Capítulo 89
Petrona estaba intranquila esperando la llegada de Verónica, y finalmente, su espera había terminado. Al escuchar el sonido de la puerta, vio entrar al abogado Alberto, y el orgullo en sus ojos era imposible de ocultar. El 5% de las acciones de Grupo Rubín finalmente le pertenecían.
Roque, al principio, al ver a Verónica entrar con el rostro pálido de ira, no pudo evitar mostrar una expresión burlona, como si disfrutara del espectáculo. Pero al ver a Alberto, el abogado del Grupo Rubín, detrás de ella, algo hizo clic en su mente, y sintió un escalofrío de preocupación. Pensó que Verónica, como siempre, solo reprendería a Jordana y dejaría el asunto así, pero la situación era evidentemente más seria de lo que había imaginado. Como el instigador del problema, no pudo evitar sentirse culpable e inquieto.
Jordana tenía una expresión indiferente. Lo inevitable había llegado. Cuando Verónica entró, su mirada afilada escudriñó la habitación hasta detenerse en Jordana. Se acercó directamente a
Jordana y, desde una posición dominante, golpeó con los dedos la mesa de té que estaba al lado de Jordana. Con una voz fría y cortante, dijo: “Sal, necesito hablar contigo“.
Al ver la furia de Verónica, Lucas dejó su taza de té, instintivamente queriendo hablar en defensa de Jordana. Pero, al considerar que este era un asunto interno de la familia Soler, no era apropiado que interviniera. Al final, solo le envió un mensaje a Raquel en privado, pidiéndole que viniera al salón de té lo antes posible. Lorenzo frunció el ceño
inconscientemente, mostrando su descontento, algo raro en él, que siempre se mantenía ecuánime. Al final, optó por permanecer en silencio.
Otilia sabía que Jordana estaba preparada y también se mantuvo en silencio. No podía ayudar a Jordana, pero tampoco quería complicarle las cosas. Solo observaba fríamente a Verónica. Para Otilia, la actitud de Verónica hacia Jordana no se parecía en nada a lo que se esperaría de una madre hacia su hija, Más bien parecía una jefa exigente buscando problemas a propósito. Jordana, por su parte, se mantuvo serena y enfrentó la mirada de Verónica. “Hablemos aquí“.
Verónica soltó un resoplido frío. “Se supone que los asuntos familiares no deben ventilarse en público, y yo estaba dispuesta a dejarte mantener la dignidad frente a los demás, pero tú no sabes apreciarlo“. Sin respeto por los mayores. Incorregible. ¡Con una actitud terriblemente mala! ¡Cómo pudo haber criado a una hija así! Al saber que Jordana había visitado a la familia Noriega con Lorenzo, Verónica se había sentido furiosa hasta el punto de sentirse enferma. Ahora, al ver la mirada indiferente de Jordana, Verónica estaba aún más enfurecida, casi perdiendo el control. Sin embargo, tomó una profunda respiración para mantener su usual calma y racionalidad. Luego, con una voz fría, comenzó a enumerar las faltas de Jordana. Como si estuviera juzgando a un criminal, dijo: “Primero, el asunto tan importante de tu matrimonio lo ocultaste de tus padres, no has obedecido durante años, eso es desobediencia. Segundo, nunca nos visitaste antes o después de tu matrimonio, nunca nos consideraste, eso es falta de respeto…“.
En ese momento, con un fuerte “¡bang!“, una taza de té cayó inesperadamente a los pies de Verónica, rompiéndose en pedazos. El ruido repentino hizo que Verónica palideciera de miedo,
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Capítulo 89
mirando al responsable con los ojos bien abiertos. “Fue un accidente, lo siento“. Otilia, fingiendo limpiar el polvo de su ropa que no existía, se disculpó sin mostrar el menor remordimiento en su rostro. “Continúa. Voy a buscar a alguien para limpiar“. Con eso, Otilia se levantó y salió sin mirar atrás. No podía soportar escuchar ni una palabra más de Verónica. Ni siquiera sabía cómo ella tenía el descaro de hablar con tanta autoridad.
Después de que Otilia se fue, Verónica se recuperó. Hizo un gesto con la mano y Alberto entendió de inmediato. Sacó un grueso expediente de su maletín y lo puso frente a Jordana. Jordana levantó la vista, y en el centro del documento que le extendieron, se destacaba en letras negras sobre papel blanco el título “Acuerdo de Transferencia de Acciones“. “Firma este acuerdo para renunciar a ese 5% de las acciones del Grupo Rubín, he apoyado con esfuerzo a El Grupo Rubín hasta el día de hoy, y no quiero dejarle nada a una ingrata“. “Si quieres marcar distancia conmigo, está bien. Solo con firmar este documento, yo, Verónica, podré actuar como si nunca hubiera tenido una hija como tú“.
Verónica siempre fue orgullosa y arrogante. Una vez confirmado que Jordana quería distanciarse de ella, lo único en lo que pensaba era en que, si Jordana la abandonaba, ella también podía abandonar a Jordana. De todos modos, para ella, Jordana era como una mancha en su vida. “Con solo firmar este documento, yo, Verónica, podré actuar como si nunca te hubiera tenido“.
Cuando Raquel entró, lo primero que oyó fue esta frase de Verónica, y su expresión cambió drásticamente. ¿Cómo podía una madre decir algo así? Por acciones y dinero, estaba dispuesta a cortar lazos con su propia hija. Estaba a punto de reprender a Verónica, pero antes de que pudiera decir algo, Jordana habló primero. “Puedo firmar el acuerdo“. “Pero hay cosas que las palabras no pueden garantizar, sería mejor firmar un acuerdo relacionado“. De hecho, Jordana ya había pensado en mencionar la ruptura de su relación por iniciativa propia.