Capítulo 458
Dos horas después, Andrés y Victor aparecieron en la puerta de la casa de Salvador cubiertos de lodo de pies a cabeza.
Al verlos, Salvador, quien sufría de un severo caso de germofobia, retrocedió con desagrado. “¿Cómo pueden estar tan sucios?”
Victor, temiendo que la reacción de Salvador pudiera ofender a Aurora, se apresuró a recordarle: “Señor, la señorita Aurora está en el auto. Y le trajo un montón de productos frescos del campo.”
Salvador se acobardó al instante. Mirando a Víctor con enojo, exclamó: “¿Por qué no lo dijiste antes?”
Con una expresión de agravio, Víctor respondió: “Es que apenas me vio, empezó a reclamarme por estar sucio.”
“Todavía sigues hablando… Mejor cállate.” Dijo fulminándolo con la mirada.
Victor se quedó callado, resignado.
Salvador caminó con paso firme hacia el estacionamiento.
La distancia era de apenas unos diez metros, pero a él le pareció un camino excepcionalmente difícil de recorrer.
En ese momento, su corazón latía con un nerviosismo extremo.
Habían pasado dos años desde la última vez que había visto a Aurora, dos años desde que, de manera imprudente, le confesó sus sentimientos antes de partir hacia Italia. El reencuentro de ese día, parecía ser la continuación de aquella confesión.
¿Qué pasaría ahora que Aurora sabía de sus sentimientos? ¿Lo aceptaria o lo rechazaria?
Con ansiedad, Salvador se acercó al auto y extendió la mano para abrir lentamente la puerta..
El sonido de una respiración calmada llenó el espacio, su rostro sereno, como el de un bebe dormido, lo hizo sonreír
El hombre se sentó en el auto y tomó la mano de Aurora,
Pensó que, independientemente de los sentimientos que ella tenía hacia él, como hombre, debía ser el primero en mostrar su actitud
Cuando Aurora despertó y lo vio, su expresión se volvió dulcemente ingenua.
“Salva.” Murmuró con voz melosa
Un calor reconfortante inundó el corazón de Salvador. Había pasado dos años preocupado, imaginando innumerables veces que se volverían extraños. Debido a su impulsividad, cada
recuerdo lo llenaba de remordimiento
Capítulo 458
Ahora, Aurora estaba frente a él, llamándolo con la misma confianza y cariño de siempre, como si en su amistad nunca hubiera habido una ruptura.
Todas sus preocupaciones resultaron ser infundadas.
“Aurora.” Dijo él, con ternura.
La mirada de Aurora recorrió su rostro, notando rápidamente sus cambios: “Salva, pareces haber adelgazado. Incluso tu aura ha cambiado. Parece que finalmente has crecido…”
En ese momento, Salvador, con sus mejillas ahora más delgadas y una mandíbula más definida, desprendía una masculinidad fría y distante, recordándole a Aurora a los jóvenes aristocratas que había visto en su vida pasada.
Con voz profunda y magnética, Salvador preguntó suavemente: “Aurora, ¿Me has extrañado?”
Al ser tomada por sorpresa por esa pregunta tan directa, Aurora titubeó, y su expresión se volvió tiernamente torpe. “¿Cómo no iba a hacerlo?”
Salvador sonrió, satisfecho. Luego, sosteniendo su mano, dijo: “Estos dos años he estado increíblemente ocupado, y si hubiera vuelto precipitadamente a la Ciudad de México, habría atraído demasiada atención, limitando mi libertad. Así que me forcé a contener mis deseos de verte. Para mí, estos dos años han sido como veinte. Aurora, realmente te he extrañado
mucho.”
Aurora desenmascaró su “conspiración“: “Has tenido gente vigilándome todo el tiempo. Debes conocer muy bien mi rutina diaria. ¿De verdad te ha resultado difícil?”
Las orejas de Salvador se tiñeron de rojo al instante.
Con una expresión algo avergonzada, admitió: “Así que lo sabías…”
“Valeria es muy mala actriz. Deberías cambiar de espía.”
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