Capítulo 99
-¡No manches, quién es ese! -exclamó Clara, quedándose paralizada ante la imponente escena frente a ellas.
Esther sintió que su corazón se aceleraba al reconocer el emblema familiar en el pecho de los guardaespaldas. No había duda: eran hombres del Grupo De la Garza. Un escalofrío recorrió su espalda mientras evaluaba rápidamente sus opciones.
-¡Esto está mal! -susurró, aferrando el brazo de Clara y tirando de ella hacia un edificio de
clases cercano.
Samuel descendía del auto con movimientos elegantes pero tensos, su presencia dominante captando la atención de todos los presentes. Bianca se apresuró a su lado, manteniendo una postura servil.
-Presidente De la Garza, ya he notificado al director, y él ha ordenado a los guardias de la escuela que busquen a la persona -informó con voz profesional.
-Que nuestra gente busque -ordenó Samuel, consultando su reloj con un gesto que denotaba su impaciencia-. Tienen quince minutos. Quiero que Esther esté frente a mí.
-Sí, presidente De la Garza.
Mientras tanto, Esther y Clara se habían refugiado en el primer piso del Edificio–A05. Clara, con los ojos abiertos de par en par, no podía contener su asombro.
-¡No manches, con tanta gente, qué quiere hacer este Samuel?
-No sé qué mosco le habrá picado ahora -murmuró Esther, frunciendo el ceño mientras su mente trabajaba a toda velocidad.
Los recuerdos de su vida pasada la confundían. Samuel siempre había sido indiferente a sus intentos de acercamiento, nunca había mostrado tanto interés como para movilizar un ejército de guardaespaldas.
“¿Por qué ahora?“, se preguntaba. “¿Por qué cuando finalmente quiero alejarme, se empeña en perseguirme?”
-Clari, esto no es seguro, mejor vámonos -decidió Esther, evaluando sus opciones de escape.
-¡Vale!
Clara tomó la mano de su amiga, y juntas se dirigieron hacia las escaleras, planeando refugiarse en el baño de mujeres del piso superior. Sin embargo, el destino tenía otros planes: al girar en el pasillo, se encontraron cara a cara con los guardias de la escuela.
-¡Corre! —gritó Esther, pero su intento de escape se vio frustrado cuando la figura de Samuel apareció en la entrada del edificio, bloqueando su única ruta de escape.
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Capitulo 99
-Esther, ¿a dónde más piensas correr? -su voz grave resonó por el pasillo, cargada de una amenaza apenas contenida.
El silencio que siguió fue pesado, casi tangible.
Clara, intentando mediar la situación, intervino:
-Presidente De la Garza, nosotros… Esther está aquí para estudiar, ¿qué necesidad hay de traer a tanta gente y armar todo este alboroto?
-¿Estudiar? -Samuel se acercó a Esther con pasos deliberadamente lentos, su presencia volviéndose más intimidante con cada paso. Sus dedos se cerraron alrededor del brazo de ella-. ¿Pensaste que al venir a la escuela, yo no podría hacer nada?
La presión en su agarre aumentó, causando que Esther frunciera el ceño de dolor.
-Samuel, esto es una escuela, ¿qué crees que estás haciendo? -su voz, aunque firme, traicionaba un ligero temblor.
-¿Qué creo que estoy haciendo? -la voz de Samuel adquirió un tono peligroso. ¿No te he dicho que eres mi prometida, y sin mi permiso no puedes irte por tu cuenta?
Esther sintió cómo la rabia comenzaba a hervir en su interior. Las humillaciones del pasado, los intentos de control, todo se acumulaba en este momento.
-Samuel, ¿no estarás tomando demasiado en serio? -respondió, manteniendo la compostura a pesar de su furia interior-. Seré tu prometida, pero no soy tu propiedad, ¿qué derecho tienes para impedirme irme?
Sus palabras causaron que todos los presentes contuvieran la respiración. Clara sintió que su corazón se detenía por un momento. Nadie en Cancún se atrevía a desafiar así a Samuel De la
Garza.
-No olvides que, si no obedeces, puedo tomar medidas contra la familia Montoya en cualquier momento amenazó Samuel, su voz cargada de promesas oscuras.
Esther, sin embargo, mantuvo la calma. Su respuesta fue medida, calculada:
-Samuel, ya te he prometido vivir con la familia De la Garza, tú necesitas trabajar y yo necesito estudiar. Espero que no exageres, o si no, estamos dispuestos a enfrentarnos hasta el final.
La tensión en el aire se volvió casi palpable.
Mientras tanto, fuera del edificio, Mónica López y Marta Flores, al enterarse de la presencia de Samuel, empujaban a una reluctante Anastasia Miravalle hacia la escena.
-Anastasia, seguro que el presidente De la Garza viene a disculparse por lo de la última vez -insistió Mónica. Mira, trajo tantas personas solo para verte, deberías perdonarlo.
-En serio, Anastasia, el presidente De la Garza trajo a tanta gente solo para verte. Eso muestra cuánto le importas. Deberían hacer las paces de una vez —añadió Marta.
Capitulo 99
Anastasia, aunque mantenía una expresión neutral, no podía evitar sentir una punzada de satisfacción. La última vez que Samuel había corrido tras ella, no había tenido la oportunidad de verlo. Su corazón latía con anticipación mientras se acercaban al edificio, ignorante del verdadero drama que se desarrollaba en su interior.