salvador se levantó, y con un aire de misterio, dijo: “Soy un hombre de familia. Debo regresar a casa después del trabajo para reportarme con Aurora.”
Víctor no tuvo más remedio que acompañarlo a casa. En el camino, con ganas de provocarlo, preguntó: “Señor, ¿Y si ella no le ha preparado la cena? ¿No sería eso un poco presuntuoso de su parte?”
Salvador lo miró con una profunda recriminación: “Entonces deberías preparar la cena tú
mismo.”
Víctor se quedó petrificado. Lo que menos quería era hacer tareas domésticas.
Apresuradamente, juntó sus manos en oración, esperando que Aurora les hubiera dejado
comida.
Al llegar a casa, el delicioso aroma a comida llenaba el aire. La mesa ya estaba dispuesta con un gran banquete humeante.
Aurora todavía estaba ocupada en la cocina. Salvador se quitó los zapatos y se dirigió a grandes pasos hacia ella.
Víctor se sintió aliviado.
Desde la cocina, Víctor le gritó a Aurora con gratitud: “Aurora. Te has esforzado mucho.”
“¿Ya regresaron? Lávense las manos y prepárense para cenar.” Respondió la joven.
Salvador entró en la cocina y tomó la espátula de las manos de Aurora, diciendo con consideración: “Déjame hacerlo.”
Capitulo 469
El joven manejó la espátula torpemente, haciendo que la comida salpicara por todos lados, por lo que retrocedió asustado.
Aurora retomó la espátula y con destreza terminó de servir los platos. Salvador se apresuró a llevarlos a la mesa, gritando de dolor por el calor, pero sin atreverse a soltarlos, se esforzó por llevar los platos calientes.
Al apoyarlos, descubrió que se había quemado las manos hasta que se enrojecieron.
Aurora, sintiendo un profundo pesar, le dijo: “Salva, si no estás familiarizado con las tareas de la cocina, mejor evítalas.”
“¿Cómo voy a evitarlas? En el futuro, también tendré que cocinarte.” Dijo con ternura.
Aurora se quedó paralizada. Sus ojos brillaron ligeramente, y luego se dio la vuelta para huir.
Salvador la detuvo, levantó su barbilla y con un tono herido, preguntó: “¿Por qué me rechazas? Aurora, ¿Acaso nunca has pensado en vivir conmigo toda la vida?”
Los ojos de Aurora se llenaron de lágrimas: “Salva, nosotros no tenemos futuro.”
El joven, emocionado, insistió: “¿Por qué no podemos tener un futuro?”
Aurora, con total sinceridad, dijo: “Salva, tú no estás destinado a estar conmigo. Daniela es tu verdadera alma gemela.”
Salvador soltó una carcajada: “Parece que me he descuidado. Todavía recuerdas cosas de nuestras vidas pasadas.”
Salvador la abrazó fuertemente, explicándole seriamente: “Lo que pasó en la vida pasada se quedó allí, ahora estamos en esta vida. Aurora, no pienses tanto en eso.”
“Daniela te ama de verdad.”
Salvador se tensó.
“Pero su amor no puede soportar la prueba del tiempo.”
Aurora sintió que había algo más en sus palabras, por lo que lo miró fijamente, perdida.
“Dime, al final ¿Qué pasó entre ustedes?”
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