Capítulo 78
Petrona originalmente pensaba que su plan era infalible, esperando revertir la situación frente a Jordana. Pero después de sus palabras, un extraño silencio se apoderó del ambiente. El primero en llegar, Máximo, mostraba una expresión visiblemente desagradada, manteniendo sus labios sellados sin emitir palabra. Roque, quien normalmente saldría en su defensa sin dudarlo, también guardó un silencio inesperado tras su llegada. Petrona sintió un escalofrío instintivo, seguido por una creciente sensación de inquietud: parecía que las cosas no estaban yendo según su plan. Fue Ignacio, el último en llegar, quien bajo la sutil señal de Verónica, aclaró su garganta para romper la tensa atmósfera.
Levantó la vista hacia Jordana con una expresión severa y autoritaria: “Jordana, ya que Petrona lo ha pedido, deberías dárselo. Eres la hermana mayor, ¿qué cuesta cederle algo a tu hermana?” Esa frase de nuevo. Jordana sonrió. Porque Petrona era su hermana menor, se suponía que debía cederle todo. Desde pequeñas, cualquier cosa que a ella le gustara, si a Petrona también le gustaba, debía cedérselo. Porque era la hermana mayor. Todos esperaban que ella cediera, sin considerar si a ella le gustaba o si estaba dispuesta. Si se negaba, Ignacio, el cabeza de familia, saldría a presionarla personalmente. Luego, vendría la ronda de reproches de Máximo y Roque. Desde pequeña, quisiera o no, siempre tuvo que ceder.
Jordana respiró hondo, manteniendo la compostura ante la mirada de Ignacio. Con firmeza, dijo, “No cederé.” Había cedido contra su voluntad demasiadas veces. Ahora, no quería ceder más. “Primero, fue una puja justa. No impedí que Petrona hiciera su oferta. Si no logró hacerla a tiempo, ese es su problema. En segundo lugar, ya tiene veintiún años, es una adulta. Sus problemas son su responsabilidad, no tengo por qué cederle todo el tiempo.”
La intención de Jordana de cortar lazos con ellos había sido comunicada por Verónica a Ignacio. Ignacio ya estaba descontento con Jordana por este asunto. Ahora, al ser desafiado públicamente por Petrona, su rostro se tiñó de furia. Justo cuando estaba a punto de estallar, una voz surgió detrás de él. “Ignacio, lo que dijiste realmente no está bien, ¿dónde has visto que una hermana mayor siempre tiene que ceder a su hermana menor? Tomemos mi caso con Verónica como ejemplo, si hay algo que me gusta, definitivamente no se lo daría, incluso si es algo que no me gusta, si se lo doy o no depende de mi estado de ánimo. Si estoy de buen humor, se lo doy; si no, tampoco se lo doy.” La que hablaba era Raquel. Raquel se acercó lentamente, seguida por una visiblemente indignada Otilia. Otilia había comprendido completamente ese día lo difícil que había sido la vida de Jordana en la familia Soler. Conflictos entre hermanos, falta de amor de los padres. Se sentía cada vez más indignada por Jordana. ¿Qué clase de gente era esta familia? ¡Sin sentido de la justicia, sin entender las
razones!
Raquel echó un vistazo a Petrona y continuó. “Además, Jordana tiene toda la razón. Si Petrona quería algo, tenía la oportunidad de pujar. El que ofrece más, gana. Es justo y equitativo. Querer algo sin esforzarse por obtenerlo, esperando luego conseguirlo sin esfuerzo mediante trucos, eso no sucede en ningún lugar.”
Tras estas palabras de Raquel, Ignacio quedó con una expresión ambigua, reflexionando en silencio. Otilia, con una sonrisa, lanzó una mirada a Petrona y agregó con serenidad. “También
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Capitulo 78
soy la menor de mi familia, y jamás he sido tan descarada como para esperar que mi hermano o hermana me cedan lo que les gusta. Parece que soy demasiado tímida.” Siendo la menor de su familia, con hermanos mayores, Otilia tenía toda la autoridad para hablar del tema.
Petrona había calculado que, con Ignacio interviniendo, aunque Jordana se opusiera, el asunto estaria resuelto sin lugar a dudas. Para sorpresa de todos, Raquel y Otilia aparecieron de repente en el camino. Con apenas unas pocas palabras, lograron exonerar completamente a Jordana del asunto, dejando que ella se convirtiera en el blanco de todas las críticas. Petrona, por instinto, quiso defenderse. Pero los argumentos de Raquel y Otilia eran tan sólidos que ella no encontró cómo replicar, quedándose sin palabras y con el rostro tan rojo como el hígado.
Finalmente, bajó la mirada. Con los labios apretados, los ojos ligeramente rojos y llenos de lágrimas, parecía el retrato perfecto de la inocencia agraviada, conteniéndose para no llorar. Normalmente, con solo mostrar sus lágrimas y parecer vulnerable, todos sus problemas se solucionaban. Siempre que ella lloraba y mostraba debilidad, sin importar quién tuviera la razón, Máximo intervendría para protegerla. Pero hoy era diferente. Máximo permanecía con los labios sellados, indiferente.
En ese momento, Petrona sintió un instante de pánico. Cierto, casi lo había olvidado. Desde la fiesta de cumpleaños, la actitud de Máximo hacia ella había cambiado drásticamente. Cuando su mirada se desplazó hacia Roque, el corazón de Petrona, lleno de miedo y ansiedad, finalmente encontró algo de paz. Roque siempre había sido el más indulgente con ella. incapaz de resistirse a sus lágrimas y vulnerabilidad. Al verla en este estado, seguramente intervendría para protegerla. Con los ojos llenos de esperanza, Petrona miró hacia Roque.