Capítulo 457 

Después de terminar de sembrar las semillas, Aurora añadió: “Allá tienen agua y fertilizante, mézclenlo siguiendo la concentración indicada y échenle abono por mí. Recuerden, una concentración alta quemará las plántulas. Una baja, y no tendrán suficientes nutrientes.” 

Ambos se dirigieron hacia el fertilizante, y al mirar las bolsas de plástico sin ninguna etiqueta, se quedaron perplejos. 

“Aurora, ¿Cómo podemos calcular la concentración si no hay instrucciones?” 

Aurora estaba recolectando ramas de flores, un regalo que planeaba llevarle a Salvador. 

Sin mucho interés, respondió: “Ah, ¿No saben? Entonces déjenlo, lo haré yo misma.” 

Víctor, desesperado, se rascó la cabeza. Con tanto terreno por delante, ¿Cuánto tiempo tendrían que esperar a que Aurora terminara de sembrar y abonar la tierra? 

Victor, suplicándole humildemente, le dijo: “Aurora, ¿Podrías mezclar el abono por nosotros?” 

Aurora, haciéndose la sorda, dijo: “¿Qué dijiste?” 

“Por favor, ayúdanos con la concentración del abono.” 

Aurora se acercó, echó un puñado de fertilizante en el cubo de agua y se limpió las manos: “Esto es bastante simple. Solo que como nunca han hecho esto antes, les parece complicado.” Luego empezó a generalizar la lección: “Pero si lo piensan, todo en este mundo, incluyendo a las personas, se entiende por familiaridad y se simplifica con el entendimiento. Si no hay 

entendimiento…” 

Aurora miró a ambos, diciendo: “¿No es cierto que sacar conclusiones sin entender puede llevar a grandes errores?” 

Víctor, avergonzado, dijo: “De verdad lo sentimos, nos equivocamos. No deberíamos haberte expulsado sin escuchar tu explicación… Por favor, perdónanos.” 

Aurora, con una sonrisa amable, dijo: “Levántense. Vayan y recojan algunas frutas para llevarle a Salvador. Yo me prepararé y los acompañaré.” 

Al escuchar eso, no pudieron evitar saltar de alegría. 

Al prepararse para regresar, Andrés le susurró a Víctor: “Ella es bastante rencorosa… solo porque no la dejamos entrar, nos castigó haciéndonos trabajar.” 

Víctor, sin embargo, negó con la cabeza: “Si ella fuera rencorosa, nos habría tratado mal desde el principio o incluso nos habría rechazado. Pero se mostró amable en todo momento, aunque nos enseñó una lección, nunca nos trató mal. Al final, accedió a nuestra petición.” 

Andrés, quien no captó la indirecta, solo recordó lo importante: “Mientras no sea rencorosa, todo está bien.” 

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Capitulo 457 

Si Salva se casara con alguien rencoroso, ellos también la pasarían mal. 

Víctor y Andrés, encantados con la variedad de frutos en el jardín, eligieron uno tras otro, regresando con las manos llenas. 

Cuando dejaron el huerto, ambos terminaron cubiertos de barro. 

Aurora y Valeria ya estaban esperándolos en la puerta. Al verlos, Valeria no pudo ocultar su orgullo. 

“Aurora, los campesinos han regresado.” 

Al escuchar eso, Víctor y Andrés se quedaron atónitos. 

De repente, como si les hubiera caído un rayo, comprendieron que trabajar la tierra no los convertía en verdaderos campesinos. Habían menospreciado a Aurora al considerarla una simple campesina, lo cual fue un gran error. 

Reconociendo su error, avergonzados, dijeron: “De verdad lo sentimos, nos equivocamos. Por favor, perdónanos. Nunca más seremos arrogantes.” 

Aurora se subió al auto y dijo: “Yo no he dicho nada.” 

Valeria, con un aire de superioridad, comentó: “Ja. Eso les pasa por menospreciar a alguien solo por su apariencia.” 

En ese momento, se sintieron aún más avergonzados. 

Víctor, quien estaba preocupado, dijo: “Estamos acabados, si Aurora se queja con el señor, estaremos en problemas.” 

Andrés, ansioso, preguntó: “¿Y ahora qué hacemos?” 

“Solo nos queda aceptarlo.” 

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