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El Precio de tu 117

El Precio de tu 117

Capítulo 117 

Lydia decidió dejar de preocuparse por Dante, y el silencio de su teléfono sin llamadas ni mensajes le confirmó que había tomado la decisión correcta. La tranquilidad que sentía era como un bálsamo para su espíritu agitado

El restaurante que Guzmán había elegido se encontraba en una zona apartada de Nueva Castilla, a más de una hora de viaje por carreteras serpenteantes que se alejaban del bullicio de la ciudad. El lugar emanaba una atmósfera única, como si el tiempo transcurriera más lentamente entre sus paredes de madera antigua

El caldo medicinal que Guzmán le recomendó llegó humeante a la mesa, su aroma a hierbas elevándose en volutas fragantes. Al primer sorbo, las notas herbales inundaron su paladar dulce, reconfortante y curiosamente vigorizante. Lydia saboreó cada cucharada, terminando el gran tazón con una satisfacción que iba más allá del simple placer culinario

A través de las ventanas del restaurante, se alzaba majestuosa una montaña coronada por un antiguo templo. La vista era como una postal perfecta: el verde intenso de la vegetación contrastando con la piedra envejecida del templo, todo enmarcado por un cielo de un azul 

cristalino

¿Qué te parece si subimos a hacer algo de ejercicio después de comer?sugirió Guzmán con una sonrisa cálida, señalando hacia la cima. La distancia no parecía excesiva, quizás media 

hora de caminata moderada

Los ojos de Lydia se iluminaron ante la propuesta. ¡Claro!La idea de una pequeña aventura, lejos de las tensiones habituales, le resultaba irresistible

El ascenso resultó ser una experiencia placentera. Las escaleras de piedra, gastadas por siglos de peregrinos, serpenteaban suavemente hacia la cima. El camino estaba salpicado de pequeños descansos sombreados por árboles centenarios, y antes de que se dieran cuenta, habían alcanzado la cúspide

En la cima, un gazebo de madera pulida ofrecía refugio del sol, y detrás, el templo deshabitado se erguía como un guardián silencioso de la montaña. El viento soplaba libre y vigorizante, trayendo consigo el aroma de pinos y tierra húmeda. Era el tipo de brisa que parecía llevarse consigo las preocupaciones, dejando solo paz en su lugar

Lydia cerró los ojos, dejando que el viento jugara con su cabello, su figura esbelta recortada contra el cielo infinito. Sin que ella lo notara, Guzmán capturó ese momento con su cámara una imagen donde ella resplandecía con más intensidad que el firmamento mismo, su rostro sereno reflejando una paz que raramente mostraba en la ciudad

El interior del templo era un espacio íntimo, casi demasiado pequeño para dos personas. La madera que lo recubría, aunque renovada, conservaba ese aroma particular de los lugares 

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Capitulo 

sagrados. En el altar principal, la imagen de la Virgen de Guadalupe presidía el espacio con serenidad maternal. Sobre el altar de piedra gastada, dos panes sencillos y algunas monedas dispersas hablaban de la devoción silenciosa de otros visitantes

Lydia rebuscó en su bolso hasta encontrar una moneda. La sostuvo en su palma un momento antes de juntar sus manos en oración, un gesto que parecía venir de lo más profundo de su ser. Cuando depositó la moneda en el altar, lo hizo con una reverencia que hablaba de respeto 

genuino

¿Qué deseaste?preguntó Guzmán, sus ojos brillando con curiosidad y algo más profundo, mientras observaba cada uno de sus movimientos

Lydia negó suavemente con la cabeza, una sonrisa enigmática en sus labios. No pedí ningún deseo, solo vacié mi mente por un momento.La honestidad en su voz era palpable. Sus deseos los cumpliría con su propio esfuerzo; no buscaba favores divinos, solo un momento de paz y claridad mental

Guzmán asintió, comprendiendo el significado más profundo de sus palabras

Después de disfrutar un rato más de la brisa montañesa, emprendieron el descenso. Durante el camino, Lydia rompió el silencio contemplativo

Fabio, tu estancia en el extranjero será de cinco años, ¿verdad?” 

El cambio en el trato no pasó desapercibido para él. Un suave rubor tiñó sus mejillas mientras una sonrisa involuntaria se dibujaba en sus labios. Era la primera vez que Lydia lo llamaba por su nombre de esa manera tan familiar, marcando un punto de inflexión en su relación, una nueva intimidad nacida de la confianza compartida

.La respuesta fue simple pero cargada de implicaciones

Lydia asintió pensativa. A los veintiocho años, aún sería joven al regresar, con toda una vida por delante

Cuando finalmente llegaron a la villa, ya pasadas las ocho, se despidió de Fabio con un gesto de su mano que contenía más gratitud de la que las palabras podían expresar

Sin embargo, la paz del día se evaporó en el instante en que cruzó el umbral. Las luces brillaban por toda la casa como interrogantes silenciosos, y allí, sentado en el sofá con su característica pose distante, estaba Dante. Sus ojos se entrecerraron al verla, como un depredador evaluando a su presa

“¿Decidiste volver?” 

Lydia se cambió los zapatos mientras rodaba los ojos internamente. ¿Ahora se dedicaba a los acertijos? ¡Vaya novedad

Veo que también volviste temprano,respondió con dulzura envenenada. Pensé que pasarías la noche en casa de Inés.” 

17:12 

Capitulo 117 

El ceño de Dante se frunció, su mirada gélida cayendo sobre ella como escarcha. Hoy es el aniversario luctuoso de Leopoldo, solo la acompañé a rendirle tributo.” 

Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de Lydia mientras comenzaba a enumerar: Ah, hoy acompañas a Inés por el aniversario de Leopoldo, lo entiendo. En mi cumpleaños, te vas con Inés, también lo entiendo, en nuestro aniversario la consuelas, y está bien, dices que vendrás por pero terminas yendo por ella, también lo perdono. Pero, Dante,su voz adquirió un filo sutil, soy solo una mujer sola, no conozco a mucha gente en Nueva Castilla, ¿qué tiene de malo si le pido a Fabio que me acompañe?” 

La ironía en su voz se volvió más pronunciada: Inés necesita tu compañía, y tú vas. No tienes tiempo para , lo entiendo, te doy toda mi confianza. Así que si busco a alguien más para que me haga compañía, sin molestarte, sin causarte problemas, ¿no demuestra cuán considerada soy, verdad?” 

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El Precio de tu

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