Capitulo 89
Los accionistas rodeaban a Esther sus rostros reflejando una total falta de confianza. Solo querian que vendiera la empresa para recuperar su inversión, sin importarles el futuro del Grupo Montova
Esther quien ya había anticipado esta reacción, intercambio una mirada significativa con su abogado. Este, entendiendo la señal, colocó su computadora portatil frente a los presentes.
Con un simple clic, la cuenta de la empresa mostró repentinamente un incremento de dos mil
millones en activos.
-Miren bien –declaró Esther con voz serena-. Aquí hay dos mil millones.
Un silencio atónito invadió la sala. Los accionistas intercambiaron miradas de incredulidad.
-¿Dos mil millones? -susurró alguien.
-¿De dónde sacó Esther esa cantidad? -murmuró otro.
Olimpia se quedó paralizada, sus ojos fijos en la pantalla mientras su mente intentaba procesar la información. La pregunta resonaba en su cabeza: ¿desde cuándo Esther tenía acceso a semejante cantidad?
Varios accionistas se acercaron para verificar la autenticidad de los números. Esther esbozó una leve sonrisa, su postura relajada contrastando con la tensión en la sala.
-Ahora el dinero está aquí —dijo con calma-. ¿Hay algo más que quieran preguntar?
-¿Realmente son dos mil millones? -insistió uno de los accionistas.
-Señorita Montoya, ¿no será solo para tranquilizarnos, verdad?
-¿De dónde salieron exactamente estos dos mil millones?
Las preguntas escépticas se multiplicaban. Esther se recostó en su silla con elegancia estudiada.
-Lo que todos deberían estar considerando es cómo resolver la crisis de la empresa, no de dónde vino este dinero, ¿no es así?
Los presentes se miraron entre sí, momentáneamente sin palabras. Pero Olimpia, incapaz de contener su frustración, rompió el silencio.
-Esther -espetó-, si ya tenías estos dos mil millones, ¡deberías haberlos sacado antes! ¡Hacer que todos vivamos con miedo, qué estás pensando!
Su rostro reflejaba una profunda insatisfacción. “¡Esta Esther!“, pensó con furia. “¡Definitivamente estaba tramando algo para quitarme el control de la empresa!”
Esther le dedicó una sonrisa que no alcanzó sus ojos. -Señora, conseguir este dinero también me costó mucho esfuerzo. Que la señora no haya contribuido y aún así me culpe, me parece un
poco inapropiado, ¿no cree?
-Yo… -Olimpia se quedó sin argumentos, pero su mente seguía fija en el control de la empresa que debía heredar su hijo.
Intercambió una mirada de complicidad con Francisco, quien permanecía a su lado, y recuperó su arrogancia.
-Dado que la crisis de la empresa ya se ha resuelto -declaró con aire de superioridad-, la señora no tiene que preocuparse por nada más. Los asuntos restantes, los discutiré con todos. Al ver que Esther no mostraba intenciones de retirarse, Olimpia añadió con condescendencia: -Señorita, no importa cómo, usted todavía no está familiarizada con la empresa. Incluso si fuera a tomar el control, temo que tendría que esperar algunos años más. Señora, no es por su bien.
Una sonrisa enigmática se dibujó en el rostro de Esther, provocando un escalofrío involuntario en Olimpia.
-¿Señora, acaso olvidó que usted ya no tiene ninguna relación con la empresa -respondió Esther con suavidad letal- y que yo soy la legítima persona a cargo del Grupo Montoya?
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