Capítulo 85
Samuel entrecerró sus ojos grises con sospecha. -¿De dónde salió ese pijama? -preguntó con
voz tensa.
-¿El presidente De la Garza quiere que salga vestida asi? -respondió Esther, señalando su ropa arrugada por el forcejeo de la noche anterior.
Sin decir palabra, Samuel le lanzó una camisa blanca. Esther la atrapó y se dirigió al baño con pasos medidos.
Cuando la puerta se cerró, la silueta femenina de Esther se dibujó contra el cristal
semitransparente, reavivando instantáneamente el fuego que Samuel creía extinguido en su interior. El sonido del agua corriendo llenó el espacio, distrayéndolo a pesar de sus intentos por mantener la compostura
Al salir del baño, Esther encontró a Samuel fingiendo leer el periódico en el sofá. -Se acabó tu gel de ducha, ¿te lo tengo que reponer?-preguntó con falsa inocencia.
-No es para tanto como para pelear por un bote de gel de ducha -respondió él, levantándose.
Al girarse, Samuel se quedó paralizado. Esther lucka su camisa blanca que apenas cubría lo necesario, revelando sus largas piernas. Su cabello castaño, ligeramente húmedo, caía sobre un costado, y el cuello holgado de la prenda dejaba entrever su delicada clavícula.
Por primera vez, Samuel se permitió notar verdaderamente lo hermosa que era.
-Presidente De la Garza, ¿podemos bajar ya? -Esther ansiaba regresar a casa. Solo necesitaba informar a la matriarca sobre los supuestos eventos de la noche anterior.
Samuel percibió su impaciencia por marcharse. -Parece que tienes mucha prísa por irte
-comentó con sarcasmo.
-¿El presidente De la Garza acaso quiere quedarse a solas conmigo? -replicó ella con una sonrisa enigmática.
Mientras Esther pasaba a su lado hacia las escaleras, Samuel captó el aroma de su propio gel de ducha en su piel. La intimidad de esa sensación lo dejó momentáneamente aturdido.
-Presidente De la Garza, ¿vamos o qué? -preguntó ella, ya con la mano en el pomo de la
puerta.
-Entendido -respondió el con voz grave, luchando contra el impulso de seguir mirando sus piernas. Aunque la había visto antes con faldas cortas, hoy todo se sentía diferente.
En la planta baja, Anastasia aguardaba sentada en el sofá, desconcertada por su presencia allí. -Esther, Samu, vengan, hay visitas anunció Montserrat con una sonrisa calculada.
Anastasia se sobresaltó al ver a Samuel en albornoz y a Esther vistiendo su camisa. Se levantó de inmediato, sus ojos verdes enrojeciéndose. -Ustedes… ustedes… -balbuceó.
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Capitulo 85
La expresión de Samuel se transformó al ver a Anastasia.
-¿Qué pasa, señorita Miravalle? -intervino Montserrat con falsa dulzura-. Esther y Samu son prometidos, que vivan juntos es lo más normal, ¿no?
-¡Abuela! -protestó Samuel, su rostro ensombreciéndose.
-Esther, gracias a ti–continuó Montserrat-. De otro modo, habría pensado que este
muchacho realmente no se interesaba en las mujeres.
El comentario provocó que Esther frunciera el ceño, mientras Samuel la miraba acusadoramente. -¿Tú?-inquirió con suspicacia.
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