Capítulo 87
Olimpia se quedó sola en el lugar, la impotencia pesando sobre sus hombros como una losa. El sonido estridente de su celular rompió el silencio.
-¡Olimpia! ¡La compañía ya está en la ruina total! -exclamó un accionista al otro lado de la línea, su voz quebrándose por la desesperación-. ¿Tienes o no una forma de conseguir financiamiento?
-Señora Montero, por favor, mantenga la calma -respondió Olimpia, intentando proyectar una seguridad que no sentía-. ¡Ya estoy buscando una solución!
Antes de poder terminar la frase, otra llamada entrante la interrumpió. Con un suspiro de resignación, Olimpia cambió de línea.
-Olimpia -la voz angustiada de otro socio comercial resonó en su oído-, ¿cuál es exactamente la situación actual de la familia Montoya? ¿Cuándo podremos continuar con nuestro proyecto? ¡Necesito una respuesta clara! Si no es posible, me veré obligado a buscar otras opciones.
-Estamos haciendo todo lo posible por resolverlo, señor Gutiérrez–respondió Olimpia,
mientras jugaba nerviosamente con su collar-. ¡Por favor, tenga paciencia! ¡Le pido que no se desespere!
-¿Cómo espera que no me desespere? -el tono del empresario se volvió cortante-. Le digo una cosa, si no me da una explicación en la compañía antes de esta tarde, jesto no quedará
así!
La llamada terminó con un clic brusco. Olimpia miró su celular, tragando pesadamente mientras el aire parecía volverse más denso a su alrededor.
“¡Esta Esther!“, pensó con amargura. “¿Qué estaba haciendo exactamente?”
Al mediodía, después de arreglarse apresuradamente, Olimpia condujo hacia el Grupo Montoya. Al entrar, el caos era evidente. Los empleados se abalanzaron sobre ella exigiendo explicaciones.
-¡Por favor, calma! ¡La señora vino precisamente para eso! -Francisco Paredes, el gerente, la escoltó hacia el interior mientras intentaba contener a la multitud.
La sala de juntas estaba atestada de gente que aguardaba respuestas. Olimpia no esperaba encontrar tantas personas, y la ansiedad comenzó a trepar por su garganta. El aire era denso con el humo de los cigarros.
-Hemos estado esperando tantos días, Olimpia -se adelantó uno de los accionistas, su voz cargada de reproche-. ¿No cree que es hora de darnos una explicación?
-¡Exacto! ¿Qué pasa con nuestro dinero? -exigió otro.
-¿Está la familia Montoya, como dicen los rumores, realmente en bancarrota?
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Capitulo 87
Las preguntas la bombardeaban como proyectiles. Olimpia, quien solía dominar estas reuniones con su presencia imponente, ahora se encontraba sin palabras.
-Señores accionistas, señores directores -logró articular finalmente-, por favor, no se desesperen. Todo lo relacionado con la compañía… ya lo he dejado en manos de Esther. Si están impacientes, ¡pueden ir a hablar con ella!
-¿Qué? ¿Señorita Montoya? Olimpia, ¿estás bromeando? -la incredulidad era palpable en el
ambiente.
-Sí, ¿cómo puede la señorita Montoya, siendo tan joven, y conocida por sus escándalos, ayudarnos a resolver los problemas del Grupo Montoya? Olimpia, ¡no nos tomes el pelo!
Las voces de condena la rodeaban como un tornado, dejándola momentáneamente sin habla.
-Si la familia Montoya realmente se ha declarado en bancarrota -intervino otro accionista-, ¡entonces deben devolvernos nuestro dinero primero!
-¡Exacto! ¿Qué pasa con nuestro dinero? ¿Se ha esfumado todo?
-Y nuestros proyectos en curso, que se han detenido a mitad de camino añadió otro, ¡todo ese esfuerzo ha sido en vano! ¡Estamos hablando de miles de millones!
Olimpia se sintió abrumada por el caos en la sala. Las palabras de Esther resonaban en su mente como una sentencia: si la familia Montoya se declaraba en bancarrota, todas las deudas del Grupo tendrían que ser asumidas por ella misma.