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A Reina Novela 90

A Reina Novela 90

Capítulo 90 

-Esther -dijo Olimpia con descaro-, que quieres luchar por la herencia, pero al final del día eres una mujer. ¿Has visto que alguna mujer jefa sea respetada por todos? Creo que 

deberíamos esperar a que Saúl crezca y luego discutir este asunto

Esther ya conocía la desvergüenza de Olimpia, pero no importaba. Hoy estaba decidida a cortar de raíz las ilusiones de su madrastra de heredar el Grupo Montoya

-Dejando de lado que ya firmamos un contrato -respondió Esther con voz serena-, incluso si no hubiésemos firmado uno, señora, usted no estaría calificada para heredar el Grupo Montoya. —¡Esther! —exclamó Olimpia, indignada-. ¿Qué quieres decir con eso

Todas las miradas se clavaron en Esther. Francisco, notando la tensión, intentó intervenir. -Señorita, es joven, y la señora solo quiere lo mejor para el desarrollo del Grupo Montoya… 

Esther lo interrumpió con frialdad: -Francisco, en esta sala de reuniones, la última persona que debería hablar por esa señora, eres

-Señorita, esto¿qué significa? -balbuceó Francisco, fingiendo confusión

Una sonrisa irónica se dibujó en los labios de Esther. -Aunque los trapos sucios se lavan en casa, yo estaba dispuesta a tolerar más por el bien de la señora. Pero ustedes son demasiado desvergonzados. Les di una mano y ahora quieren el brazo entero, caraduras pidiéndome la 

empresa

-¡Esther! ¡Tus palabras son muy ofensivas! -protestó Olimpia

Antes de que pudiera continuar, Esther hizo una señal al secretario Li. Con un par de clics, la pantalla mostró el video de vigilancia de la oficina presidencial: Olimpia y Francisco, en una situación comprometedora frente al escritorio

El semblante de todos los presentes cambió instantáneamente. Muchos eran colaboradores leales del padre de Esther, y ver a la viuda de su jefe en esa situación los llenó de incomodidad y disgusto

Los amoríos entre Olimpia y Francisco ya eran un secreto a voces en la empresa. Los empleados lo sabían, pero la directiva permanecía en la oscuridadhasta ahora

Olimpia palideció al ver el video. Señalando a Esther con mano temblorosa, apenas pudo articular: -Tú, jcómo te atreves

-Señora, uno cosecha lo que siembra -respondió Esther con tono glacial-. Mi papá nunca te falló. Si querías divorciarte y dejar de ser esta Olimpia, solo hacía falta decirlo. No había necesidad de llegar a estas bajezas

Francisco, temblando visiblemente, casi se desploma. -¡Señorita! ¡Señorita, solo fue un momento de debilidad! ¡Un momento de debilidad

Capitulo 90 

-¿Un momento de debilidad? Sus fechorías en esta empresa ya no son un secreto. Antes no actué, pensando en los buenos tiempos, pero ahoraseñora, realmente no es apta para seguir manejando la empresa -Esther se dirigió a los accionistas y ejecutivos presentes-. ¿Qué opinan ustedes

Uno de los directores más cercanos al padre de Esther tomó aire profundamente. -Olimpia, creo que ya no necesitas preocuparte por la empresa

-Si la empresa fue dejada por el presidente Montoya a la señorita, Olimpia no tiene derecho a interferir

-¡Exacto! Y no solo Olimpia, este Francisco también debería ser despedido

Las voces de condena resonaban sin cesar. Satisfecha con la respuesta, Esther miró a Francisco: -Francisco, esta es la decisión de todos. Mañana por la mañana espero ver tu carta de renuncia. Si somos nosotros quienes te despedimos, creo que tampoco será bueno para tus futuras oportunidades laborales, ¿verdad

-Yo-el rostro de Francisco perdió todo color

En ese momento, una mujer irrumpió en la sala. Sin mediar palabra, agarró del cabello a Olimpia. -¡Fuiste quien sedujo a mi marido! -gritó-. ¡Descarada, sinvergüenza, no te voy a perdonar

Francisco se sobresaltó, corriendo a intervenir: -¡Mi amor! ¡Por favor suéltala

-¡Apártate! -rugió la mujer, su furia incontenible

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